martes, 31 de enero de 2017

Atando Cabos (IV)


Ya en su día hablamos del relato corto Cadenas, de 1929, en el que el escritor Frigyes Karinthy planteaba por primera vez (al menos que nosotros sepamos) la idea de los Seis Grados de Separación, según la cual cualesquiera dos personas de los más remotos rincones del Planeta estaban siempre conectadas entre sí por una cadena de no más de seis eslabones (y siete individuos en total), uniendo cada eslabón a dos amigos o conocidos. La entrega de hoy será una especie de continuación de aquella en la que jugamos, hace ya casi tres años, con el Oráculo de Kevin Bacon, que consistía básicamente en aplicar esta idea al mundo de los actores y actrices de Cine, consistiendo el nexo de unión en ese caso en haber trabajado juntos en la misma película. Alguna vez he pensado que se podría idear un juego parecido con bandas de Rock u otros estilos musicales (en lugar de películas) y con los músicos que han tocado en ellas en algún momento de su historia (en lugar de actores)… pero mejor no salirnos del tema que nos ocupa.




Hoy podemos seguir hablando de conexiones entre personas en el cine y la televisión, pero no desde el punto de vista de los actores, sino de los personajes de las historias, una idea que ya se ha tocado muchas veces en series y películas. Hace unos diez años, por ejemplo, pasaron una serie llamada Six Degrees en la que varios neoyorquinos influían unos en las vidas de los otros mediante una intrincada red de coincidencias… Fue cancelada tras trece episodios por baja audiencia, y no recuerdo bien si en España llegaron a emitirlos todos o no; tampoco me importó demasiado, porque aunque la idea resultaba atractiva la ejecución era bastante mala, no parecía que los guiones acabasen de tomar una dirección muy concreta.

La serie Perdidos exploraba entre otras muchas cosas el concepto de los Seis Grados de Separación, ya que muchos de los personajes se habían conocido antes del accidente del avión de Oceanic, o estaban íntimamente relacionados entre sí (a nivel de uno o dos grados), aunque a veces no eran conscientes de ello. En este caso las coincidencias, aunque difíciles de seguir, sí estaban tratadas con más ingenio; me gustaba toda esa intrincada red de relaciones entre unos y otros. Y como tercer y último ejemplo, la peli Babel, de Alejandro González Iñárritu, también juega con el concepto de varias personas de distintos continentes (un matrimonio norteamericano, la mujer mejicana que cuida a los hijos de este, un par de chicos marroquíes y una adolescente japonesa sordomuda) que aparentemente no tienen nada que ver los unos con los otros (la mayoría de ellos ni siquiera llegan a conocerse) y cuyos destinos sin embargo acabarán entrelazados, en este caso por el disparo de un rifle.




Dejemos la ficción y volvamos a la realidad, y comprobemos que efectivamente los 7.500 millones de personas actualmente sobre la faz de la Tierra estamos mucho más conectados de lo que pensamos. La totalidad de la población humana cumple las condiciones de lo que en Teoría de Redes se llama Mundo Pequeño: un sistema o red de elementos discretos y relacionados entre sí en el que, a pesar de haber un gran número de nodos o elementos, es posible encontrar rutas muy cortas que conecten dos nodos cualesquiera. Esto suele ser posible gracias a la existencia de los llamados nodos centrales, con un número inusualmente alto de conexiones (En Internet a los nodos de este tipo se les ha llamado a veces “Kevin Bacon”).

Un conocido experimento a cargo del psicólogo social Stanley Milgram para demostrar la teoría del Mundo Pequeño implicó el envío de un gran número de cartas por correo postal a finales de los sesenta. El estudio consistía en seleccionar al azar dos personas de ciudades alejadas entre sí e intentar averiguar cuántos grados de separación había entre ellas. Para ello se le daban a la persona inicial algunos datos sobre la persona objetivo y se le pedía que enviase una carta a un amigo o pariente al que conociera personalmente y que tuviese más probabilidades de conocer personalmente al destinatario, además de una tarjeta a la Universidad de Harvard para poder hacer el seguimiento del proceso. Se comprobó que la longitud promedio de las cadenas que llegaron a su destino era de unas seis personas… Posteriormente se llevaron a cabo experimentos similares a mayor escala, con e-mails en vez de cartas postales, y los resultados obtenidos fueron a grandes rasgos similares a los del experimento original.




