lunes, 8 de enero de 2018

Energía (III)


Hace tiempo hablamos brevemente en el blog de la huella ecológica o huella de Carbono, que nos indica el nivel de sostenibilidad de un determinado modo de vida, y dijimos que nos haría falta planeta y medio si quisiéramos seguir al mismo ritmo que hasta ahora, y más de tres planetas si todos los habitantes de la Tierra quisieran vivir indefinidamente como los de los países más desarrollados. Cuando no quede petróleo para fabricar gasolina (es decir, cuando esté tan profundo que la energía necesaria para sacar un barril sea la equivalente a la de un barril, con lo que no tenga ya sentido seguir extrayendo) habrá que esperar unos cuantos millones de años, a ver si se regeneran las reservas… Con el carbón (aunque en este caso parece que el remanente es algo más abundante) pasaría lo mismo, y además de esperar tanto tiempo habría que ver si hay suerte y se repite un fenómeno similar al de la lignina. Y cuando se haga más y más difícil encontrar nuevos depósitos subterráneos de Uranio, habrá que esperar a otra explosión de supernova cercana que envíe hacia nosotros más material… O sea, que mejor esperar sentados.

La fusión nuclear requiere reactivos muy particulares, pero no hará falta viajar a la Luna para encontrar Helio-3. Sin ir más lejos, un determinado porcentaje de las moléculas de los océanos son de agua pesada, con átomos de Deuterio, con lo que bastaría usar una centrifugadora para separarla del agua normal (de forma similar a como se produce el Uranio enriquecido). En definitiva, en este caso la reserva de materia prima sería abundantísima, pero mientras no se pueda controlar el proceso no tiene mucho sentido vender la piel del oso… ¿Llegaremos a dominar la fusión? ¿Descubriremos alguna nueva fuente de energía más potente incluso? Si no sucede ninguna de estas dos cosas, o si tardan décadas en suceder, tarde o temprano tendremos que olvidarnos de los combustibles fósiles y recurrir más y más a las fuentes de energía renovables, por nuestro propio bien y el de las generaciones venideras.




Con un poco de visión de futuro por parte de nuestros políticos y una fuerte inversión en investigación y nuevas infraestructuras podemos aumentar mucho el rendimiento de las renovables. Un buen amigo mío del grupo de Escépticos, que está muy bien informado del tema, me decía el otro día que con un área cuadrada de cincuenta kilómetros de lado en el desierto del Sáhara llena de paneles solares se podría abastecer de energía a toda Europa (supongo que primero habría que pedirles permiso, claro). Aunque por ahora la solar supone solo el 1’5% del total de la energía producida en el planeta, la superficie con placas instaladas se ha ido duplicando cada dos años desde 1994, y esta progresión geométrica podría dar lugar a un cambio imparable en poco tiempo… En Australia, por ejemplo, una de cada cuatro casas ya tiene placas solares. En los países del norte, con menos luz, se tendría que recurrir más a la eólica.

Algunos expertos piensan que estos cambios se producirán mucho antes de lo que pensamos y que para 2030 los combustibles fósiles estarán obsoletos, casi todo el transporte será eléctrico y compartido y casi toda la energía será renovable, principalmente solar. Según ellos este giro en las tendencias será bastante repentino y se producirá no por agotamiento de los recursos o por conciencia ecológica, sino porque las nuevas tecnologías se abaratarán tanto que será imposible no adoptarlas. Históricamente hay muchos ejemplos de que cuando un nuevo producto es diez veces más barato esto vence cualquier tipo de resistencia a sustituirlo por el usado tradicionalmente (ocurrió por ejemplo con los libros impresos, hace quinientos años). Si se dan cuenta a tiempo de que el cambio es inevitable, las empresas energéticas o de transporte más inteligentes irán actualizándose, diversificando sus negocios o cambiando de actividades para al menos minimizar las pérdidas… Las multinacionales que no sepan renovarse rápido morirán; recordemos que Kodak era un gigante que en solo cinco años se fue a la bancarrota porque no vio venir la irrupción de la fotografía digital en el mercado (y eso que la primera cámara digital la inventaron ellos).




Cuando escucho estas teorías y oigo decir a los gurús de las renovables que el precio del petróleo empezará a caer en tan solo un par de años, os aseguro que me gustaría creerles, pero me da la impresión de que este punto de inflexión está más lejano de lo que piensan, y para cuando se produzca algunas consecuencias del abuso de los combustibles fósiles serán ya irreparables. E incluso si la transición a la energía solar fuese rápida, aun así habría que recortar los niveles de producción y consumo en las zonas más desarrolladas. ¿Cuándo nos daremos cuenta de que excesos como los que se han cometido en Dubai o en Las Vegas no son sostenibles bajo ningún punto de vista? Debemos mentalizarnos de que será necesario un cierto grado de decrecimiento, y si no lo logramos comprender ahora tras una reflexión cuidadosa, ya nos lo hará comprender la Naturaleza a la fuerza más adelante.




