lunes, 7 de noviembre de 2016

La Sexta Extinción (I)


La primera vez que escuché la expresión “La Sexta Extinción” fue en el título de un episodio de Expediente X, allá por finales de los años noventa. Me llamó bastante la atención, así que decidí documentarme un poco sobre el asunto, y desde entonces el de las extinciones masivas me ha resultado siempre un tema muy interesante. Se estima que más del 99,9% de todas las especies de flora y fauna que alguna vez existieron han desaparecido ya de la faz de la Tierra. Siempre ha sido normal que algunas especies se extingan con el paso de los milenios y otras nuevas vayan apareciendo, pero en ocasiones el ritmo al que esto ocurre se vuelve inusualmente alto.

Las extinciones masivas, en las que más de la mitad de las especies desaparecen en un periodo de Tiempo corto en términos geológicos, se producen aproximadamente a intervalos de entre 50 y 150 millones de años (o, abreviando, Ma) y se deben casi siempre a la confluencia de varios factores. La desaparición de especies se confirma mediante la presencia o ausencia de fósiles en los distintos estratos del subsuelo, y no suele dar lugar a error; lo que en bastantes casos ya no está tan claro son las causas de esta desaparición y la duración de las mismas, así que hablaremos aquí de las hipótesis más probables manejadas por los especialistas.




Ya desde antes de que apareciera la Vida en nuestro planeta tenemos noticia de grandes cataclismos, como por ejemplo la colisión con Tea, que dio lugar a la formación de la Luna. Otro evento dramático, acontecido tras la aparición de Vida monocelular en los océanos, es la llamada Catástrofe del Oxígeno: hace unos 2400 Ma, un nuevo tipo de organismos llamados cianobacterias empezaron a generar en sus procesos metabólicos oxígeno molecular, tóxico para la mayoría de especies existentes por entonces. Esto redujo el efecto invernadero e hizo caer las temperaturas, formándose una capa de hielo que cubrió toda la Tierra al menos tres veces en los siguientes 1000 Ma; a este tipo de fenómeno se le conoce como Glaciación Global o Tierra “Bola de Nieve”. Los microorganismos del océano se salvaron de milagro, en el agua líquida próxima a los volcanes activos, que por otra parte iban emitiendo poco a poco más dióxido de carbono a la atmósfera, lo que compensaba los efectos del oxígeno. Seguramente también tuvo algo que ver en la supervivencia de la Vida durante las glaciaciones el hecho de que el hielo es menos denso que el agua líquida y por tanto flota en ella, permitiendo que los organismos sigan subsistiendo en el fondo… A largo plazo, una gran cantidad de especies supieron adaptarse a la nueva situación y aprendieron a incorporar el oxígeno molecular a su metabolismo. La última Glaciación Global terminó hace 640 Ma, y algo después se produjo la Explosión Cámbrica, en la que el número de especies de los océanos se diversificó y la complejidad de los organismos aumentó.




Desde la Explosión Cámbrica se han producido cinco extinciones masivas importantes y algunas más de menor relevancia, hasta un total de unas veinte; nos centraremos en explicar estas cinco. Por orden cronológico, empezamos por las Extinciones del Ordovícico-Silúrico, ocurridas hace unos 440 Ma y en las que el 85% de las especies que poblaban por entonces los océanos se extinguieron, disminuyendo drásticamente por ejemplo el número de trilobites y braquiópodos. Una de las posibles explicaciones a este evento es un brote de rayos gamma procedente de la explosión de una supernova relativamente cercana al Sistema Solar. Hay evidencias de que en aquella época el nivel del agua subió y bajó varias veces de forma drástica, lo que dificultó que muchas de las especies pudieran adaptarse a tiempo.

La siguiente gran extinción es la del Devónico-Carbonífero, de hace 370 Ma, con el 82% de especies extintas. Constó de diversas fases a lo largo de varios millones de años, y su causa más probable es un descenso en las temperaturas originado por las emisiones producidas por una pluma del manto terrestre. Los arrecifes de coral en los mares poco profundos se vieron muy afectados en este periodo, y desaparecieron por ejemplo los placodermos o peces acorazados.