También cumplen la definición matemática de Mundo Pequeño las estructuras de otros sistemas como Internet, la red eléctrica de los Estados Unidos (con sus más de 5.000 centrales de energía) o el conjunto de empresas comerciales a lo largo y ancho del planeta; e incluso se ha comprobado que cumplen estas condiciones algunas estructuras de tipo biológico y no social, como el sistema nervioso de determinados animales sencillos, que resultan más fáciles de investigar. Es importante conocer cómo funcionan este tipo de sistemas porque a través de estas redes se propaga no solo energía o información (ya sea veraz o falsa, útil o inútil) sino también virus (informáticos en el caso de Internet, biológicos en el caso de la población humana), averías o crisis, y conocer cómo se propagan ayuda a detenerlos más rápido, o al menos minimizar sus efectos.

El análisis de la estructura de las redes sociales mundiales, no solo en Internet sino a un nivel más amplio, es útil también para tratar de comprender por qué algunos libros o películas tienen un gran éxito de público mientras que otros igualmente buenos no lo tienen. O en general por qué algunas ideas calan más en la sociedad que otras, dependiendo de cómo, cuándo y desde dónde han empezado a expandirse… Y lo que es más importante: este conocimiento puede resultar clave para llegar a más votantes en unas elecciones, como demuestra el reciente triunfo del Partido Popular aquí en España, a pesar de todos sus chanchullos y su corrupción, gracias al uso del microtargeting en Facebook.




El hecho de que el Mundo se haya vuelto aparentemente más y más pequeño se ha debido a varios factores, entre los cuales se cuentan el establecimiento de una tupida red comercial a nivel planetario, la aparición de medios de transporte cada vez más rápidos, seguros y baratos que facilitan los viajes largos, los avances en las tecnologías de la información y la comunicación… Todos estos procesos empezaron a acelerarse hace unos quinientos años, con el descubrimiento de América y la revolución científica moderna, y cogieron una velocidad de vértigo durante el pasado siglo, llevándonos a lo que hoy se conoce como Globalización.

Es una cuestión de simple Matemática, y aunque los detalles exactos son complejos y no me voy a meter en ellos, los conceptos básicos son bien sencillos de comprender: si cada persona conoce a otras N personas y encontramos todas las posibles cadenas de n eslabones que partan de una persona determinada (suponiendo que ninguno tenga conocidos comunes, lo cual es mucho suponer) obtenemos un valor de N elevado a n, que puede ser realmente grande (7.500 millones, por ejemplo) aun con valores de n menores que seis, siempre y cuando el N sea suficientemente alto. El número de personas conectadas crecerá por tanto exponencialmente con el número de eslabones en la cadena. A medida que se van viendo facilitadas la comunicación entre personas y los viajes largos aumenta también el número de conocidos N de una persona determinada, y por tanto los números en los cálculos para cada eslabón.




Las celebridades de uno u otro campo que aparecen en los medios de comunicación y que se mueven constantemente por todo el Mundo actúan como los nodos centrales de los que hablábamos unos párrafos más arriba, disminuyendo así el solapamiento entre los distintos grupos de conocidos que habíamos obviado para nuestro cálculo rápido de antes… Las personas que se marchan a vivir a otro país también actúan como nexos que tienden hilos más largos en la red y ponen a distintos grupos humanos geográficamente muy distantes a menos grados de separación unos de otros. Y por otra parte las personas auténticas y originales, que no responden a un cliché y que se mueven en muy diversos ámbitos, son también nexos interesantes y a tener en cuenta a la hora de hablar de interconectividad a nivel global. Ya os conté en una ocasión que yo mismo actúo a veces de nexo entre distintos entornos de la sociedad valenciana… Y no soy el único, por supuesto: Valencia es una ciudad pequeña y muy a menudo descubro que dos amigos míos procedentes de ambientes completamente opuestos también se conocen entre sí, y a veces por las razones más insospechadas y difíciles de imaginar a priori.




