lunes, 28 de agosto de 2017

Amor a Segunda Vista (III)


Terminamos hoy la lista de características que me gustan en la forma de ser de una mujer, centrándonos en los rasgos y hábitos que tienen que ver más con las relaciones sociales, el estado de salud, la forma física y el aspecto externo. Por ejemplo, me gustaría que mi pareja no fuese ni muy derrochadora ni excesivamente consumista, y que prefiriese lo práctico y lo útil antes que lo caro y exclusivo; que comprendiese que a partir de un cierto punto cuantas más cosas se tienen menos libre se es y más agobiado se vive, y que supiera apreciar los placeres sencillos que realmente le dan sabor a la Vida. En cuanto a sus ideas políticas, me gustaría que prefiriese la cooperación antes que la competencia y el bienestar común antes que el individual, por lo que debería ser una persona más bien de izquierdas.




Mi pareja perfecta será una mujer auténtica, que piense por sí misma y que en el campo de las ideas no se deje llevar por las modas pasajeras… Respecto a esto, os quiero hablar brevemente de dos casos en los que más gente de lo razonable ha llevado una determinada postura ideológica al extremo, transformándola casi en obsesión. En primer lugar tenemos el tema del feminismo, que entendido desde la moderación es perfectamente lógico y razonable pero que últimamente se ha salido un poco de madre. Me asombra que, habiendo tratado toda mi vida a las mujeres como iguales que son, algunas de mis conocidas hagan de vez en cuando una burda generalización y den por sentado con sus comentarios que la Vida es una competición entre hombres y mujeres en la que ellos siempre tienen ventaja pero ellas siempre tienen razón, haciéndome sentir incómodo por supuestas actitudes que yo en particular nunca he tenido… Repito que me parece muy bien que se defienda la igualdad; lo que me molesta es que últimamente parece que no se habla de otra cosa, y hay gente que se ofende a la mínima de cambio sin demasiados motivos para ello.

Tampoco me gustaría que mi pareja fuese una vegetariana militante, de esas que se pasan el día restregándote por la cara que eres cómplice en el cruel asesinato de animalitos inocentes… Sé que la producción de carne roja consume mucha agua y recursos y produce muchas emisiones de metano a la atmósfera, y por tanto me parece bien que una persona quiera reducir la cantidad que consume o incluso sustituirla totalmente por otros alimentos con nutrientes equivalentes, pero siempre y cuando no lo convierta en el centro de su Vida, anulando para ello otras facetas de su personalidad y taladrándole la cabeza a todo el mundo siempre que tenga ocasión… Yo estoy a favor de la Vida en todas sus formas pero también entiendo que durante los últimos dos millones de años hemos formado parte de una cadena alimentaria que funciona bastante bien… De hecho, ya os conté una vez que a nivel evolutivo nuestro cerebro se hizo más grande en parte gracias a que empezamos a comer más carne, así que me parece bien seguir haciéndolo (minimizando en la medida de lo posible, eso sí, el sufrimiento de los animales). De chorradas como negarse a tomar miel o beber leche ya ni hablo… En resumen, tanto en este tema como en el anterior hay que saber diferenciar la postura legítima de cada uno del postureo puro y duro; no quiero compartir el resto de mi Vida con alguien que más que una persona sea un cliché.




Ya que hablamos de alimentación, me gustan las mujeres que se cuidan en temas de salud, que llevan una dieta sana y equilibrada, que no toman alcohol o lo hacen con moderación y sobre todo que no fuman. Sin embargo, no considero muy inteligentes a las que se preocupan demasiado por detalles superficiales o puramente estéticos; me repatean por ejemplo las personas constantemente obsesionadas con su propia edad, temerosas de envejecer incluso desde los veinte años, o que prejuzgan a los demás en función de su fecha de nacimiento, sin siquiera detenerse a conocerlos un poco mejor.

