lunes, 26 de septiembre de 2016

Nostalgia del Cariño


Hace unos meses leí acerca de un estudio según el cual las personas sin pareja suelen ducharse más frecuentemente, durante más tiempo y con agua más caliente, porque de esa manera suplen la sensación del calor humano de alguien que les abrace. Parece ser que, también con este fin, toman más a menudo bebidas calientes como té u otras infusiones… En lo que a mí respecta, intento no alargar demasiado las duchas para no malgastar agua, y siempre estoy demasiado liado con otras cosas como para prepararme una infusión por gusto: las cajas de manzanilla del Mercadona se me hacen viejas y se me llenan de pequeños gorgojos antes de que haya podido usar más de tres o cuatro bolsitas…

…Y no son lo único que se me queda viejo. Hace ya años que terminó mi última relación seria, y dio la casualidad de que cuando cortamos yo acababa de comprar una caja de preservativos, que desde entonces se ha quedado muerta de risa guardada en el cajón de la mesita de noche, y que hace ya un tiempo que caducó. Por aquel entonces los preservativos estaban incluidos en la lista que repaso cada vez que voy al supermercado para ver lo que falta, y por alguna extraña razón decidí no quitarlos, a pesar de que me recordaban semana tras semana, al llegar a ese punto de la lista, que ya no tenía a alguien especial en mi vida; tal vez decidí dejarlos para mantener la esperanza de encontrar pronto otra compañera y tener que comprar más cajas de nuevo.




Han pasado varios años y sigo echando de menos no sólo el sexo con ella, que era estupendo, sino también muchos otros pequeños detalles del aspecto físico de nuestra relación: bailar juntos, besarnos dulcemente, hacer la cuchara tumbados en la cama antes de dormir… Recuerdo por ejemplo, como si hubieran ocurrido ayer, los momentos de intimidad, en casa o durante nuestros paseos por la ciudad, en los que nos abrazábamos mientras conversábamos sobre cualquier tema: yo me pegaba a su cuerpo, pasando mi brazo derecho por debajo de su axila izquierda y por detrás de su espalda, sujetándola por debajo de su otra axila, mientras mi mano izquierda se posaba sobre su cadera, acariciando con el pulgar la suave y cálida franja de piel que asomaba entre su blusa y su pantalón. Nos abrazábamos un poco de lado, de manera que yo podía sentir su pecho izquierdo, grande y firme, en el hueco entre mi costado y mi brazo derecho, y su otro pecho apretado contra mi esternón. Ella colocaba sus brazos sobre los míos, apoyaba sus manos en mis hombros y me miraba con sus ojazos verdes mientras hablábamos, su precioso pelo ondulado y con aroma a champú de flores muy cerca de mi cara, meciéndonos el uno al otro en un lento movimiento de vaivén, rotando en torno al eje vertical de nuestros dos cuerpos fundidos en uno… Desde que lo dejamos me he quedado más delgadito de los brazos y los pectorales simplemente por no poder abrazar a nadie; es uno de los síntomas de la anemia de cariño que sufro de un tiempo a esta parte.




Sé perfectamente que los que están en pareja también tienen sus problemas y en ocasiones se sienten infelices (yo mismo tenía problemas cuando estaba con mi ex; si no, no habríamos roto), pero a veces me olvido de ello, o simplemente me cuesta racionalizarlo… No puedo evitar sentir cierta envidia al ver a la gente pasear por la calle cogidos de la mano, porque sé que, aunque se sientan también confusos o incluso perdidos, ellos al menos hacen el amor de vez en cuando, reciben un achuchón, un beso, una caricia o una mirada cómplice de vez en cuando… Tener a alguien que te abrace no te soluciona la vida, pero te la hace más llevadera; el sexo y el cariño no dan la felicidad, pero ayudan.