También os he comentado en otras ocasiones que prefiero relacionarme con mis amigos en persona, cara a cara, y no a través de unas tristes líneas de texto en una pantalla… Desde que aparecieron las primeras redes sociales con base en Internet, allá por el 2002, el número de conexiones necesarias para llegar de una persona a otra ha ido disminuyendo poco a poco. Facebook hizo el año pasado un cálculo bastante cuidadoso (no como el mío de antes) entre sus 1.600 millones de usuarios y llegó a la conclusión de que el número promedio de grados de separación en esta red social era de tres y medio. Hace unos pocos años era de cuatro, así que es de suponer que seguirá bajando en el futuro…

Esto no tiene por qué ser necesariamente bueno: la Red hace que cada vez estemos más conectados con otros pero también que tengamos menos tiempo para profundizar en estas relaciones. Las cadenas virtuales que nos unen tienen eslabones realmente frágiles, y en el fondo en la Web nadie conoce verdaderamente a nadie. Muchas veces el conjunto de tus amigos de Facebook o tus seguidores de Twitter no es una verdadera comunidad, sino un triste sucedáneo en la pantalla de tu móvil en el que puedes añadir o eliminar personas con un solo click, sin mirar a nadie a la cara ni poner en práctica tus habilidades sociales… A la mayoría de la gente las redes sociales no les ayudan a ampliar sus horizontes intelectuales, sino más bien al contrario, les hacen encerrarse más y más en sí mismos, sin salir de una ilusoria zona de confort en la que todo es bastante superficial, edulcorado y de color de rosa pero a la vez vacío y sin apenas sustancia (esto último, junto con la idea de que los hilos conectores son más bien hilillos finos y endebles, me ha traído a la cabeza una imagen que describe bastante bien muchos de estos foros de Internet: más que a las redes de un pescador, firmes y resistentes, se parecen al algodón de azúcar de las ferias, que cuando lo muerdes se queda en nada). Está claro pues que la Red de Redes es una herramienta y que tenemos que aprender a utilizarla correctamente, y enseñar también a las nuevas generaciones cómo hacerlo: esta es una gran responsabilidad sobre todo para padres y profesores.




Para ir terminando por hoy, volvamos de nuevo a una perspectiva más amplia, con todos los integrantes de la población mundial relacionándose entre ellos (o con la posibilidad de hacerlo) tanto en persona como a través de la Red, tanto de manera superficial como de una forma más plena y productiva… Lo más interesante del asunto es que todos estos pueblos y etnias que han entrado en contacto de una forma tan intensa durante el último siglo no habían estado separados desde siempre… El incremento de la movilidad de las personas y de la facilidad para comunicarse en la sociedad actual no han hecho más que reunir de nuevo a los hijos de los que en su día habían estado juntos, en el nordeste de África, desde el nacimiento de nuestra especie.

Todo esto lo veremos con más detalle en una próxima entrada del blog dedicada a explorar el intervalo de Tiempo comprendido entre la aparición del Homo Sapiens y la invención de la Escritura (y con ella el comienzo de la Historia propiamente dicha). Baste decir por ahora que las lentas pero constantes migraciones producidas desde África y en todas direcciones, sobre todo en los últimos 60.000 años, habían hecho que las costumbres, el lenguaje y hasta los rasgos y el color de la piel fuesen cambiando y diversificándose en las distintas regiones del Mundo, y con el paso del Tiempo nos habíamos olvidado de que procedíamos todos del mismo lugar… Esta pérdida de la memoria del Pasado, la gran celeridad del reencuentro hace pocos siglos en comparación con la lenta diáspora anterior y por último el gran aumento en el número de individuos en combinación con la escasez de los recursos disponibles han sido los causantes en muchos casos de incomprensión, desconfianza y conflictos entre distintas comunidades que en realidad eran hermanas sin ellas saberlo.




Y si ahora, gracias a los estudios genéticos de las distintas etnias humanas, ya conocemos los detalles de esta nuestra historia en común, una historia que nos relaciona a los españoles directamente con cualquiera que viva en China, en Perú o en Australia, ¿no debería ser esta una razón suficiente para desechar los prejuicios y respetarnos más los unos a los otros, independientemente de nuestra procedencia? Y es más, ¿acaso no deberíamos sentirnos aún más ligados si cabe a todos los que viven a nuestro alrededor, a nuestros vecinos o conciudadanos, independientemente de que los conozcamos personalmente o no?