Normalmente en este mismo paquete de obsesiones y prejuicios entran los relacionados con el aspecto externo: no me gustan las mujeres excesivamente centradas en su físico, más pendientes de estar guapas de cara a los demás que de disfrutar sus propias aficiones y vivir su propia Vida, perdiendo el tiempo en retocarse por fuera en lugar de cultivarse por dentro… Con esto no quiero decir que es mejor que vayan hechas un desastre, sino que me atraen más las que alcanzan el punto justo de equilibrio y consiguen sacarse partido y estar atractivas sin perder mucho rato, empleando el tiempo ahorrado en cosas más interesantes… Y si además han sido bendecidas por la genética con algo de Belleza externa natural, pues mejor que mejor. En relación con esto, ya dediqué una entrada entera en el blog para quejarme de las mujeres que escogen a sus parejas, amigos o empleados en función de lo guapos que son, así que no me extenderé más aquí, pero recordad que en el pecado llevan la penitencia.

Rizando el rizo, tendríamos el tipo de mujer que no solo se arregla en exceso, sino que después antepone su aspecto a las muestras de cariño con su pareja, y por ejemplo no quiere darle un beso porque se ha pintado los labios… Afortunadamente, no trato con muchas chicas tan superficiales como para hacer esto, y espero que siga siendo así; yo considero las muestras de cariño y el sexo como algo fantástico, sano y divertido que debería suponer una parte importante de una relación, y espero que mi pareja opine lo mismo (un requisito más a añadir en la lista).




Detengámonos un poco más en el tema de la edad y relacionémoslo con lo que decíamos en la anterior entrega. ¿Qué es exactamente lo que me gusta de las mujeres más jóvenes? No creo que sea la fertilidad, porque aún no estoy muy seguro de querer tener hijos (otro día hablamos de ello). ¿Es su Belleza externa o su salud? Son características deseables, desde luego, pero ambas disminuirán con el paso del Tiempo. Decíamos la semana pasada que lo realmente interesante es su libertad, su inocencia, su alegría de vivir, pero ¡cuidado! Estas son cosas que hay que cuidar, porque podrían desaparecer también con el transcurso de los años.

En esta sociedad del culto a la imagen, de las primeras impresiones, de las prisas por actuar y la pereza intelectual, se producen fenómenos de retroalimentación (o, por emplear un término menos técnico, aborregamiento) por los cuales cada generación parece más obsesionada con la edad y la apariencia que la anterior, mientras que la inteligencia se pasa por alto cada vez más. La mayoría de las mujeres (y hombres) jóvenes ignoran cuáles son las cosas importantes en la Vida, les falta experiencia; todavía tienen que sufrir muchas desilusiones y cometer muchos errores, y solo una fracción de ellas llegará a darse cuenta de cómo funcionan las cosas realmente. Sin embargo, las que aprendan a cultivar su inteligencia y a mantener intacta al menos una parte de su ilusión de juventud comprenderán que con un poco de esfuerzo estos rasgos no solo no decaen con los años, sino que pueden mejorar con la edad.

Lamentablemente, como digo, estos casos afortunados no abundan en las generaciones más jóvenes, o al menos esa es la impresión que yo tengo con lo que observo a mi alrededor. Arriesgándome a hacer una de esas generalizaciones que tan poco me gustan, no creo que vaya a enamorarme, gracias a su manera de ser, ninguna mujer más joven de 35 ó 30 años; me resultarán físicamente atractivas, desde luego, pero dudo mucho que me cautiven a todos los niveles después de intimar un poco más. Creo que si conociese a una mujer mayor que yo que fuese realmente libre, alegre y divertida, que no se hubiera vuelto una snob y una estirada, ni tampoco una persona amargada y desencantada, o llena de inseguridades, me enamoraría de ella independientemente de su edad; creo que supondría una apuesta mucho más segura que una jovencita, porque a esas alturas sería poco probable que cambiase a peor en este sentido.




Por lo tanto, intentando resumir todo lo dicho estas tres semanas, para que una mujer fuese mi pareja ideal debería ser una persona inteligente, culta, intelectualmente curiosa, con buen dominio del lenguaje, con gustos y aficiones en común, divertida, sensible, comprensiva y amable, honesta, sincera, responsable, generosa pero modesta, sin complejos ni miedos, estable emocionalmente, independiente, poco consumista, políticamente de izquierdas, que no se dejara llevar por las modas, de costumbres sanas y que no estuviera obsesionada con la apariencia externa… Esto explica por qué otro de los títulos que había barajado inicialmente para esta entrada era “Mi Novia no es de este Mundo”… Por supuesto, sé que nadie puede cumplir todas las condiciones simultáneamente; no soy tan exigente, y hasta creo que algunas de ellas serían difíciles de compatibilizar entre sí… Pero cuantas más se cumplan, pues mejor: la lista no es más que el objetivo ideal al cual tender.

