lunes, 12 de diciembre de 2016

TOC, TOC, TOC… ¡Penny! (I)


Hace una semana os mencioné de pasada mi predilección por los múltiplos de cinco a la hora de hacer selecciones de fotos o listas de canciones para el blog, y os dije que a su debido momento hablaríamos de Sheldon Cooper… Pues bien, he pensado que hoy es un momento tan bueno como cualquier otro para hacerlo. En la primera de dos entregas describiremos los casos de Sheldon y de Adrian Monk y la diferencia entre ambos, y en la segunda os hablaré un poco de mí mismo, y de si lo mío llega o no a esos extremos… Os voy adelantando que, además de usar múltiplos de cinco en La Belleza y el Tiempo, subo y bajo el volumen de la tele siempre de dos en dos niveles, y tengo la costumbre de lavarme los dientes dando en cada zona un total de treinta y dos pasadas divididas en cuatro grupos de ocho…




Pero cada cosa a su tiempo. Hablemos primero del Trastorno Obsesivo-Compulsivo o, en forma abreviada, TOC. Se trata de un trastorno de ansiedad en el que las personas que lo padecen tienen pensamientos, temores o preocupaciones irracionales que tratan de superar mediante la repetición de una determinada actividad. Las imágenes mentales o pensamientos perturbadores y frecuentes se denominan obsesiones, y los rituales que se llevan a cabo repetidamente para tratar de disiparlas se llaman compulsiones: la combinación de ambos conceptos es la que da nombre a este desorden mental.

La conducta reiterativa se realiza para evitar determinadas consecuencias perjudiciales, pero o bien es la solución correcta repetida de manera exagerada o bien ni siquiera tiene relación lógica directa con el peligro que se pretende neutralizar. A veces la persona reconoce que su ritual no elimina el temor, y que se sigue sintiendo mal tras realizarlo, pero que se siente aún peor si no lo realiza. Se considera algo patológico cuando estas compulsiones suponen una parte importante de la rutina habitual (por ejemplo más de una hora diaria), dificultando que esta persona lleve una vida normal.




Adrian Monk es un ejemplo claro de TOC. Los guiones de esta serie de televisión no son como para echar cohetes, pero el personaje es interesante y su patología da pie a gags bastante graciosos. Para los que no conozcan la serie, Monk era un brillante detective de homicidios de San Francisco hasta que su esposa Trudy murió en un atentado con coche bomba y él sufrió una crisis nerviosa, negándose a salir de casa en los siguientes tres años. Poco a poco, y con la ayuda de su asistente Sharona, volvió a trabajar como consultor para la policía en los casos más difíciles. Sus dotes como investigador y su atención al detalle seguían intactos pero la crisis nerviosa había amplificado sus manías hasta niveles insospechados.

Obsesionado sobre todo por el orden y la higiene, necesita limpiarse con una toallita desinfectante después de dar la mano a cualquiera, se queda paralizado cuando ve algo de suciedad o riesgo de gérmenes y no puede soportar que las cosas no estén cuadriculadas y perfectamente simétricas a su alrededor. Tiene la manía de tocar con el dedo los postes y similares que se encuentra a su paso cuando va por la calle. E incluso en medio de una investigación es capaz de volver a su casa, a kilómetros de distancia, sólo para comprobar que no se ha dejado el gas abierto. Utiliza siete copias idénticas del mismo traje, una para cada día de la semana. A su grave caso de TOC se suman además otras múltiples fobias: a las alturas, las serpientes, las multitudes, los espacios cerrados y hasta la leche, por nombrar algunas.

Aparte del detective de San Francisco podríamos citar a otros muchos personajes de cine y televisión con TOC. Tenemos por ejemplo a Félix Ungar, de La Extraña Pareja, con su obsesión por la limpieza doméstica; o a Melvin Udall, en Mejor Imposible, con sus múltiples manías y sus nulas habilidades sociales; o al propio Howard Hughes, que fue interpretado por Leonardo DiCaprio en El Aviador, película basada en la vida real del famoso empresario, ingeniero y productor de cine.