Por tanto, la clave está en la cooperación tanto a nivel global (en las ideas) como a nivel local (en las acciones), que da lugar al curioso término “glocal”… Mantengamos limpias nuestras calles porque son de todos, pero a la vez no contaminemos el aire que podría ir a parar al otro lado del Planeta. Ayudemos al que no tiene, ya sea colaborando con el banco de alimentos de nuestra ciudad o con una ONG que trabaja en otro continente, porque mañana podríamos ser nosotros los que necesitemos ayuda. Y apoyemos a los pequeños comercios del barrio, pero también a los artesanos o campesinos de otros países mediante productos de comercio justo.

En un Mundo tan interconectado nuestras acciones diarias, por insignificantes que parezcan, pueden afectar a otras personas, cercanas o lejanas, tanto para lo bueno como para lo malo. Ser conscientes de estas relaciones es ser conscientes también de nuestra parte de responsabilidad a la hora de acabar con las injusticias que todavía se cometen en el Planeta. Todo este Conocimiento que hemos ido adquiriendo debe servirnos de impulso para tratar de fortalecer el tejido social a nuestro alrededor e intentar cuidar los unos de los otros porque, como ya se ha dicho aquí y en otras ocasiones, formamos parte de una misma gran Familia… La próxima semana, en la quinta y última entrega, extraeremos más conclusiones útiles de todo lo visto hasta ahora.



lunes, 23 de enero de 2017

Atando Cabos (III)


Todo está relacionado entre sí no solo en el Tiempo sino también a través del Espacio: nuestras acciones aquí y ahora tendrán consecuencias en otros puntos del Planeta en el futuro próximo o lejano (y no nos vamos más allá de los límites de la Tierra por acotar un poco el problema, pero está bastante claro que lo que ocurre fuera también puede afectarnos aquí). A su vez las conexiones temporales (de las que hablamos en las dos primeras entregas) y las conexiones transversales al eje cronológico (de las que hablaremos a continuación) también están ligadas entre sí, formando una inmensa e intrincada tela de araña espacio-temporal de causas y efectos que es la que confiere gran parte de su Belleza al Mundo en que vivimos… Y cuando decimos que todo está conectado nos referimos a que lo está no en un sentido esotérico o espiritual, sino de una forma real, tangible y explicable científicamente.




Solo cuando nos preocupamos por comprender a fondo estas relaciones podemos actuar en la Vida de forma totalmente coherente, lo cual nos puede beneficiar tanto a nosotros mismos como a los demás. Hay quienes no se preocupan por encontrar las respuestas a las grandes preguntas y aprenden solamente acerca de unos pocos temas inconexos, especializándose demasiado, con lo que no tienen perspectiva, no ven la imagen de conjunto, y por tanto nunca llegan a darse cuenta de las incoherencias en las decisiones que toman… El problema de intentar conciliar los distintos tipos de Conocimiento que se tienen dentro de un único esquema mental con sentido me recuerda un poco a esos grandes tablones de corcho que cuelgan en los despachos de detectives e investigadores en películas y series, llenos de fotos, informes, recortes de periódico, post-its con nombres escritos y bolsas de plástico conteniendo pistas, y tal vez también un mapa de la zona, todo ello clavado con chinchetas que a su vez quedan unidas por hilos de lana rojos que indican las relaciones entre los distintos elementos, tratando de atar los cabos sueltos y encontrar algún patrón oculto entre la maraña de información…




Para rizar el rizo aún más, puede haber conexiones no solo entre distintos puntos de la Tierra, sino también entre distintas escalas espaciales, de modo que para descifrar las causas y efectos entre los distintos niveles a veces tenemos que cambiar de orden de magnitud. Empezando por la Física de lo pequeño, sabemos que la materia está hecha de átomos en cuyos núcleos hay neutrones y protones positivos, orbitando los electrones negativos a su alrededor. Estas cargas de signos opuestos pueden organizarse espacialmente de distintas formas, dando lugar así las fuerzas eléctricas a los distintos tipos de enlace de la Química (covalente, metálico, iónico…). Una reacción química no es más que una reorganización de enlaces y átomos, transformándose unas moléculas en otras distintas, y obteniéndose así nuevas sustancias y materiales con propiedades diferentes, en un proceso que a veces libera energía y a veces la requiere. Un determinado subconjunto de estas reacciones, las de ciertos compuestos orgánicos formados a partir del carbono y un puñado de otros pocos elementos, suponen la forma en que los seres vivos se defienden de los cambios en su entorno y consiguen realizar copias similares a ellos mismos, es decir, reproducirse; se establece así el nexo de unión entre la Química y la Biología.