En el texto he aportado más detalles referentes a mis gustos particulares, pero estaréis de acuerdo conmigo en que la lista en sí no es rara en absoluto, muchos podrían identificarse con ella… Creo que el orden de preferencia sí sería un elemento más diferenciador entre unas personas y otras, así que voy a intentar seleccionar los rasgos más importantes, y ver si esta síntesis de la síntesis se parece a la clasificación que utilizaba en mi juventud (inteligente, simpática y compatible, dejando aparte lo de guapa)… Desde luego, el rasgo de inteligente es muy importante, porque además creo que engloba a algunos otros de la lista. Con tal de que mi pareja fuese inteligente, no me importaría tanto que no fuera especialmente culta o que no tuviese demasiada curiosidad por aprender cosas nuevas cada día. Lo de hablar y escribir bien sí lo considero algo más importante, aunque no tanto como la inteligencia (supongo que la elocuencia entraría dentro de la inteligencia lingüística, diferente a la inteligencia a secas, que sería la de tipo lógico). En cuanto a los gustos y aficiones en común (lo equivalente a compatible), sí considero que son imprescindibles para que la relación vaya bien.




La categoría que en mi juventud solía llamar simpática aparece aquí con más matices: por un lado correspondería a amable y comprensiva y por otro, aunque con importancia algo menor, a divertida. Un conjunto de rasgos en el que entrarían honesta, sincera, responsable o generosa se podría resumir diciendo que mi pareja tiene que ser buena persona, y esto sí es muy importante; de hecho, supongo que de joven también tuve esto en consideración, aunque no apareciese explícitamente en mi lista, o tal vez consideraba que estaba incluido en el rasgo de simpática. Las características de sensible o de independiente son algo más peliagudas, como ya hemos comentado, así que las dejamos fuera de la selección final.

Un rasgo importante que no estaba en el sistema de clasificación de mi juventud es el de emocionalmente estable, que englobaría también el de sin complejos ni miedos. La salud física, aunque no entra propiamente en el terreno de la personalidad, es importante también, pero creo que no tanto como la salud mental que he mencionado antes; estas dos son características que no se tienen en cuenta en la adolescencia porque se dan por sentadas, pero a medida que vas creciendo y te vas llevando algún susto y algún disgusto en tus relaciones, vas aprendiendo a valorarlas más. En cuanto a rasgos del ámbito social como poco consumista, poco superficial, de izquierdas o inmune a las modas, creo que no es necesario incluirlas en la selección final porque si las características son buenas a nivel individual y se trata de una chica inteligente, su calidad humana será buena también en el campo de las relaciones con los demás, como consecuencia lógica.




Por consiguiente, me atrevo a proponer una lista final de los cinco rasgos de personalidad más relevantes en mi opinión, ordenados de más a menos importante: buena, inteligente, compatible, estable y divertida. A estos se les puede añadir dos rasgos adicionales que están más relacionados con el cuerpo que con la mente: guapa y sana. Lo que en mi juventud eran 3+1 características ahora son 5+2, con lo que se trata de una descripción algo menos simplista y espero que algo más acertada… Lo más interesante es que he llegado a esta conclusión a medida que iba escribiendo la entrada, después de hacer algo de introspección y de ordenar y elaborar mis notas; previamente no tenía ni idea de cuál iba a ser el resultado. Esta es una de las razones por las que el blog es tan importante para mí: me ayuda a poner en claro mis ideas, a convertir en palabras lo que solo eran sensaciones borrosas dentro de mi cabeza.

