lunes, 14 de octubre de 2013

El Penacho Blanco (II)

Después de haber visitado al Cyrano de Bergerac real del S.XVII y a su contrapartida de ficción de finales del XIX, veamos en qué aspectos podemos tomarlos como ejemplo para nuestra vida diaria hoy, a principios del XXI. He de admitir que me identifico con el personaje de la obra de Rostand (y la película de Rappeneau); aunque yo no sé manejar el florete, tenemos muchas cosas en común: una gran nariz (él bastante más que yo), ingenio al escribir (él bastante más que yo), no mucho éxito con las mujeres y sobre todo muchos Principios. Dejadme contaros sin embargo que el detonante de esta entrada triple, antes de que apareciese Cyrano, fue una sola palabra: Coherencia. Es uno de los elementos del Mapa Conceptual del blog (que es también, en cierto modo, mi Mapa Conceptual) y como tal debía ser una de las etiquetas de las entradas, pero me di cuenta hace poco de que, un año después del nacimiento de La Belleza y el Tiempo, todavía no había escrito nada acerca de este tema. Estoy enmendando ese error.
Puede definirse Coherencia como la “conexión, relación o unión de unas cosas con otras”; es por tanto la cohesión o enlace entre los elementos de un todo, de manera que se complementan sin contradecirse entre sí. Para alguien que, como yo, quiere aprender Todo acerca de Todo y comprender el Universo y nuestro lugar en él bajo una perspectiva global, averiguando cuáles son las cosas verdaderamente importantes en la Vida y cómo se interrelacionan entre sí, el concepto de Coherencia tiene una importancia crucial. Una forma de comprobar la veracidad de algo consiste en ver si es o no coherente en un contexto más amplio. Mientras que la Verdad es coherente, la mentira no lo es (puede parecerlo en ocasiones, pero sólo durante un tiempo limitado, o para un número limitado de personas); por tanto la auténtica Coherencia, al estar indisolublemente unida a la Verdad, tiene una cierta Belleza intrínseca. En futuras entradas del blog trataremos este concepto bajo una perspectiva distinta, cuando hablemos del Método Científico; lo que nos ocupa hoy es la Coherencia desde el punto de vista de los Principios Éticos y el concepto de Integridad, así que me pareció que el personaje de Cyrano era perfecto para ilustrar todos los detalles. Por otra parte, mantener una cierta Dignidad y Coherencia en una sociedad por lo general bastante incoherente supone un elemento de Inconformismo imprescindible para salvaguardar la propia Libertad, elementos todos estos también importantes en esta entrada y también presentes en el personaje de Cyrano.
 
 
Intentemos sintetizar todo aquello de lo que quiero hablar a continuación diciendo que la Integridad es la Coherencia entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos, junto con la Coherencia interna en cada uno de estos tres niveles. Empezando por el nivel del pensamiento, se trata de que los elementos de nuestro sistema de valores e ideas no sean contradictorios entre sí. Hay quienes hablan, en relación con esto, de la Coherencia entre lo que sentimos y lo que pensamos… Podríamos entenderlo de esta manera: lo que sentimos es lo que pensamos en lo más hondo de nuestro ser, pero a veces las implicaciones derivadas de hacer caso a esa voz interior (llamadla Conciencia, si queréis) nos asustan, de manera que inventamos un discurso alternativo de pensamiento a un nivel más superficial, un discurso más fácil de aceptar a corto plazo pero que casi siempre resulta ser erróneo, como suele demostrar el paso del Tiempo. Hay quienes tienen una voz interior tan insistente que incluso necesitan hablar en voz alta para intentar acallarla y engañarse a sí mismos: ya hemos hablado de esto alguna vez en el blog.
Lógicamente, no sirve de nada que tus ideas sean coherentes si luego no las pones en práctica: es necesaria una Coherencia entre lo que se piensa y lo que se hace. Me viene a la memoria esa gran frase que tantas buenas conversaciones filosóficas ha propiciado en el pasado en mi trabajo, a la hora del café: “Si no vives como piensas acabarás pensando como vives”. Yo siempre he intentado vivir tal y como pienso, es decir, actuar según me dicta mi Conciencia, aunque ello suponga un mayor esfuerzo por mi parte. Sin embargo, hay muchas personas a las que por comodidad les resulta más fácil hacer lo contrario, o sea, adaptar consciente o inconscientemente sus esquemas de pensamiento a su forma de vida, aunque ésta última no sea la más deseable ni la más ejemplar.
 
 
Pensar como vives es, de nuevo, engañarte a ti mismo, inventar excusas para tolerar y justificar las injusticias y negligencias; tanto aquellas de las que eres víctima como, aún peor, aquellas de las que eres directa o indirectamente responsable y que afectan a otros: “Total, al final el dinero se lo quedan siempre las ONGs”, “Total, se ha convertido en algo normal defraudar a Hacienda”, “Total, los contenedores de reciclaje acaban juntándolos con el resto de la basura”, “Total, los barrenderos están para recoger las cacas de perro”, “Total, quien más, quien menos, todo el mundo ha engañado alguna vez a su pareja”… Mentiras que nos contamos, inmersos en el egoísmo del “Yo-Más-Ahora”, sin darnos cuenta de que todo está interrelacionado en este Mundo y de que lo más inteligente sería guiar nuestras acciones bajo el enfoque más amplio del “Todos-Mejor-Siempre”. Si pensamos como vivimos, más tarde o más temprano el Tiempo hará evidentes nuestras incoherencias a ojos de todos, nos devolverá el golpe (a nosotros, a nuestros hijos o a nuestros nietos) y pondrá a cada cual en su sitio. Hasta entonces, incluso aquellos que hayan conseguido convencerse a sí mismos durante el día, a base de repetirse una y otra vez las mismas excusas baratas, serán incapaces de conciliar bien el sueño durante la noche, perseguidos por los fantasmas de su subconsciente.
Como de costumbre, mi idea inicial era la de publicar sólo dos entregas, pero conforme he ido escribiendo me he dado cuenta de que aquí había mucha tela que cortar… En la tercera y última parte de esta entrada, dentro de siete días, seguiremos hablando de Coherencia a distintos niveles, de cumplir nuestras promesas y de hacer lo correcto incluso cuando no mira nadie, e intentaremos sacar algunas conclusiones acerca del tema.

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