Conocer cómo funcionan la Física o la Biología a muy pequeña escala, aunque en principio parezca algo un tanto abstracto, nos puede ser muy útil en nuestro día a día. ¿Sabíais que cuando un objeto está caliente es porque sus átomos, en el mundo microscópico, vibran más rápido? Cuando ponemos dos objetos a distintas temperaturas en contacto se intercambian energía porque los átomos se están empujando unos a otros, pasándose parte de las vibraciones. Si ponemos de por medio una mezcla de gases como el aire, cuyos átomos y moléculas están más separados, resulta más difícil para las vibraciones transmitirse y para la energía disiparse: el aire atrapado es por tanto un buen aislante térmico. Los conocimientos sobre conducción, convección y radiación nos pueden aportar soluciones creativas a la hora de escoger nuestra ropa o aislar bien nuestra casa, y así mantenernos calentitos en las frías noches de invierno. Del mismo modo, y sin cambiar de estación del año, conocer la Biología de parásitos, bacterias y virus y su dinámica de transmisión entre unos huéspedes y otros es muy útil para evitar el contagio de enfermedades que pueden ir desde una simple gripe o resfriado hasta algo mucho peor. Aunque no podamos ver ni átomos ni microbios con los ojos, sí podemos entenderlos, o lo que es lo mismo, verlos con la mente, lo cual nunca viene mal.




Y hablando de la mente: nuestras neuronas son el eslabón que conecta la Biología de lo pequeño con otros campos más complejos del Saber. Nuestro cerebro, que en principio no es más que la combinación de un gran número de pequeñas células conectadas según patrones que aún desconocemos, es el que da lugar al pensamiento y a los procesos estudiados por la Psicología, la Lingüística o la Filosofía. Cuando varios individuos (varios cerebros) cooperan en una misma comunidad o compiten por los recursos con una comunidad distinta, las relaciones entre ellos son las que conectan también el nivel anterior de Conocimiento con el siguiente: Sociología, Economía, Historia, Política… Civilización, en resumen. Como ya hemos dicho en otras ocasiones, este sistema que nos hemos montado los Homo Sapiens sobre la faz de la Tierra es de los más complejos que conocemos hasta ahora, y su comportamiento conjunto de los más difíciles de predecir correctamente.




Pero no olvidemos que nuestra especie no es más que una entre otras muchas en el Planeta, si bien, eso es cierto, una que ha conseguido influir de forma determinante (y no en un sentido positivo) a nivel de toda la Biosfera. A los dirigentes políticos y los grandes empresarios les vendría muy bien ser conscientes, antes de tomar decisiones, de que el Planeta entero, la combinación de Civilización y Biosfera, es un único sistema complejísimo cuyo delicado equilibrio podría romperse más fácilmente y más pronto de lo que creen. Todo está conectado en la Naturaleza, y ya estamos empezando a ver las consecuencias a nivel global de nuestra codicia en el Pasado reciente. Son muchos los fenómenos que conectan los distintos puntos de la Tierra, al nivel de la Física y la Biología a gran escala: las corrientes oceánicas, el clima, las migraciones animales, las redes tróficas y cadenas alimentarias

Todos estos flujos de materia, sólida, líquida o gaseosa, tanto viva como inerte, llevan asociados sus correspondientes flujos de energía, procediendo esta en su gran mayoría del Sol, nuestra estrella, y una pequeña parte del núcleo terrestre. Un interesante resumen de la historia del Planeta desde el punto de vista de la energía se nos presenta de forma muy didáctica en el documental Home, del que ya os he hablado antes en el blog, y que precisamente hace hincapié en varias ocasiones en la idea de que todo está conectado. Si no lo habéis visto aún, realmente os lo recomiendo: tanto las imágenes como el contenido valen la pena… De cómo la Tierra está íntimamente ligada (y no solo gravitatoriamente) a otros astros, como el Sol, la Luna o la densa concentración de estrellas de los brazos espirales y el centro de nuestra galaxia, ya hablamos un poco la semana pasada, de modo que, como decía antes, no me extenderé más en ello.