Ya he hablado en varias ocasiones de lo difícil que me está resultando encontrar una mujer con la que sienta que hay una verdadera conexión, con la que pueda compartir mi tiempo sin necesidad de traicionar mis principios o renunciar al estilo de vida que he escogido… Tal vez algún día, cuando la nostalgia del cariño sea ya insoportable, algo hará click dentro de mi cabeza, se me endurecerá el carácter y aprenderé a mentirme a mí mismo, convenciéndome de que es mejor vivir mal acompañado que hacerlo solo; así me comeré alguna rosca de vez en cuando… Pero ¿realmente es eso lo que quiero? Por fortuna, todavía no he llegado a ese punto. De hecho, hace cosa de un año conocí a una mujer muy agradable y salimos varias veces durante unas semanas, pero poco a poco ambos nos fuimos dando cuenta de que no éramos compatibles en algunos aspectos; así que, antes que fingir que éramos personas distintas para intentar amoldarnos el uno al otro, preferimos dejarlo y seguir siendo sólo buenos amigos… Y yo me quedé con una segunda caja de preservativos, recién comprada y también apenas estrenada, haciéndole compañía a la otra en el cajón de la mesita de noche.

Me da la impresión de que aunque actualmente mi nivel de satisfacción en el terreno sexual y afectivo deja bastante que desear, mi nivel de satisfacción en términos generales está por encima de la media. Viviendo solo me encuentro bastante a gusto, aunque sepa que mi vida no es perfecta, así que ¿me estoy engañando a mí mismo al pensar que encontraré a alguien con quien pueda estar todavía mejor que solo? ¿Vale la pena que me obsesione con la búsqueda del amor verdadero, que emplee tiempo y esfuerzo en intentar resolver un enigma que quizás no tiene solución? ¿O llegará un día en el que decida rendirme, plantarme en este caprichoso juego de azar y conformarme con lo que ya tengo de bueno en mi vida en solitario? Tal vez llegue ese día, pero hoy por hoy tengo una cosa muy clara: aún no pienso tachar los preservativos de mi lista de la compra.



lunes, 19 de septiembre de 2016

Leer entre Fotogramas


Muchas veces he comentado en el blog que realizar un análisis en profundidad de las cosas que nos parecen hermosas puede hacernos descubrir en ellas más Belleza a distintos niveles de los que antes no éramos conscientes. Sin ir más lejos, la semana pasada y la anterior lo hicimos en el campo de la Música, y hoy os hablaré de algunas personas que intentan averiguar por qué nos gustan las películas que nos gustan. ¿Y qué mejor que el formato del videoensayo para el análisis de obras audiovisuales tales como películas y series de televisión? A continuación enumeraré algunos canales de YouTube de este tipo que he ido descubriendo a lo largo del último año… Mis disculpas para los que no controlen mucho con el inglés, ya que los autores de estos videoblogs están todos afincados en los Estados Unidos.




El primero de estos canales que llamó mi atención, hace ya bastante tiempo, aunque no trate sólo de Cine, fue The Nerdwriter. Su autor, Evan Puschak, estudió Producción de Vídeo en la Universidad de Boston y posteriormente ha vivido en Nueva York y San Francisco. Es un tío con una gran cultura general y un gran sentido común, y normalmente coincido bastante con su forma de pensar. Publica un vídeo todos los miércoles, y ha estado subiendo estas entregas semanales sin faltar a la cita casi ninguna vez desde 2011. Al principio compaginaba esta actividad con otros empleos, pero llegó en un momento en el que el creciente número de suscriptores le permitió vivir exclusivamente de sus vídeos; su principal fuente de ingresos son las ayudas que recibe a través de su página de Patreon y también, en menor medida, se saca algo de dinero con la publicidad del final de los vídeos y algún que otro patrocinador ocasional con el que él se sienta cómodo, y que en cualquier caso nunca mete mano en el contenido de los posts. No es fácil vivir de esto, pero Evan lo ha conseguido a base de esfuerzo y trabajo duro; si las entradas son de calidad, las ve más gente y por tanto los ingresos aumentan, lo cual hace que puedas dedicarte a ello a tiempo completo, con lo que la calidad aumenta todavía más.

