lunes, 25 de julio de 2016

Las Capas de la Cebolla (II)


El recinto amurallado medieval (cuando decimos medieval queremos decir medieval cristiano) fue empezado en 1356, durante el reinado de la Corona de Aragón por parte de Pedro IV el Ceremonioso, que dio orden al Consejo General de la Ciudad de construir una nueva muralla con fin de abarcar y proteger los arrabales y barrios formados fuera del antiguo recinto árabe. La urgencia en esta época venía no tanto de la amenaza musulmana desde Granada, ya algo menor, sino de la necesidad de fortificar la ciudad por la conocida como Guerra de los dos Pedros, que tuvo lugar de 1356 a 1366 entre Pedro el Ceremonioso y el rey de Castilla Pedro I el Cruel.




Fue responsable de esta obra una junta municipal que en 1406 se transformó en la Fàbrica de Murs i Valls, organismo que se encargaría de su posterior mantenimiento. La nueva muralla, con barbacana y foso en su parte exterior y con un perímetro de unos 4 kilómetros, triplicó la superficie abarcada, que pasó a ser de 142 hectáreas. El espesor del lienzo rondaba los 2,50 metros y la altura aproximada era de unos 10 metros. Era importante comprobar periódicamente que los fosos, de unos 10 metros de ancho, se mantenían en buen estado y sin escombros, ya que ayudaban a eliminar las aguas residuales y protegían la ciudad frente a posibles riadas, canalizando parte del exceso de agua.

El empuje definitivo al inicio de las obras se dio en 1356, con Guillem Nebot en el cargo de maestro picapedrero, y la fase principal se dio por finalizada en 1370, pero fue tal la precipitación en la construcción que con posterioridad se harían necesarias diversas actuaciones para fortalecer el lienzo. Los puntos más sólidos eran las puertas, donde los muros eran normalmente de bloques de piedra y estaban defendidos por torres. Las murallas hubieron de resistir los ataques de las tropas castellanas en 1363 y en 1364, y los habitantes de Valencia tuvieron en dos ocasiones la oportunidad de demostrar su lealtad a la Corona de Aragón, reconciliándose así con su monarca tras la reciente revuelta de la Unión… pero ésa es otra historia de la que hablaremos otro día.




Debido a las prisas por proteger la ciudad, los muros eran inicialmente de tapial hecho con la tierra extraída del foso que se había excavado, lo que hacía que la estructura fuese poco resistente; de hecho, hay constancia del derrumbe de un sector del muro cercano a la puerta de Quart en noviembre de 1383. En las reformas posteriores la fachada recayente al río se reforzó con bloques de piedra y se empleó una mezcla más resistente, de argamasa armada con un relleno de cantos y guijarros; el trazado en esta zona norte era el de la muralla árabe. En el plano de Tomás Vicente Tosca de 1704 se aprecia que toda la parte que da al río tenía torres semicirculares cada cierto trecho, mientras en el resto los lienzos eran sencillos entre puerta y puerta. Las labores de construcción y mejora de los muros seguramente se alargaron hasta principios del S.XV.

El trazado de la muralla medieval es hoy claramente perceptible en el plano de Valencia: se trata de la ronda interior, formada por las calles Blanquerías, Guillem de Castro, Xàtiva, Colón, El Justicia, Ciudadela, Pintor López y Conde de Trénor. En ella se contaban doce puertas, lista a la que podría añadirse alguna más, ya que dependiendo de las circunstancias y de las épocas se abrieron o tapiaron portillos en la muralla, como el de Blanquerías. Todas las noches una campana de la Catedral sonaba durante media hora antes de la puesta de sol, y las puertas se iban cerrando una a una hasta el amanecer, empezando por las más pequeñas y acabando por las principales, de forma que los viajeros despistados que no entraban a tiempo podían quedarse, como se suele decir, a la Luna de Valencia. Las puertas principales o “portals grans” eran: de Serranos al norte, de Quart al oeste, de San Vicente al sur y del Mar al este. A continuación pasamos a describir cada una de las doce entradas, tal y como aparecen en el plano de la ciudad en sentido antihorario.