Para concluir por hoy volvamos un poco atrás, al nivel de las Ciencias Sociales, de los procesos en los que interactúan muchas mentes: en este escalón del Conocimiento, junto a la Historia, la Economía o la Política, tenemos también el trabajo en equipo requerido por la Ciencia de alto nivel, que nos permite comprender mejor cómo funcionan tanto lo pequeño como lo grande, tanto los átomos como las galaxias… Antes hemos visto que el funcionamiento de un cerebro humano no tiene más que Física en su base, se reduce a infinidad de atracciones y repulsiones eléctricas varios órdenes de magnitud más abajo, así que cuando conseguimos comprender el Universo es como si este se estuviera comprendiendo a sí mismo (¿Física haciendo Física? ¿Meta-Física? Esta es una de esas ideas que te dejan la cabeza loca). Podríamos decir por tanto que los distintos tipos de Vida inteligente que con toda seguridad hay repartidos por la Vía Láctea y por otras galaxias son (somos), en cierto modo, la mente del Universo.

Como ya sospechaba desde que pasé a limpio la primera entrega, la discusión sobre las conexiones que lo unen todo a nivel espacial me ha quedado suficientemente larga como para partirla en dos, así que al final serán cinco entregas en total. Dejamos pendiente para la semana próxima el análisis de los distintos tipos de relaciones dentro de nuestra sociedad y el hablar del número de grados de separación entre dos personas cualesquiera en dos puntos cualesquiera del globo terráqueo (…y sí, antes de que me preguntéis os confirmo que en la mayoría de casos se pueden contar con los dedos de una mano).



lunes, 16 de enero de 2017

Atando Cabos (II)


La semana pasada pudisteis leer la primera de las dos entregas en las que trato de evidenciar las conexiones ocultas a simple vista entre Pasado y Presente, en aquel caso a nivel histórico. A modo de última observación en este plano se podría decir que no solo nuestra forma de vivir, sino también nuestra forma de gestionar y transmitir el Conocimiento humano viene de muy atrás, si bien es verdad que ha evolucionado con el paso del Tiempo, desde la transmisión oral hasta Internet, pasando por la escritura, los libros, las bibliotecas o la imprenta. Y hablando de Conocimiento humano: en esta segunda entrega veremos que no son solo la Historia o la Arqueología las que nos permiten aprender sobre nuestro Pasado; hay otras muchas disciplinas científicas que nos facilitan el formular hipótesis acerca de cómo hemos llegado hasta donde estamos, retrocediendo no solo a la Prehistoria sino a tiempos en los que ni siquiera existía nuestra especie o nuestro planeta, lo que en una ocasión llamamos Gran Historia… Hoy nos encargaremos, por tanto, de buscar las conexiones a nivel evolutivo, geológico y cosmológico.




La Genética y la Paleontología, por ejemplo, nos permiten remontarnos más allá de las primeras generaciones de nuestros ancestros para descubrir cuáles son las distintas etapas evolutivas que unen al Homo Sapiens con el primer ser vivo microscópico, aparecido en la Tierra hace unos 3.500 millones de años. Cuando los periodos de Tiempo son tan grandes que implican órdenes de magnitud distintos a los de la duración de nuestras vidas se hace necesario cambiar de escala y usar cronologías logarítmicas para no perdernos, pero de esto ya hemos hablado anteriormente en el blog, así que no me extenderé en ello.

Gracias a la Ciencia hemos aprendido que gran parte del carbón disponible hoy en día se formó hace unos trescientos millones de años, en la era Carbonífera, durante un periodo de Tiempo relativamente corto en términos geológicos. La aparición de árboles con una nueva proteína en su corteza, la lignina, que no podía ser digerida por los microorganismos, favoreció la acumulación durante este periodo de un gran número de árboles muertos apilados que no se descomponían y que posteriormente, por la presión ejercida por las capas superiores, se convirtieron en carbón, un material con una alta concentración de energía lista para usar. Más adelante algunas especies de microorganismos aprendieron a descomponer la lignina y esto ha hecho que la cantidad de carbón disponible en la actualidad sea limitada. De forma similar, el petróleo y el gas natural proceden principalmente de la acumulación de grandes cantidades de plancton marino hace unos setenta y cinco millones de años, y son también recursos limitados, no renovables, y mucho menos al ritmo al que los estamos usando actualmente. Es importante tener esto muy en cuenta para aprender a no malgastar las reservas de combustibles fósiles que nos quedan: en este caso ser bien conscientes de las claras diferencias entre el Pasado y el Presente nos ayudará a evitar problemas en el Futuro.