La búsqueda de pareja es una tarea difícil: hay mucha gente que se pasa la Vida vagando sin rumbo aparente y abriendo puertas al azar, comprometiéndose con cualquier persona que parece mínimamente aceptable y fracasando una y otra vez, o incluso aceptando uno de esos fracasos para siempre… Llegar a conocerte bien a ti mismo y averiguar cuáles de las cualidades positivas de una mujer (o de un hombre) son las prioritarias para que resulte compatible contigo cuesta años y años… El problema si te tomas tu tiempo puede ser que cuando ya lo tengas claro sea demasiado tarde porque todas las mujeres con dichas cualidades cerca de tu rango de edad hayan escogido ya a otros hombres; sabes exactamente qué puertas abrir, pero descubres que ya no hay nadie esperando al otro lado. Algunos de estos hombres, precisamente por haber sido escogidos “con prisas”, en la juventud o en la primera madurez, no serán los apropiados, llegando a su fin la relación, así que aún conservo la esperanza de poder representar una maravillosa segunda oportunidad para una mujer también maravillosa; aún sigo soñando despierto… La semana que viene, en la última entrega, seguiremos extrayendo más conclusiones acerca de todo esto.



lunes, 21 de agosto de 2017

Amor a Segunda Vista (II)


En la primera entrega de este repaso a las características de mi pareja ideal nos centramos en el ámbito de lo lógico, analítico e intelectual, y vimos que debía ser inteligente, culta, curiosa intelectualmente hablando, con buen dominio del lenguaje y con gustos y aficiones en común conmigo (¡Casi ná!). En la segunda entrega nos centraremos más en lo creativo, intuitivo y emocional (aunque ya os advertí que esta división en partes puede ser algo laxa)… Por ejemplo, me encanta en una mujer que sea divertida e ingeniosa y que tenga sentido del humor, que capte al vuelo mis comentarios irónicos y que sepa seguirme las bromas. Incluso, si tiene gracia para ello, me gusta que haga un poco el payaso en algunas ocasiones, imitando voces y montando un poco de espectáculo, aunque eso pueda avergonzarme en presencia de desconocidos; tengo un par de amigas que lo hacen muy bien y que saben cuándo es el momento para hacerlo y hasta dónde pueden llegar, cosa que les da muchos puntos a mis ojos… En esta misma línea, ya os comenté una vez que Kristen Wiig me parece muy sexy precisamente porque es una de las mejores humoristas que conozco; se nota que lo lleva en la sangre, que ha nacido para ello.




También me gustan las mujeres sensibles, que expresan abiertamente sus sentimientos y que no han perdido la capacidad de emocionarse con los pequeños detalles de la Vida… Sé que más adelante en esta misma entrega diré que me gustan las mujeres de carácter fuerte, lo cual podría parecer incompatible con tener una sensibilidad especial, pero no lo es: se trata de alcanzar el equilibrio adecuado entre ambas cosas, y además no debemos confundir sensibilidad con sensiblería… Sin duda me parece otro punto a favor de una mujer el que sepa canalizar esta sensibilidad por la vía artística, que sea creativa por ejemplo en el campo de la Literatura y la Poesía, o en el de la Música, o mejor aún, en ambos… Ya os he comentado en alguna ocasión que tanto mi pareja más duradera como varias de las mujeres que me han marcado a fuego en mi historia sentimental tocaban un instrumento musical o cantaban muy bien.

Reflexionemos un poco: si una mujer es divertida lo es porque no ha perdido las ganas de jugar y bromear de la infancia, y si es sensible lo es porque conserva parte de la inocencia e ilusión de su juventud… Por tanto, creo que lo que me gusta (a mí y seguro que a muchos otros hombres) es una mujer que no se haya dejado anular por los convencionalismos de la sociedad actual… Tal vez esta libertad, espontaneidad y alegría de vivir son las razones por las que a muchos nos atraen las mujeres más jóvenes, y no solo el hecho de que sean físicamente más atractivas a primera vista… Las chicas jóvenes también tienen sus desventajas una vez las conoces mejor, pero de esto seguramente hablaremos la semana que viene.




Espero que mi pareja sea una persona amable, empática y comprensiva, que encuentre siempre las palabras adecuadas para animarme cuando lo necesite; que sepa escuchar y a la que pueda confesarle hasta mis detalles más íntimos de manera natural, sin sentirme avergonzado por ello… Que sea alguien que me ayude a ver las cosas bajo un ángulo diferente, y que en las ocasiones en las que no comparta mis puntos de vista al menos los entienda, y esté abierta a un diálogo razonado en el que tanto ella como yo podamos ceder si es necesario, cambiando de opinión y acercándonos a la postura del otro… A un nivel más físico, me encantaría que fuese una persona cariñosa, no solo en cuanto a los besos, caricias y abrazos en pareja, sino también con pequeños detalles como el de tocar con la mano el brazo de sus amigos, como para reforzar así el vínculo de amistad… De la lista de ocho que vimos en su día, todo esto tiene relación con la inteligencia interpersonal de Howard Gardner. 