Las entradas sobre Cine suponen, sobre todo últimamente, una parte muy importante de la producción de The Nerdwriter, pero también habla de otras muchas cosas, casi siempre interesantes. Los temas más habituales son el Arte, la Literatura y la Filosofía, y también reflexiona a veces sobre Psicología, Ciencia o Política. Salvando las distancias, La Belleza y el Tiempo se parece a su videoblog en cuanto que va saltando de un tema a otro de semana en semana, pero intentando integrar los distintos tipos de entradas en un todo coherente del que se puedan extraer conclusiones más generales; es lo que Evan llama “cultivate worldview”, es decir, promover en los visitantes de su blog una visión del mundo global e informada.




También me he aficionado últimamente a otros canales de YouTube, éstos sí centrados exclusivamente en análisis cinematográfico y de televisión, todos de aparición más reciente y con una periodicidad algo más irregular. En primer lugar está Every Frame a Painting de Tony Zhou, cineasta y montador de San Francisco (y casualmente amigo de Evan Puschak) que desde 2014 analiza el amplio abanico de herramientas que se pueden utilizar, a veces bien y a veces mal, a la hora de hacer una película: encuadre, cinematografía, montaje, banda sonora… Después tenemos Now You See It, canal con un planteamiento similar al de Tony Zhou y mantenido desde 2015 por Jack Nugent, un estudiante de la Universidad de Virginia. Y más recientemente, hace escasos meses, Lessons from the Screenplay de Michael Tucker, cineasta afincado en Los Ángeles; aunque este canal es todavía joven y su enfoque podría cambiar con el tiempo, pretende analizar las películas desde el interesante punto de vista de la construcción del guión.

Creo que estar más informados sobre cómo funcionan las herramientas del Cine nos permite detectar rápidamente las malas películas y disfrutar más plenamente de las buenas (y por supuesto hacer mejores filmes, en el caso de los que se dediquen a ello). El conocer los pormenores del proceso no resta emoción a la experiencia de ver el resultado; yo diría que más bien suma… El verdadero cinéfilo puede ver una película disfrutando de la historia que se le cuenta o bien leyendo entre líneas, fijándose en los detalles que permitieron construir la historia de esa manera; y si la película es realmente buena siempre podrá volver a verla sin que le distraigan esos detalles que ya conoce, porque decidirá que sea la calidad (o, en otras palabras, la Verdad) de la historia la que lo absorba por completo… Espero que mis recomendaciones de hoy os permitan alcanzar un nuevo nivel de sofisticación a la hora de apreciar el buen Cine bajo esta doble perspectiva.



martes, 13 de septiembre de 2016

Siguiendo el Ritmo (II)


Parece mentira que, siendo yo una persona que se lava los dientes siempre en bloques de ocho pasadas por zona (ni una más, ni una menos), a la hora de escuchar música me atraigan mucho los compases irregulares y las combinaciones de distintos ritmos en la misma canción… Quizá sea porque, al tener buen oído, me resulta fácil detectar estos detalles y necesito algo más complicado, que me suponga un verdadero reto… Pasemos directamente a los cinco últimos temas de mi selección con estas características.

Black Dog – Led Zeppelin: Una de las canciones más reconocibles de la banda, es el tema que abría su glorioso cuarto álbum, de 1971. El riff principal fue ideado por el bajista-teclista John Paul Jones, que quería que los cambios de ritmo fueran tan endiablados que la gente no pudiera seguirlos al intentar bailar, y que otras bandas que versioneaban sus canciones se abstuvieran de hacerlo en este caso concreto. A falta de un análisis más detallado, se puede decir que el riff mezcla compases de dos, tres, cuatro y cinco tiempos, nada menos… Otros temas de esta banda que podrían entrar en la selección son Dazed and Confused o la estupenda Kashmir, en la que la batería sigue un ritmo binario y el resto de instrumentos uno ternario, generando bloques de seis tiempos cuya escucha resulta deliciosamente desconcertante.