Portal de Serrans (puerta de los Serranos): Simultáneamente a la reconstrucción del tramo norte en piedra se levantó también entre 1392 y 1398 la puerta de Serranos donde anteriormente había otra, la de Roteros, un acceso más sencillo y situado unos metros más hacia dentro, en la actual plaza de los Fueros. Este portal de Roteros aprovechaba a su vez la puerta de Al-Qantara de la muralla musulmana. Todavía en pie en el S.XXI, las hoy llamadas Torres de Serranos son una de las mejores muestras de arquitectura gótica civil de la ciudad. No entraremos en detalles acerca de ellas porque seguramente les dedicaremos una entrada entera más adelante.

Portal Nou (puerta Nueva): Fue la última que se abrió en la muralla (de ahí el apelativo de nueva, ya que en su momento lo fue) y a lo largo de su historia recibió otros nombres, como puerta de la Santa Cruz, de Campanar y de San José, por situarse junto a ella desde el S.XVII el convento de San José y Santa Teresa. Se encontraba en el punto donde actualmente se planta la falla de Na Jordana. Data de 1390 y originariamente era una abertura sencilla en el muro, pero en 1419 el rey de Aragón autorizó la construcción de un nuevo portal de mayor tamaño, más acorde al intenso tráfico de personas y carros procedentes de Campanar que así lo requería. Éste estaba flanqueado por dos torres de planta semicircular, con un cierto parecido a las cercanas Torres de Quart pero en miniatura, y no sería acabado hasta 1474. Frente a él se construiría en 1606 el puente en piedra que lleva el nombre de San José. En 1707 el rey Felipe V ordenó clausurar algunas de las puertas de la ciudad, entre ellas ésta, para controlar mejor la entrada y salida de los ciudadanos, pero la necesidad de organizar el intenso flujo de transeúntes obligó a su reapertura en 1780. Existió en ella una inscripción de piedra que decía: “Por este portal entraron las tropas invasoras francesas el día 14 de enero de 1812, capitaneadas por el futuro duque de la Albufera, general Suchet”. Hoy día el portal de San José ya no existe; las torres no eran lo suficientemente grandes como para ser cárcel o polvorín, y por tanto desaparecieron en 1868.




Portal de la Corona (puerta de la Corona) o dels Tints: Recibía el nombre por su cercanía al convento franciscano de la Corona, y el de los Tintes porque en sus proximidades se encontraba también el barrio dedicado a esta actividad. Se trataba de una sencilla puerta abierta en el muro, con un solo arco de ingreso. Situada aproximadamente en el actual punto de entrada al centro cultural de La Beneficencia. Fue abierta en 1356, y en 1646 se cierra para reabrirla nuevamente en 1658, instalándose en la entrada dos barras de hierro con el fin de evitar el acceso de caballerías y carruajes por este punto. Aprovechamos para mencionar aquí una torre de grandes dimensiones que había en la muralla a medio camino entre las puertas de San José y de la Corona: la torre de Santa Caterina (Santa Catalina). Esta torre se encontraba en el actual cruce de las calles Guillem de Castro y Na Jordana, junto a la explanada del IVAM. De planta circular, se construyó en 1390 y se derribó en 1772, levantándose en 1833 una nueva torre que sólo duró hasta 1865.

Portal de Quart (puerta de Cuarte): Las torres tal y como las conocemos hoy se construyeron entre 1441 y 1469 y venían a sustituir a un portillo anterior de 1356, ya que se consideró que éste no era acorde al gran tráfico de personas y carros procedentes del interior de la región que pasaban por este punto. Se trata de la otra puerta que estaba en uso durante el S.XIX y por tanto sobrevive junto con la de Serranos a la demolición del recinto amurallado. Sin duda hablaremos con más detalle de las Torres de Quart en alguna otra entrada, así que no nos extenderemos aquí.