Mi pareja ideal tendrá un sentido de la Justicia similar al mío, y preferirá el “Todos-Mejor-Siempre” antes que el “Yo-Más-Ahora”. Será una persona honesta, con principios, sin contradicción entre sus pensamientos, sus palabras y sus actos, y coherente consigo misma a cada uno de estos tres niveles, sin dejarse afectar por la presión social. Me viene a la cabeza una buena definición de lo que es una persona íntegra, que ya hemos usado antes en el blog: se comportará en público como si estuviera sola y en solitario como si la estuvieran viendo todos… Y no solo valorará la Coherencia, sino también la Verdad, con lo que será una persona sincera, que evitará mentir a menos que sea por el bien común.




También están relacionadas con la Coherencia las virtudes de ser responsable y organizada. Para mí es vital saber que puedo confiar en su palabra, y que cuando se comprometa a algo se esforzará en hacerlo lo mejor posible. A veces este margen de confianza se refleja en detalles tan triviales como el de poder o no concretar una cita con esa persona con más de dos días de antelación, o el hecho de que llegue o no puntual a la cita: esto puede darte algunas pistas acerca de su forma de ser a nivel general, e incluso acerca de cómo responderá ante una situación de emergencia, que será cuando más necesites confiar en ella.

Casi más importante que ser responsable y trabajadora es ser una mujer atenta y generosa, siempre pendiente de ayudar a los demás, y por lo general sin pedir nada a cambio. Se trata de personas muy modestas, a las que no les gusta ser el centro de atención; hacen las cosas no por el reconocimiento, sino sencillamente porque es lo correcto… Responsable, generosa y modesta son, curiosamente, tres rasgos que no abundan por ahí, pero que cuando aparecen lo suelen hacer juntos en una misma mujer, y cuando eso ocurre estamos ante alguien al que hay que cuidar muy bien, porque gente como ellas hay muy poca. Hasta donde yo recuerdo, tengo cuatro amigas con estas características, cada una de un entorno social distinto, y a las cuatro las adoro y haría lo que fuese por ellas. María José, Esperanza, Blanca y Violeta: supongo que si leéis esto os va a dar bastante vergüenza, pero me apetece mencionar vuestros nombres precisamente porque sé que vosotras, por humildad, nunca os pondríais las medallas que os merecéis… Os mando un abrazo muy fuerte a las cuatro y quiero que sepáis que este Mundo es un lugar más hermoso porque vosotras lo ilumináis con vuestra luz interior.




Antes decía que me gustan las mujeres con cierta sensibilidad, que no se hayan vuelto egoístas, aburridas y superficiales con el paso de los años… Tampoco me gustan las que van excesivamente estresadas, las que creen que darán sentido a su Vida realizando frenéticamente mil actividades cada día sin pararse a saborearlas, aburriéndose de todas sus aficiones al poco de haberlas adoptado y siempre planificando futuros viajes y excursiones… A algunas de estas mujeres, que hablan más que piensan y que creen huir de la rutina cuando realmente están huyendo de ellas mismas, se las puede reconocer a veces en un primer vistazo porque se muerden mucho las uñas, o porque fuman para combatir el estrés… Yo entiendo que cada cual tiene sus propios traumas del Pasado, y que en algunos casos esa vocecita de tu subconsciente que te dice cosas que no te gustan es más difícil de acallar que en otros, pero a ser posible me gustaría evitar que mi compañera sentimental fuera uno de estos casos.