Otros estudios científicos apuntan a una relación entre momentos de la Historia terrestre en los que se produjo un incremento de nuevas formas de Vida y el paso del Sol por la cercanía de restos de supernovas; por ejemplo, la aparente correlación entre una explosión en las Pléyades y un aumento en la diversidad de criaturas marinas como los ammonites. Existe también la hipótesis de que la extinción de los dinosaurios no fue solo culpa del famoso asteroide de Yucatán, sino que pudo coincidir con el paso del Sistema Solar por una nube de polvo provocada por el estallido de una supernova, lo que favoreció los cambios climáticos extremos que cubrieron de hielo todo el planeta.

Y eso no es todo, estos lazos invisibles que nos unen con el Pasado se remontan incluso a antes de la aparición de nuestro Sistema Solar. Recuerdo cómo se me quedó grabada en la memoria la reflexión de Carl Sagan en la serie Cosmos acerca de que estamos hechos de polvo de estrellas: los elementos de la tabla periódica que permitieron la química orgánica y la aparición de la Vida, y por tanto los átomos que forman mi cuerpo y el tuyo ahora mismo, han sido formados en el corazón de estrellas de generaciones anteriores a nuestro Sol, y dispersados por esta zona de la galaxia gracias a las explosiones de supernovas. Eso sin mencionar que nuestros átomos de Hidrógeno en concreto se remontan a un Pasado todavía más remoto, casi al Big Bang… Por tanto, se puede decir que no solo formamos parte del Universo: el Universo forma parte de nosotros. ¿Puede haber una conexión más primaria y más ancestral que esa? Rózate la palma de la mano con un dedo de la otra y mientras sientes el cosquilleo piensa detenidamente en que se trata de los mismos átomos… ¡Los mismos! ¡Alucinante!




Podríamos terminar hablando del gran número de afortunadas casualidades que se han ido encadenando desde el amanecer de los tiempos para dar lugar a la aparición de la Vida en nuestro planeta… En los segundos iniciales del Big Bang había un poco más de materia que de antimateria, de modo que no se aniquilaron por completo, y de esa poca materia extra surge nuestro Universo. Las nubes de Hidrógeno gaseoso recién formadas tenían pequeñas irregularidades, arrugas que permitieron actuar a la gravedad dando lugar a largo plazo a la primera generación de estrellas. Nuestro sistema estelar es de una generación posterior, lo que explica, como decíamos antes, que contenga átomos de carbono, oxígeno o nitrógeno, imprescindibles para la Vida; además orbita alrededor del centro de la Vía Láctea lejos de sus brazos espirales, en un área con menos radiactividad dañina para nosotros.

La colisión de la Tierra con Tea hace 4.500 millones de años dio lugar a la formación de la Luna y produjo la inclinación del eje de rotación, factores ambos que han sido favorables para la aparición de los seres vivos. Nos encontramos en la mejor zona del Sistema Solar, con agua en estado líquido, y además la cantidad de agua es la justa para dejar bastantes regiones de tierra firme, nuestro hábitat actual. Nuestro campo magnético y nuestra atmósfera nos protegen de la radiación procedente del Sol, y el cercano Júpiter actúa como atractor gravitatorio, reduciendo el número de objetos que impactan contra nuestro planeta. Todos estos eventos afortunados de antaño conectan directamente con nuestro apacible Presente: a nivel cosmológico se puede decir que tenemos mucha suerte, ya que vivimos en la mejor de las épocas y en el lugar más adecuado.




Solo una puntualización más: las predicciones que la Ciencia nos permite hacer con el Conocimiento adquirido no solo nos permiten mejorar nuestra vida hoy, sino que también nos advierten de que nuestras acciones presentes conllevan una gran responsabilidad a largo plazo incluso en términos geológicos… Baste recordar aquella ocasión en la que hablamos de los residuos de las centrales nucleares, que siguen siendo peligrosos para animales y plantas durante cien mil años… Y con esto lo dejamos por hoy. Si hasta aquí nos hemos centrado en el Tiempo, nos falta hablar de cómo casi todo está relacionado también en el Espacio… ¿Os acordáis de Kevin Bacon? Dentro de siete días volveremos a hablar de grados de separación y de la Teoría de Redes.