Portal del Coixo (puerta del Cojo): Así conocida por la cojera de uno de sus guardas. También ha sido llamada de Sant Joan (San Juan), de les Setze Claus (Dieciséis Llaves), del Carbón y de la Encarnación (por estar junto al Convento de la Encarnación). Situada en el cruce de la calle Guillem de Castro con la calle Carniceros. Según el plano del Padre Tosca se trataba de una puerta abierta en una torre de la muralla.

Portal de Torrent o dels Innocents (puerta de Torrente o de los Inocentes): Situada aproximadamente en el actual cruce de la calle Guillem de Castro con la calle Hospital, esta entrada estaba muy cercana al Hospital de Inocentes, primer manicomio de Europa, fundado en 1409 por el fraile mercedario Joan Gilabert Jofré, que posteriormente se transformaría en Hospital General y finalmente en la actual Biblioteca. A esta entrada también se la ha conocido como puerta de Santa Lucía por su proximidad a la Ermita del mismo nombre.




Portal de Sant Vicent (puerta de San Vicente): Situada en la actual plaza de San Agustín, se trataba de un torreón con un vano adintelado. En 1830 esta puerta original fue demolida y en su lugar el arquitecto Manuel Fornés y Gurrea construyó otra formada por tres vanos rectangulares. Sobre ésta se alzaban una estatua de San Vicente Ferrer, que por ser patrón del Reino de Valencia miraba hacia el exterior, y otra de San Vicente Mártir, que por ser patrón de la ciudad miraba hacia el interior; ambas esculturas fueron obra de Carlos José Cloostermans, y actualmente están en la Plaza de Tetuán y en la Gran Vía Ramón y Cajal, respectivamente.

Portal de Russafa (puerta de Ruzafa): Situada en el actual cruce de la calle Xàtiva con el paseo de Ruzafa, era la salida natural hacia el arrabal del mismo nombre. Desde 1707 se encontraba clausurada por orden de Felipe V y los vecinos de Russafa habían solicitado en repetidas ocasiones su reapertura. En 1785 se acuerda abrir de nuevo el acceso, construir un puente que salve el foso y colocar una baranda de protección. Al año siguiente se levanta una nueva puerta, más historiada, obra de Felipe Fontana.




Portal dels Jueus (puerta de los Judíos): También se la ha conocido como puerta de Sant Andreu (San Andrés) o de Santa Caterina de Siena (Santa Catalina de Siena). Se la menciona por primera vez en 1391, aunque su construcción es probablemente anterior. Estaba situada en la calle Colón, junto al edificio de El Corte Inglés. Es la única de las puertas de la muralla medieval de la que quedan restos visibles, aparte de las Torres de Serranos y Quart. Recibía su nombre porque junto a ella se encontraba el Fossar dels Jueus o cementerio judío, sobre el cual se construyó el convento de Santa Catalina, edificándose a su vez sobre éste los grandes almacenes… Pero no entremos en detalles, porque esto daría para una entrada aparte. Hacia 1689 la puerta fue tapiada y así permaneció hasta su demolición en 1890. En su lugar se abrió después una amplia plaza que en su día recibió el nombre de plaza del Picadero y actualmente es la plaza de Los Pinazo.

Portal de la Mar (puerta del Mar): Situada al final de la calle Colón, en la plaza de la Puerta del Mar, no muy lejos del convento de Santo Domingo. Esta puerta era la salida natural hacia el mar y en sus inmediaciones se encontraba la torre de l’Esperó (del Espolón), una robusta torre árabe de planta cuadrada que estaba separada del recinto amurallado islámico y que se utilizó después como punto de referencia para el trazado de la muralla cristiana, haciendo esquina en el punto más al este del nuevo recinto. En torno a esta torre se construyó en 1574 la Casa de Armas, que más tarde se convertiría en la Ciudadela, y a lo largo de todos estos cambios el acceso a la ciudad estuvo siempre en la parte sur. En la primera mitad del S.XIX el arquitecto Jorge Gisbert Berenguer levantó una nueva puerta que constaba de dos vanos con arcos de medio punto. Ni esta puerta ni la original tienen nada que ver con la que hay hoy en día en la rotonda, excepto por la situación aproximada.




