lunes, 29 de agosto de 2016

Depre Postvacacional


Cada vez me pasa menos, pero aún me ocurre, muy de vez en cuando, que me siento deprimido durante uno o dos días sin que haya una razón de peso para ello, sin que me haya ocurrido una gran desgracia que justifique mi estado de ánimo: es más bien la suma de muchos pequeños detalles que de manera aislada no serían para tanto, pero que combinados logran superarme temporalmente, hasta que consigo racionalizar la situación y superar el estado de apatía. Ésta es la sensación que he experimentado el último par de días; os copio a continuación una lista de esos mil dolores pequeños, de esos detalles tontos que combinados han conseguido ponerme triste:

1. Que haya que volver del viaje que hago todos los años en verano.
2. Saber que me quedan unos pocos días para volver a trabajar, y no saber exactamente qué cambios va a haber este año.
3. Conectar mi móvil al portátil para que se cargue la batería y descubrir dos horas después que la carga ha bajado.
4. Poner una lavadora justo el único día que llueve en semanas.
5. Recibir la visita de una comercial de Iberdrola y tomar todas las precauciones para asegurarme de que no se trata de una estafa ilegal, sólo para descubrir después que ha sido Iberdrola la que con gran probabilidad me ha timado legalmente.
6. Que sólo me respondan a un tercio de los mails que envío, y sin embargo estar preocupado por recibir demasiados mensajes si me instalo el Whatsapp en el móvil.
7. Que nos las prometiéramos todos muy felices después de un julio y un agosto bastante soportables, y precisamente ahora que se acerca septiembre haya hecho un par de noches realmente calurosas.
8. Poner la tele y que no haya más que chorradas y cobertura del pacto de PP y Ciudadanos para la investidura.
9. Saber de buena tinta que hay por ahí algún otro amigo o amiga que está también ahora mismo con la depre postvacacional.
10. Tener muy pocas ganas de escribir una entrada para el blog pero sentirme en la obligación de hacerlo en base a un compromiso no escrito con mis lectores y conmigo mismo, a pesar de que no recibo apenas comentarios.




Cuando me paro a pensarlo fríamente, soy consciente de que ahí fuera hay muchas personas con problemas más importantes que éstos, pero ya sabéis lo que dicen de que “mal de muchos, consuelo de tontos”, así que para intentar animarme no pienso en la desgracia de los demás, sino que trato de encontrarle la parte buena a cada uno de los pequeños problemas que me rondan la cabeza… Así es como la lista de arriba se ha ido convirtiendo, a medida que la redactaba, en una doble lista con la cara y la cruz de cada punto. Aquí tenéis la parte positiva del asunto, lo que me consuela con respecto a cada pequeño obstáculo, haciéndolo todavía más pequeño y fácil de saltar:

1. Tener las fotos para recordar el viaje, y para compartir las mejores con vosotros algún día, en el blog.
2. Si mis condiciones de trabajo no han cambiado mucho respecto al pasado año, me va a gustar hacerlo.
3. Apagando el móvil antes de conectarlo al portátil se carga correctamente.
4. La lluvia sólo duró diez minutos y al cabo de un rato estaba todo seco de nuevo.
5. Es posible que con el cambio de contrato efectivamente salga ganando, y en caso contrario lo máximo que pagaría de más serían unos 5 ó 10 euros al mes, cosa que me puedo permitir perfectamente hasta que decida cambiarme otra vez.
6. Los amigos que me responden a los mails son todos tíos y tías estupendos, que valen por tres cada uno (y los que no responden también son buena gente pero seguro que están muy liados revisando el Whatsapp).
7. Julio y agosto ya no nos los quita nadie, y además parece que los próximos dos o tres días mejorarán las temperaturas nocturnas otra vez.
8. Siempre puedo ver en Internet alguna buena película, serie, documental o entrevista.
9. Tener la certeza de que si quedo con mis amigos tanto ellos como yo nos sentiremos mucho mejor, de que las depres compartidas son siempre menos depres.
10. Haber sabido, como en el Judo, aprovechar la fuerza del oponente a mi favor: lo que antes eran mil pequeños dolores se ha convertido ahora en la entrada que necesitaba para La Belleza y el Tiempo, y además bajo un enfoque más positivo y terapéutico, con lo que me siento mucho mejor. Si tienes que llorar en público, al menos llora dulcemente



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