La más cruenta de estas cinco sería la Extinción del Pérmico-Triásico, ocurrida hace 250 Ma. Una de las causas podría ser la formación del supercontinente Pangea, con el correspondiente cambio climático, reducción de la longitud de costa y competencia entre especies de distintos continentes; pero teniendo en cuenta que la deriva de las placas continentales se produce a un ritmo de unos pocos centímetros por año, no parece probable que éste fuera el único desencadenante. Las pruebas recogidas apuntan a un enorme cataclismo volcánico que se produjo en lo que hoy es Siberia, resquebrajándose una porción de la corteza terrestre del tamaño de los Estados Unidos que estuvo cubierta por trescientos metros de lava durante un millón de años; la correspondiente emisión de cenizas y otros procesos paralelos favorecieron, según esta hipótesis, el efecto invernadero y el aumento de la temperatura. Hay otras teorías que hablan del posible impacto de un meteorito en la actual zona de la Antártida, bien en lugar de la erupción o bien además de ella… En cualquier caso, el 96% de las especies se extinguieron, de forma que toda la Vida que puebla hoy la Tierra desciende del 4% que sobrevivió… Vamos, que estuvimos a punto de no contarlo. Este cataclismo significó el fin del reinado de los grandes reptiles mamiferoides, y la completa desaparición de los trilobites en los océanos… La evolución dio lugar millones de años después al auge de los dinosaurios.

La Extinción del Triásico-Jurásico se produjo hace 210 Ma, y con ella desapareció el 75% de las especies. Sabemos que tuvo lugar en dos o tres fases, y tampoco están muy claras sus causas, barajándose varias opciones: fragmentación de Pangea, erupciones masivas, cambio climático… Desaparecieron con ella muchas especies de lagartos no dinosaurios, terápsidos y grandes anfibios terrestres, con lo que los dinosaurios tuvieron menos competencia a partir de entonces.




La última de las cinco, y la mejor conocida, es la Extinción del Cretácico-Terciario, en la que desapareció también alrededor del 75% de las especies, hace 66 Ma. Aunque pudieron contribuir a ella factores como una actividad volcánica inusual previa y el correspondiente cambio climático, el desencadenante final está bastante claro: fue el impacto de un meteorito de unos diez kilómetros de diámetro (el tamaño del Monte Everest) a una velocidad de veinte kilómetros por segundo, que liberó una energía de doscientos mil gigatones. Esta colisión generó un tsunami con olas de cuarenta metros de alto, incendios de los bosques a lo largo y ancho de todo el planeta y una densa capa de ceniza que cubrió la atmósfera durante largo tiempo, produciendo una notable bajada de temperaturas y una ausencia de luz solar que acabaron primero con muchas plantas, después con los herbívoros que las comían y por último con los depredadores de éstos.

También sabemos con bastante seguridad que el impacto se produjo en la península de Yucatán, en México; la distribución en esta zona de unos preciosos estanques naturales de agua dulce llamados cenotes muestra claramente la huella dejada por el meteorito: un cráter, ya muy erosionado, de unos trescientos kilómetros de diámetro. Una fina capa de Iridio que se puede encontrar por todo el Mundo en el límite estratigráfico entre el Cretácico y el Terciario es otra prueba irrefutable de la colisión. La consecuencia más conocida fue la extinción de los dinosaurios (exceptuando los pájaros) tras 160 Ma dominando la Tierra, pero también hubo otras víctimas. Fue el fin de los pterosaurios, y sólo los cocodrilos sobrevivieron de entre los grandes reptiles. En los mares fueron barridos de un plumazo los ammonites, plesiosaurios y mosasaurios, y desaparecieron también muchas especies de plantas con flores. Los mamíferos, que en aquella época tenían un tamaño más pequeño, consiguieron resistir el largo invierno, produciéndose a partir de entonces su auge y diversificación. De uno de aquellos mamíferos, el Purgatorius, procedemos los Humanos.

Podemos concluir por lo tanto que, a pesar de todas las catástrofes que ha sufrido, la Vida ha conseguido mantenerse y prosperar en la Tierra durante al menos una cuarta parte de la edad total del Universo, lo cual no está nada mal. La próxima semana hablaremos de la Sexta Gran Extinción, de si está más o menos próxima en el Tiempo y de en qué podría consistir… o lo que es peor, de si en realidad ha comenzado ya y sus responsables somos los Humanos.



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