Portal del Reial (puerta del Real): En la zona frente al actual puente del Real, conducía al desaparecido Palacio del Real situado extramuros. En su origen estaba más cerca del Temple y de la antigua puerta árabe de Ibn-Sajar, que había quedado dentro de la ciudad cristiana. En 1599 es clausurada y trasladada unos metros hacia el este para hacerla coincidir con el puente, con motivo de la celebración de la boda de Felipe III, que tuvo lugar en la Catedral de Valencia. En 1801 esta puerta de diseño sencillo fue sustituida por otra más grande y monumental, construida en piedra caliza por Juan Bautista Lacorte, que fue derribada junto con el resto de la muralla poco después, en 1868…

…Para rizar el rizo, una reconstrucción casi exacta de esta puerta monumental del Real, pero realizada entre 1940 y 1946, es la conocida actualmente como puerta del Mar; está en la rotonda al otro lado de la Glorieta respecto a la situación de la original. Para aclarar conceptos, no se trata de las mismas piedras, sino del mismo diseño de la puerta del Real. Esta réplica es en realidad un monumento dedicado a los caídos del bando nacional en la Guerra Civil, y por eso incorpora en su hueco central una gran cruz que lógicamente no estaba en el modelo original… Aquí podríamos ponernos a hablar de la aplicación de la Ley de Memoria Histórica, pero mejor no meternos en un jardín. Puerta y cruz se desmontaron con cuidado y se volvieron a montar hace unos años con motivo de las obras del metro, así que no veo qué problema habría en volver a retirar sólo la cruz…

Portal de la Trinitat (puerta de la Trinidad): Situada frente al actual puente de la Trinidad, al inicio de la calle Salvador. También se la ha conocido con el nombre de portal dels Catalans, por corresponder al barrio ocupado por los repobladores procedentes de Lérida tras la reconquista. Recordemos que por aquí pasaba originalmente la Vía Heráclea, así que los vecinos y viajeros que atravesaban esta puerta día tras día lo hacían seguramente por el mismo punto que sus conciudadanos de mil quinientos años atrás.




Inicialmente la muralla cristiana medieval abarcaba muchos terrenos sin construir en su interior, incluyendo zonas de huertas. Las antiguas murallas musulmanas no fueron derruidas una vez levantada la cristiana, sino que se convirtieron en un segundo anillo defensivo, y para facilitar la comunicación entre los barrios se abrieron accesos en ellas, como el portal de N’Espluges (o del Trabuquet, en el cruce de las calles Salvà y Universidad), el portal de N’Avinyó (en la calle Aparisi y Guijarro) y el portal de Sant Jordi (o de Na Xamorra, en la calle Portillo de San Jorge). Pero por encima de ellos destaca, porque aún se conserva, el portal de la Valldigna: Es un arco de medio punto de sillería que no tiene puerta, ya que ésta fue retirada en el año 1400, quedando el hueco tal y como puede verse hoy; a partir de entonces fue el punto de acceso a la morería, o al menos uno de ellos. Restaurado en 1965, toma el nombre del monasterio de la Valldigna, cuyo consulado en Valencia, establecido en 1319, se hallaba justo enfrente del portal.




El fin de la muralla medieval fue decretado en 1865 por el gobernador civil interino Cirilo Amorós, a pesar de la oposición del estamento militar que se atribuía su propiedad. Las razones alegadas para hacerlo fueron la necesidad de dar trabajo a los mil quinientos obreros afectados por la crisis de la seda, la urgencia de abrir a un nuevo ensanche un recinto asfixiado y con todo su espacio ya edificado, y la conveniencia de mejorar la salubridad de la ciudad aireando las calles. El primer golpe de piqueta se dio exactamente el 20 de febrero de 1865 a las cuatro y media de la tarde… Durante el S.XIX todas las ciudades europeas que pudieron procedieron al derribo de sus murallas; sólo las que eran demasiado pobres para afrontar la costosa obra de demolición las conservaron, con gran pesar de sus ciudadanos. Si repasamos hoy la lista de capitales de provincia amuralladas (Avila, León, Lugo…) veremos que durante aquella época eran localidades con economías deprimidas y escasa población; solamente con su redescubrimiento por el turismo se revalorizaron estos viejos muros defensivos.