Del mismo modo que intento evitar a las mujeres superficiales y a las hiperactivas, tampoco me gustan las miedosas que necesitan echar tres cerrojos a la puerta antes de irse a dormir, o que prefieren dar un largo rodeo antes que cruzar una calle cuya pinta no acaba de gustarles (esto me ha ocurrido un par de veces con amigas en el túnel de la Gran Vía Germanías, que llevo cruzando años sin que me haya pasado nunca nada). Para mí es importante que mi pareja no tenga miedos ni complejos, que sea una persona segura de sí misma y refuerce así mi propia sensación de seguridad (aunque ya voy bien servido); alguien con las ideas claras que tenga el control de su propia Vida y que haga siempre que las cosas parezcan fáciles… Este tipo de Belleza interior, esta estabilidad emocional, se manifiesta a veces en el exterior a través de la cara, con una expresión tranquila y relajada y ausencia total de tensión en los músculos de los ojos y la boca; y también a través de la postura corporal, la manera de andar, el tono de voz al hablar y otros muchos detalles imperceptibles a no ser que hagas un esfuerzo consciente por detectarlos… Creo que ya lo he comentado alguna vez antes: esto es lo que César Millán, el Encantador de Perros, llama “Energía firme y tranquila” (pero aplicado a las personas, no me entendáis mal).




Una de las facetas en las que no tengo tan claro lo que quiero es en lo relativo al nivel de independencia en la pareja… Recuerdo que con mi ex tuve muchos momentos, viviendo separados, en los que la echaba de menos y pensaba que sus estudios y su trabajo monopolizaban gran parte de su tiempo; y sin embargo cuando empezamos a compartir piso me ocurrió al revés, a veces tenía la impresión de que me ahogaba, de que necesitaba más espacio (posiblemente porque en lo referente a las rutinas diarias no éramos muy compatibles)… Supongo que con mi pareja ideal sería cuestión de alcanzar el punto justo de equilibrio entre ambos extremos, aunque tengo claro que no me gustaría una persona excesivamente dependiente de mí ni tampoco excesivamente dominante (ni una que necesitara tener un perro o un gato para no sentirse sola). Prefiero una mujer independiente, a la que le guste estar conmigo pero que también necesite momentos para ella misma… Hay que aprender a estar solo y quererse a uno mismo para poder estar bien después en pareja. En este sentido, soy partidario de vivir inicialmente en pisos separados e ir tanteando de manera gradual si somos realmente compatibles para vivir juntos.

Y lo dejo aquí por hoy… Nos falta enumerar algunas características más y desarrollar las conclusiones, tratando de responder a varias preguntas: ¿Qué relación hay entre la Belleza física y la Belleza interior, y cuál es la importancia relativa de ambas? ¿Estaré buscando en realidad a una versión de mí mismo con cuerpo de mujer, o hay algún rasgo mío que no quiero que tenga mi pareja? De todas las características de la lista, ¿con cuántas me conformaría y cuáles son más importantes a la hora de escoger compañera? Y por último, y más importante: ¿A estas alturas, y tal y como está el patio, estoy realmente en situación de escoger, o debería simplemente conformarme con alguien a quien le guste yo, aunque no sea la mujer perfecta? La semana que viene seguimos hablando de ello.



martes, 15 de agosto de 2017

Amor a Segunda Vista (I)


Hace ya unos cuantos años, en mi juventud, un buen amigo mío de la Universidad que llevaba poco tiempo saliendo con su pareja me decía (y estoy seguro de que lo decía con toda la buena intención) que estaba aprendiendo a quererla… Esta frase me llamó mucho la atención, tanto que todavía hoy me acuerdo de ella. Esto de salir primero e intentar después que surja el amor tal vez funcione algunas veces (a él le funcionó), pero creo que por lo general no es el mejor método para conseguir una relación feliz y duradera. En lugar de ver a una mujer, desearla, salir con ella y entonces aprender a quererla, lo que habría que hacer es conocerla primero, quererla hasta el punto de empezar a desearla (si es que no la deseabas ya desde el primer momento) y entonces salir con ella.

Ya os comenté una vez que por aquella época de mis años mozos usaba cuatro parámetros para estimar lo poco o mucho que me gustaba una chica: inteligente, simpática, compatible y guapa. También os dije que esta clasificación, aunque era mejor que nada, suponía una excesiva simplificación de la gran complejidad que caracteriza a cualquier persona. Acerca de los rasgos físicos que hacen que una chica me parezca guapa ya hablamos en Amor a Primera Vista allá por el 2012, en los inicios del blog; y en la entrada múltiple que aquí empieza os enumeraré los rasgos de personalidad que me resultan más atractivos al ir conociendo a una mujer, más allá de la primera impresión… Mis palabras exactas fueron que hablaríamos de esto “un poco más adelante”, y han pasado cinco años; para que veáis que realmente me tomo las cosas con calma.