Money – Pink Floyd: Tema que abre la cara B de su álbum The Dark Side of the Moon, de 1973. El archiconocido riff de guitarra está basado en un compás de siete por cuatro. Por si esto fuera poco, en algunos fragmentos de la canción se altera la distribución del énfasis con que se marcan los tiempos, generándose unidades rítmicas más complejas que abarcan dos compases de 7/4. El solo de guitarra, a partir del 3:01 en el enlace, está en un 4/4 más normalito, y en 5:04 se vuelve de nuevo al compás de siete tiempos.




Tubular Bells, Part One (Intro) – Mike Oldfield: También de 1973 es el primer disco de Oldfield, que por aquel entonces tenía sólo veinte añitos. El enlace que adjunto incluye los seis primeros minutos de los veinticinco que dura la primera parte (o cara) del disco, con el que después sería escogido como tema musical de la película El Exorcista. La muy reconocible secuencia melódica principal, que sirve como base rítmica a lo largo del corte, está en un compás de 15/8 compuesto por grupos de 7+8 corcheas, difíciles pero no imposibles de identificar si se escucha atentamente y se cuenta con los dedos. A partir del 1:37 del audio se añaden unos acordes descendentes de piano que llevan un ritmo ternario, cambiando un par de veces su relación con las notas de la melodía base a lo largo de cada bloque de quince tiempos. En 3:38 entran en juego otros estratos sonoros con ritmo de cuatro tiempos, que se escuchan simultáneamente a las demás pistas, cada cual con su correspondiente compás; Mike Oldfield ha comentado en entrevistas que en determinados momentos llega a haber cinco melodías simultáneas con compases diferentes que no cierran un ciclo completo hasta después de 162 tiempos (no seré yo quien se ponga a comprobarlo ahora, pero no me acaba de cuadrar, teniendo en cuenta que 162 no es divisible por 15). Oldfield también comenta que el extraño compás inicial de 15/8 era como un puzzle al que le faltaba una pieza (en concreto la corchea número 8 de las 16 que debería haber): esta extraña sensación de que hay algo que no encaja es la que hace que la melodía se te quede en la cabeza, y lo que hizo que estos primeros minutos fuesen escogidos como tema para la película de William Friedkin, constituyendo uno más de los factores que incrementaban la inquietud del espectador.

Cupid’s Dead – Extreme: Ya he usado temazos de este grupo varias veces en el blog; éste en particular pertenece al álbum Three Sides to Every Story, de 1992. El principio es, rítmicamente hablando, bastante convencional, pero el tema se vuelve más interesante al inicio del largo solo de guitarra, en 3:03, presentando bloques de 3+5 golpes, de manera que ni faltan ni sobran tiempos pero éstos se agrupan de una forma distinta a la esperada. Entre 4:07 y 5:05 la cosa se pone aún más complicada, con el punteo de la guitarra y los golpes de la batería cada cual por su lado, hasta el punto de que se hace difícil identificar la estructura de los compases… En los solos de otras canciones del grupo, como Peacemaker Die o Leave Me Alone, recurren al truco de cambiar varias veces el punto del compás en el que se pone más énfasis (es decir, en el que la batería da el golpe fuerte), para crear una sensación de extrañeza en el oyente.




Beyond This Life – Dream Theater: Terminamos la selección con uno de los temas del fantástico álbum conceptual Scenes From a Memory, de 1999. Como podréis comprobar al escucharlo, la cantidad de cambios y de sutiles detalles relativos al ritmo es inmensa; se puede decir que los Dream Theater rizan el rizo, cosa que no debería extrañarnos al ver las melenas y el pecho-lobo de su batería Mike Portnoy por aquella época… Pero dejémonos de bromas y analicemos en detalle las distintas secciones en que se divide el corte, en lo que a cambios de compás se refiere:

0:00 – Empezamos con un pegadizo riff en compás de 5/4 (en un tempo bastante rápido) que aparecerá en varias ocasiones a lo largo del tema.
0:21 – Combinación de un 4/4 con un 7/8 repetida cuatro veces, acabando la cuarta de modo un poco distinto. De hecho, es una estructura de 8+7 corcheas que recuerda a la de Tubular Bells, pero mucho más aprisa (contar corcheas a este tempo resulta muy difícil, tendréis que ser rápidos con los dedos si queréis comprobarlo). Después se vuelven a repetir estas mismas estructuras de 5/4 (0:32) y de 4/4+7/8 (1:27).
1:38 – Fragmento en 5/4, con la peculiaridad de que en 2:19 se añade un golpe de más, haciendo que sólo ese bloque tenga seis tiempos.
2:27 – Aparece un tercer tipo de estructura rítmica, esta vez en 3/4. En 2:59 se vuelve al 5/4.
3:27 – Esta parte está en 4/4… Casi se me hace rara, de puro normal que es.
3:46 – A partir de aquí se van combinando compases de 4 y 6 tiempos de varias formas distintas.
4:25 Ritmo con grupos de 5 golpes, pero con una estructura completamente distinta a la que habíamos visto al inicio de la canción. En 4:51 hay un fragmento en 3/4 similar al que se había visto antes.
5:56 – Hay aquí una transición corta a la parte instrumental que se basa en el riff de 5/4 inicial, pero distorsionando el ritmo de manera muy extraña y aumentando el número de golpes de manera aparentemente descuidada, pero sin duda buscada conscientemente (hacedme caso, estos tíos no dan puntada sin hilo)… Creo que es lo más raro de toda la canción, que ya es decir.
6:08 – Interesante variación del riff en 5/4 para que suene a ritmo de 4/4.
8:17 – Tenemos aquí el último de los compases inéditos, en este caso con extraños bloques de 9+8 negras al tempo rápido característico. Después de esto vuelve a aparecer el compás de 4/4 (9:07), y finalmente el 3/4 (9:58), con el que termina el tema.

Se pueden contar por tanto hasta ocho estructuras rítmicas distintas en la misma canción… Aun siendo bastante detallada, la mía no es una explicación completa de la multitud de pequeños cambios de ritmo a lo largo de esos once minutos y medio; otros se han tomado ya el tiempo necesario para ello, por si os apetece tener más información.




Antes de concluir quiero compartir con vosotros algunas de las cosas que contó Santiago Auserón en una conferencia que dio en el edificio de La Nau de la Universidad de Valencia, en noviembre de 2012. La charla servía como presentación de su libro El Ritmo Perdido, que si no recuerdo mal había escrito a partir de sus investigaciones para la tesis doctoral en Filosofía, tesis que defendió por fin el año pasado. Es impresionante lo mucho que sabe este hombre y lo bien que lo explica, es una mezcla entre sabio y poeta… Las dos horas y pico no se nos hicieron largas para nada, yo podría haber estado allí dos horas más sin problema. Auserón nos contó que con los griegos clásicos el ritmo se dejó un poco de lado y durante casi tres mil años la música europea se centró más en las armonías, y que sólo hace relativamente poco se ha recuperado el interés por los ritmos complejos en Occidente; desde luego, con esta entrada doble que concluye aquí queda plenamente confirmada dicha recuperación.

El artista antes conocido como Juan Perro nos comentó anécdotas graciosas, como la de cuando Raimundo Amador le dijo que para seguir el compás de bulerías sólo tenía que contar hasta diez; en realidad eran doce tiempos, pero los dos últimos Amador los contaba en silencio sin darse cuenta, intuitivamente. El cantante de Radio Futura compartió también con nosotros un dato muy curioso: escuchando las Cantigas de Alfonso X El Sabio se había dado cuenta de que algunas presentan un ritmo sincopado muy similar al del reguetón… No creáis que esta comparación en concreto me dejó muy aliviado, pero la conclusión general a la que Auserón llegó después me pareció muy poética y tranquilizadora: los patrones rítmicos que usa la gente al cantar y bailar llegan a perdurar durante siglos e incluso milenios, sobreviviendo a reyes y guerras, al cambio de las fronteras y al nacimiento y muerte de los más longevos imperios. La Belleza inherente a un determinado compás, por sencillo que sea (o precisamente por su sencillez), lo convierte en algo sólido, auténtico, verdadero, capaz de soportar sin apenas cambios los embates del Tiempo… Revelaciones como ésta son las que te hacen darte cuenta de lo que realmente importa en la Vida.