La demolición de la muralla medieval de Valencia, igual que su construcción, fue un proceso en varias fases que se alargó bastante en el Tiempo. Se empezó derribando los muros en 1865 y 1866, empezando por la zona del Temple y bajando por ambos lados hacia la zona de San Vicente, y las puertas se dejaron para el final, ya que la mayoría fueron derruidas en 1868. A partir de 1871 el foso medieval se fue rellenando para edificar encima o hacer calles, dejando parte del hueco bajo tierra con la finalidad de aprovecharlo como colector de aguas. Algunas partes del recinto defensivo tardaron más en caer: el portal dels Jueus, por ejemplo, no se derribó hasta 1890, al realizarse la prolongación de la calle Don Juan de Austria. El imponente torreón interior construido en la Ciudadela en época de Felipe V para apuntar algunos cañones hacia la ciudad y sofocar así posibles revueltas se demolió en 1901, y el resto de este baluarte defensivo permaneció en pie junto al río hasta el año 1956. Hoy en día sólo nos quedan las espléndidas puertas de Serranos y Quart, que tenían utilidad como cárceles a mediados del S.XIX, y unos pocos restos aislados y olvidados de los que hablaremos en la próxima entrega. No será éste el único tema a tratar: si por ahora hemos mencionado tres anillos concéntricos de tamaño creciente en el plano de la ciudad, la semana que viene empezaremos enumerando algunos más, pero en este caso no ya para impedir el avance de los invasores sino para facilitar el avance de los vehículos motorizados… de los coches, vamos.



martes, 19 de julio de 2016

Las Capas de la Cebolla (I)


Cuando paseo por la ciudad a menudo viajo mentalmente al Pasado; me gusta pararme, mirar a mi alrededor y a continuación cerrar los ojos y tratar de visualizar en mi cabeza los edificios importantes que una vez estuvieron ahí, delante de mis narices, y que hace tiempo que desaparecieron. Siempre me ha parecido que conocer no sólo la historia sino también la localización y dimensiones de cada elemento arquitectónico con la mayor exactitud posible es la mejor manera de conjurar esa Valencia invisible y conectarla con la ciudad actual, con mi Valencia, añadiendo el Pasado al Presente y enriqueciendo así la experiencia estética del paseo. Una de las cosas que me gusta en concreto mientras camino por la ciudad es saber cuándo estoy cruzando los límites de la València medieval, de la Balansiya árabe o de la Valentia romana; para ello hay que conocer el trazado de las correspondientes murallas, y de eso es de lo que hablaremos durante las próximas semanas.

Si mis estimaciones son correctas (aunque podría haber algún cambio de planes sobre la marcha) la entrada quedará dividida en cuatro partes. Hoy me dedicaré a explicar algunos detalles acerca de las murallas de las épocas romana y árabe tal y como eran en su momento, y la semana que viene me centraré en la muralla medieval cristiana. En la tercera entrega haré una enumeración de los elementos de dichas estructuras que siguen siendo visibles hoy en día, y en la cuarta y última parte estudiaré el plano de la Valencia del siglo XXI en busca de huellas de las Valencias que alguna vez fueron.




Es de suponer, si comparamos con otros ejemplos de la misma época, que la ciudad romana de Valentia estuvo amurallada desde poco después de su fundación entre dos brazos del río Turia, el año 138 antes de la era cristiana. Lo normal era que se trabajase primero que nada en el recinto defensivo, aunque fuese una empalizada de madera provisional, y sólo entonces se empezase a construir los edificios públicos y las casas particulares en su interior. Posteriormente se levantaría la muralla propiamente dicha, que según algunos de los hallazgos arqueológicos en Valentia tenía 1,90 metros de espesor.