En la segunda mitad de esta entrega nos centraremos en el Síndrome de Asperger, que puede considerarse una forma poco severa de Autismo. He de reconocer que hasta que me documenté para esta entrada ni siquiera estaba seguro de si el Trastorno Obsesivo-Compulsivo y el Síndrome de Asperger eran o no la misma cosa… No lo son, habiendo una serie de rasgos que los diferencian claramente, aunque tienen también rasgos en común. Aun siendo distintas, a veces las dos patologías coinciden en el mismo individuo, lo que complica bastante el diagnóstico.

Ambos problemas pueden caracterizarse por un interés obsesivo en temas o actividades poco usuales, el seguimiento de unas rutinas muy estrictas y el enfado cuando estas rutinas son cambiadas o interrumpidas, pero mientras el comportamiento repetitivo del Asperger se debe a que tiene una gama de intereses más reducida, y hablar una y otra vez de su tema favorito no le ocasiona ninguna ansiedad, en el caso del TOC, más que el gusto por lo familiar, es una búsqueda irracional de la perfección lo que le mueve a repetir las tareas una y otra vez por si acaso no están bien, llevando este proceso asociado un cierto grado de ansiedad y malestar. En otras palabras: cuando se interrumpe una de sus rutinas, el Asperger se siente mal porque estaba a gusto llevándola a cabo, mientras que el TOC se siente mal por miedo a que algo horrible pueda ocurrir si no la completa… Por otra parte, el Asperger tiene más problemas con las relaciones sociales, mientras que el TOC en principio tiene más facilidad para hacer amigos.




Para ver más detalles del Síndrome de Asperger lo mejor será que hablemos de Sheldon Cooper, el personaje estrella de la genial serie The Big Bang Theory. Sheldon es físico teórico y le gustan las disciplinas más lógicas, como las Matemáticas o las Ciencias Naturales, mientras que las Ciencias Sociales, en las que es más difícil hacer predicciones, le repelen. Como características positivas, aparte de su problema, tiene una memoria fotográfica y una gran capacidad para la Ciencia, habilidades que no oculta porque su Asperger le impide fingir modestia. Torpe en las relaciones sociales, a veces es desgarradoramente sincero, y no tiene empatía ni inteligencia emocional. Tampoco comprende la ironía o el sarcasmo, se lo toma todo al pie de la letra.

Sheldon disfruta hablando de trenes, su gran pasión. Un Asperger puede llegar a memorizar innumerables datos del tema que le interesa; a veces seguirá hablando de lo suyo sin dejar intervenir a su interlocutor o mostrará su descontento en cuanto se cambie de tema, y si le aburre la conversación intentará llevarla hacia donde a él le apetece… Sheldon odia los imprevistos y se aferra a sus rutinas, por ejemplo en cuanto a los horarios (incluso la hora de ir al baño), al tipo de comida que toca encargar cada día o a dónde se sienta en el sofá… Cuando va al cuarto de Leonard o a casa de algún otro amigo siempre llama tres veces a la puerta, repitiendo cada vez tres golpes y el nombre de la persona a la que busca (de ahí el título de esta entrada)… Por cierto: hace muy poco Sheldon dio la explicación de por qué lo hace así.




Al parecer los guionistas de la serie nunca han admitido abiertamente que Sheldon tenga Síndrome de Asperger, a pesar de que cumple muchos de los síntomas; esto les da más libertad a la hora de inventar ocurrencias para el personaje sin tener que ceñirse a lo que la neurobiología marca acerca de este problema. De hecho, sobre todo en las últimas temporadas de la serie Sheldon da muestras intermitentes de empatía, lo que no sería posible en un caso real de Asperger. También se le observan actitudes propias de otros problemas como el Trastorno Obsesivo-Compulsivo o el Trastorno de Ansiedad Social… Vamos, que se trata de un diagnóstico bastante difícil.

Lo dejamos por hoy… En la segunda entrega, como decía antes, os hablaré de algunas de mis manías y veremos si mi caso llega a ser o no patológico. Viendo el título de la entrada, si yo tuviera el mismo problema que Sheldon Cooper no podría aguantarme sin publicar una tercera entrega, para que el ritual estuviera completo… Pero os prometo que la semana que viene daremos el tema por zanjado, así que creo que todavía hay esperanza para mí.



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