En su día vimos una extensa lista de cosas que se pueden hacer para ahorrar recursos y energía, y por supuesto yo pongo en práctica muchos de sus puntos. No dejo los grifos abiertos demasiado rato y utilizo solo el flujo necesario, y mientras se calienta el agua de la ducha la recojo en un cubo y la uso luego para otras cosas, lo que hace que todos los meses mi factura del agua venga bonificada por bajo consumo. En invierno uso los radiadores de manera racional en lo que respecta a la temperatura del termostato y al tiempo de uso; y si puedo, evito utilizarlos en absoluto, ya sea llevando varias capas de ropa, compartimentando las habitaciones o haciendo un uso inteligente de ventanas y cortinas. En mi nuevo piso tengo LEDs, que gastan menos electricidad, y no dejo luces o aparatos encendidos si no son necesarios. Soy un consumidor responsable y muy moderado en cuanto a ropa, ocio o viajes, y ya no compro nada que realmente no necesite. Siempre que puedo voy andando a los sitios, y si eso va a suponer más de media hora, cojo el transporte público; no tengo coche y ni siquiera me he sacado el carnet de conducir. Y por supuesto, además de reducir mi consumo de todas estas formas, también reutilizo (las bolsas de plástico del supermercado o las hojas impresas por una cara) y reciclo (el papel ya usado, el vidrio o los envases ligeros).




Poniendo como ejemplo el suministro eléctrico de tu casa, hay tres razones por las que te puede interesar no derrochar energía: porque aumenta el importe de tu factura, para evitar el agotamiento de los recursos utilizados al otro extremo de la línea eléctrica, y porque tal vez estés contribuyendo al calentamiento global para generar esa electricidad. Algunos podrían decir que simplemente soy un poco tacaño y ahorro energía para poder ahorrar también dinerete, pero no lo hago solo por eso: también en mi trabajo tengo cuidado con el uso de las luces, el agua y el aire acondicionado, y los lectores habituales recordaréis que en ocasiones he sido capaz de vencer mis miedos más primarios para no desperdiciar energía, a pesar de que no iba a pagar yo la factura. Además, siempre que puedo intento concienciar a amigos y conocidos sobre este problema (sin dar demasiado la lata, solo cuando surge de forma natural) y de hecho lo estoy haciendo ahora mismo con esta entrada triple (y con otras anteriores que también he enlazado aquí). Por último, intento votar con cabeza, a partidos que le den importancia a este tema, entre otras cosas, en su programa electoral.




Es irónico que hayan sido la Ciencia y la Tecnología las que hayan hecho posible el acceso a muchas nuevas fuentes de energía, y que ahora las empresas que se están beneficiando de esos descubrimientos no quieran prestar atención a las predicciones de los mismos científicos sobre el agotamiento de los recursos y el cambio climático… Empezamos esta entrada hace dos semanas hablando de conceptos importantes para la Ciencia, como el Tiempo, el Espacio o la energía, pero también hemos citado otros como la información. A lo largo de nuestra Historia no solo ha ido creciendo la cantidad de energía disponible para ser usada; en paralelo, también ha ido aumentando nuestro Conocimiento, la información útil acerca de cómo funcionan las cosas y cómo están relacionadas entre sí. Si queremos que nuestra especie perdure durante un segundo, un tercero o un cuarto millón de años, si queremos seguir formando parte de esta hermosa danza de la energía sobre la faz de la Tierra, no basta con emprender incesantemente nuevos y más ambiciosos proyectos; lo que hay que hacer es recopilar la información apropiada y prestarle atención para saber qué batallas conviene luchar. En otras palabras, no se trata solo de saber hacer las cosas correctamente, se trata de decidir qué cosas son las correctas.

Os invito por tanto, una vez más, a pensar antes de actuar, y hacerlo a largo plazo y sopesando los pros y los contras de vuestras acciones con suficiente perspectiva… o en otras palabras, hablando pronto y mal, a razonar con la cabeza y no con el culo. Termino la entrada con un mantra que os resultará familiar; ya sé que os lo repito una y otra vez, pero en cada ocasión trato de defenderlo desde un ángulo diferente, con nuevos razonamientos y aportando nuevas pruebas objetivas, así que espero que a estas alturas ya os hayáis dado cuenta de lo sumamente importante que es: la clave para tener una Vida feliz y productiva y morir con la conciencia tranquila no está en vivir rigiéndose por el lema del “Yo-Más-Ahora”, sino por la idea del “Todos-Mejor-Siempre”.



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