A pesar de que conocemos bastante bien qué área ocupaba la ciudad en la etapa romana republicana, la mayoría de hallazgos posiblemente relacionados con la muralla se hicieron en una época en la que todavía no se tenía cuidado con estas cosas, de manera que no se documentaron bien y por tanto las conclusiones no son 100% fiables. Podrían corresponder al muro defensivo por ejemplo los restos encontrados en la parte occidental del Palau de la Generalitat, al construirse la nueva torre en los años cuarenta. Pueden además estar relacionados otros hallazgos realizados en el cruce de las calles Avellanas y Cabillers, en la calle Viciana y en la parte más alejada del río de la calle Conde de Trénor. También en la Plaza de la Reina se hallaron restos en 1970, al excavarse el parking subterráneo, pero fueron destruidos sin antes estudiarse adecuadamente; en este punto se encontraron, además de los restos, evidencias de un foso defensivo de sección triangular, de 3,50 metros de ancho y 1,40 metros de profundidad, exterior a la muralla.




En alguno de estos escasos hallazgos el muro era de sillería (bloques grandes de piedra), pero también pudo haberse utilizado mortero (mezcla de distintos materiales) o mampostería (piedras más pequeñas colocadas a mano) como materiales de construcción. El área encerrada por la muralla republicana sería de unas nueve hectáreas, en la zona más elevada de la isla fluvial. Las calles actuales más próximas a su trazado original podrían ser: Sabaters, Serranos, Juristas, Corretgeria, Plaza de la Reina (antiguamente calle Puñalería), Cabillers, Avellanas, Edeta, Venerables, Tossalet, Baró d’Herbers y Viciana. El muro tenía cuatro puertas, a los extremos de las dos calles principales del Cardo y el Decumano. Al norte y al sur, y dentro de la Vía Heráclea, estaban las que podríamos llamar puertas Saguntina y Sucronense (esta última en la Plaza de la Reina, mirando en dirección a Alcira, donde probablemente estaba la antigua Sucro). Al oeste y al este daban las que podrían llamarse puertas Celtibérica y del Mar. El cronista romano Cayo Salustio Crispo cita las murallas de Valentia al hablar de la guerra civil entre Pompeyo y Sertorio en el 75 a.C., tras la cual la ciudad quedó destruida y casi desierta durante unos cincuenta años; los viajeros que pasaban en aquella época hacia el norte o hacia el sur por la Vía Heráclea se encontraban a su alrededor una ciudad fantasma, con una actividad bajo mínimos.




En la época romana imperial, tras la refundación de Valentia, es de suponer que los desperfectos sufridos por la muralla republicana no se repararon y la ciudad estuvo relativamente desprotegida durante un largo tiempo. Se ha deducido de la datación de los distintos hallazgos que a partir de la segunda mitad del S.I Valentia se expandió hacia el este y el sudeste. Del S.II es el circo, una pista de 350 metros de largo para las carreras de cuádrigas que se construyó paralela al lado este de la muralla republicana pero no pegada a ésta, y que iba desde el actual edificio de Comisiones Obreras, en la plaza Nápoles y Sicilia, hasta la calle de la Nave. Del circo sí tenemos restos arqueológicos bien documentados, de forma que conocemos su localización exacta. No está tan claro pero sí es de suponer que durante el S.III hubo una segunda muralla romana más amplia, que por el norte, oeste y parte del sur aprovechaba la muralla republicana y que por el este se expandía incluyendo el circo en su interior. Por aquel entonces la Vía Heráclea había pasado ya a denominarse Vía Augusta, en honor del primer emperador. Además de las murallas o del circo podemos hablar de otras estructuras defensivas de época romana, como el sólido acueducto de cuyos cimientos se han encontrado restos en la calle Quart y que bien podría ejercer también funciones de protección frente a posibles crecidas del río Turia.

Si avanzamos en el Tiempo entramos en el cambio gradual del mundo romano al visigodo, con una degradación progresiva de las murallas y de las gradas del circo, siendo sus materiales utilizados para construir otros edificios (a veces dentro del propio circo). Ya que estamos hablando de muros, podríamos mencionar de pasada que el Conjunto Episcopal, en el que vivía el estamento religioso que gobernaba la Valencia visigoda, era un barrio cerrado al exterior por una tapia… Transcurren así unos pocos siglos hasta que estos primeros cristianos de la ciudad son sorprendidos por el avance del Islam hacia el norte.