Otra antigua entrada del blog relacionada con este tema es Sin Aditivos ni Colorantes, en la que explicaba los detalles que no me gustan de las mujeres cuando fingen una Belleza exterior que realmente no tienen… Pero el post más relacionado con el de hoy, y prácticamente de lectura obligada, es la tercera parte de Inteligencias Múltiples, que podría considerarse como el complemento inseparable o la entrega número cero de esta entrada: echadle un vistazo. El tema de la búsqueda de pareja se ha ido tocando aquí y allá en otras muchas entradas, así que a lo largo de las próximas semanas seguramente habrá bastantes enlaces a contenidos de La Belleza y el Tiempo.

Hablar de los rasgos de personalidad, hábitos y gustos de mi compañera sentimental ideal supone una tarea titánica tanto en extensión como en complejidad organizativa, pero creo que he encontrado la forma de contarlo en tres o cuatro entregas más o menos bien estructuradas. El primer grupo comprende los rasgos de carácter más intelectual, el segundo los relacionados con la creatividad y las relaciones con los demás, y el tercero las costumbres que podrían considerarse más relacionadas con la forma física y el aspecto externo (vuelvo a recalcar que esta es una clasificación aproximada, ya que las fronteras entre unos tipos de cualidad y otros son borrosas). En la última entrega intentaremos decidir qué características son las más importantes de todas las enumeradas y, como de costumbre, trataremos de sacar conclusiones generales que nos sean de utilidad… Vamos pues con las cualidades de tipo intelectual.




Huelga decir que para que una mujer me guste tiene que ser inteligente. De acuerdo con su etimología, el adjetivo “inteligente” describe a una persona que sabe elegir la mejor opción a partir de la información disponible, que sabe tomar buenas decisiones en la Vida. Me refiero aquí a la inteligencia en su acepción más clásica, es decir, la capacidad de pensamiento lógico y racional, de análisis de la información y de argumentación coherente de las ideas. Lo del pensamiento racional deja fuera de mi lista de favoritas a aquellas mujeres que crean por ejemplo en la eficacia de técnicas como la homeopatía, acupuntura, reflexología o biomagnetismo, y hace que me caiga muy, muy bien la consejera de sanidad Carmen Montón, que ha emitido hace poco una orden para que no se fomente el uso de las pseudoterapias en los centros sanitarios de la Comunidad Valenciana. En la misma línea, tampoco me sentiría cómodo con una mujer que creyese ciegamente en cualquier tipo de dogma religioso… Más adelante hablaremos con calma en el blog tanto de la creencia en Dios como de otros tipos de pensamiento mágico.

Mi mujer ideal no solo será inteligente, sino que me espoleará para aguzar también mi ingenio, en una sana competencia de la que ambos saldremos beneficiados; como cuando corres (perdón, haces running) con otra persona que tira de ti y te hace dar el máximo, sacando fuerzas de flaqueza… Ya hablamos de esto en una ocasión, cuando os dije que la inteligencia es sexy. Me encantaría tener una compañera que supiera formular las preguntas que yo tenía difusas en mi cabeza y para las que no sabía encontrar las palabras, o que me ayudara a encontrar respuestas a las grandes preguntas de la Existencia con un estilo de razonamiento similar al mío, pero con ligeras diferencias a la hora de pensar que le permitan llegar a rincones del Conocimiento donde yo no alcanzo.




Además de inteligente debería ser una mujer culta, tener un buen conocimiento de los clásicos y acerca de cuáles son nuestras raíces y cómo hemos llegado al momento actual de nuestra Historia. Y debería tener una gran curiosidad intelectual, debería gustarle aprender algo nuevo cada día. No querría perderse ni un solo detalle de todo lo que la rodea, y por tanto no le importaría llevar gafas (o lentillas) si las necesitara. Su objetivo será aprenderlo Todo acerca de Todo, y tendrá, como yo, una concepción generalista de las cosas, tratando de verlas bajo una perspectiva lo más amplia posible, considerando los distintos niveles subyacentes (psicológico, sociológico, biológico, geológico, cosmológico…) y distinguiendo así lo que es realmente importante de lo que no lo es.

Si tuviera la suerte de encontrar a alguien así, mi relación con ella no sería como la unión estanca de dos medias naranjas, cerrada a los problemas del Mundo con una coraza hecha a base de hermosas mentiras compartidas; más bien nos usaríamos el uno al otro como una puerta para acceder a conocimientos que no teníamos antes, y llegar así a una mejor comprensión del Universo, enriqueciéndonos mutuamente desde un punto de vista intelectual. Si ella es inteligente percibirá como yo que hay muchas cosas en nuestra sociedad que son estúpidas o no funcionan, o que pueden quedar patas arriba por un capricho de la Naturaleza, y que incluso las cosas buenas y hermosas que nos rodean podremos disfrutarlas solo por Tiempo limitado, lo que tal vez la haga estar un poco melancólica en algunas ocasiones; pero el mero hecho de estar juntos, de habernos encontrado el uno al otro, nos servirá de consuelo y nos dará Esperanza frente a las injusticias del Mundo.




Para mí es importante que mis amigos y amigas sepan expresarse bien tanto oralmente como por escrito; como dije en Inteligencias Múltiples al hablar de las aptitudes lingüísticas, “una mujer que de puertas para afuera usa las palabras correctas enlazadas de la manera correcta seguramente hará lo mismo con las ideas de puertas para adentro”. En otro orden de cosas, ya sé que en Amor a Primera Vista os comenté que los rasgos exóticos son atractivos, y también sé que la mezcla de culturas te proporciona una mente más abierta y las uniones interraciales producen una descendencia genéticamente más sana, pero al mismo tiempo no me veo conviviendo con alguien que no comparta lengua materna conmigo, por muy buenas que sean sus otras cualidades. Es difícil llegar a tener una conexión total si no se dominan las sutilezas del idioma de la otra persona; yo quiero alguien con quien poder tratar temas complejos, elevados, y entenderme perfectamente de forma rápida… Tal vez precisamente por esto hay gente (no todos, ojo) que se lía con alguien extranjero: porque así pueden poner el idioma como excusa para no seguir hablando de temas filosóficos, cuando en realidad lo que les pasa es que se han rendido intelectualmente y prefieren vivir una vida de encefalograma plano.

Aunque con el valenciano puedo hacer una excepción, confieso que me sentiría algo más cómodo saliendo con una mujer castellanoparlante que con una valencianoparlante o una nativa en ambas lenguas, para evitar el conflicto de tener que decidir en qué idioma hablar en cada contexto (conflicto que no surgiría de mí mismo, sino de la situación sociopolítica presente y pasada de nuestra Comunidad). Además, aunque puedo defenderme, no soy nativo y nunca he usado el valenciano en casa, con lo que no dominaría las sutilezas de las que hablábamos antes (aparte de que aún no tengo claro cuál es el estándar que habría que utilizar; el tema de la normalización lingüística ha avanzado mucho en los últimos años pero aún falta camino por recorrer, y eso es algo con lo que yo, bastante cuadriculado, no me siento muy a gusto).




Y hablando de gusto, es imprescindible que mi pareja y yo tengamos aficiones y gustos en común. Por ejemplo, que le guste leer, la buena Música y sobre todo el buen Cine (recordad que soy muy visual y se me da mejor asimilar la información y entender el Mundo mediante imágenes). Sería genial que tuviese referentes similares a los míos en cuanto a Cine, Literatura o Música para poder usar los mismos códigos y tener nuestras propias bromas privadas… y sería aún mejor que nuestros referentes fuesen similares pero no idénticos, para poder descubrirnos el uno al otro esas pequeñas joyas, esa gran película o esa canción especial, que faltaban en nuestra colección.

Cuando era adolescente, incluso antes de aquella conversación con mi amigo de la Universidad que aprendía a querer a su pareja, recuerdo otra breve charla que tuve con mi tío abuelo Miguel (que además de contable era escritor, autor teatral y articulista, y que parecía una persona bastante sabia) en la que me dio el siguiente consejo sobre las mujeres: “elige a una con la que se pueda conversar a gusto. También fue una frase que permaneció en mi memoria, pero con esta estoy más de acuerdo… Aún añadiría más: mi pareja ideal será alguien con quien podré conversar pero también con quien podré sentirme cómodo a veces en silencio, comunicándonos sin necesidad de palabras, con tan solo un roce de la mano o una mirada… Seguimos conversando la semana que viene y enumerando más cualidades de la mujer de mis sueños.