En el año 714 el cristiano Agrescio y el musulmán Tariq pactan una rendición pacífica y comienza una nueva etapa, también con una transición suave. Después de la caída del Califato de Córdoba, a principios del S.XI, la ciudad de Balansiya se convierte en capital de un reino de taifa iniciándose su momento de máximo esplendor, lo que hace que se produzca un incremento de la población. Esto, junto con los ataques bereberes procedentes del norte de África, hizo necesaria la construcción de un nuevo perímetro defensivo más amplio. Según narra el cronista y geógrafo andalusí Al-Udrí, se levantaron las murallas bajo el gobierno de Abd-al-Aziz, nieto de Almanzor que había comenzado a reinar en 1021 con sólo quince años de edad.

La muralla árabe era más resistente que la romana y ampliaba el perímetro en todas direcciones excepto por la parte este, en la que el trazado seguramente no difería del lateral del antiguo circo. El lienzo (es decir, el muro propiamente dicho) tenía, de acuerdo con la mayoría de restos que quedan hoy, una anchura media de 2,25 metros y estaba construido en tapial de hormigón compactado con relleno de piedras de mediano tamaño, lo que requería el uso de encofrados. Intercaladas en el lienzo había torres de planta semicircular hechas con mampostería, muy sólidas y macizas excepto en su parte superior, donde se abría una estancia abovedada para facilitar la defensa. Las torres tenían unas dimensiones aproximadas de 5 por 5 metros y se solían colocar a intervalos de unos 25 metros.




Los elementos adicionales externos a la muralla para dificultar aún más los ataques eran, en orden desde fuera hacia dentro: un pequeño muro, un foso y una barbacana. La barbacana (o antemuro) antecede a la muralla y es un muro normalmente almenado de menor altura y grosor cuya función es evitar la labor de zapa, estrategia militar que consiste en la excavación de túneles bajo la muralla para tomar la ciudad; por dicha razón los cimientos de la barbacana eran bastante profundos. El foso, que en algunos puntos podía tener hasta 13 metros de ancho, se solía anegar con agua para que resultase más eficaz. En ciertas zonas se utilizaba como foso algún antiguo brazo seco del Turia (al que los árabes llamaban Guadalaviar), y en la parte norte era el propio río el que dificultaba el acceso a la muralla, que servía a su vez en esta zona septentrional de defensa contra las posibles riadas.

En el S.XII se produce una ampliación del recinto amurallado árabe, incorporando nuevos elementos defensivos como los citados en el párrafo anterior y una serie de torres de planta cuadrada construidas con tapial de tierra sobre cimientos de hormigón. La forma del perímetro queda así más amoldada a la del brazo sur del Turia, que se iba secando progresivamente. Las nuevas zonas protegidas con esta ampliación están al nordeste, en forma de triángulo hasta el punto del actual Temple, y al sur, en forma de semicírculo casi hasta las actuales calles Barcas y Pintor Sorolla. También se reforzaron algunos puntos estratégicos como es el caso del Tossal al oeste, zona por la que había atacado el Cid a finales del S.XI, donde se construyó una puerta avanzada en recodo para una mejor defensa del acceso (ésta es la llamada puerta de la Calderería, que se podría añadir a las que mencionaremos después). La solidez del recinto amurallado permitió a los musulmanes valencianos resistir durante seis meses el duro asedio de que fueron objeto por parte del Cid en 1094, y posteriormente, en 1238, durante cinco meses hasta la conquista de la ciudad por Jaume I. Entre los intentos fallidos de romper las defensas de Balansiya podemos citar el de Fernando I de Castilla en 1065, el de Alfonso I de Aragón, el Batallador, en 1125, o el de Alfonso II el Casto en 1172, también desde Aragón.




El perímetro aproximado de la muralla árabe a partir del S.XII, tomando referencias de la ciudad actual, era el siguiente: comenzando en las Torres de Serranos, avanzaba en línea casi recta hasta la plaza del Tossal, recorriendo la calle Palomino, la plaza del Ángel, la plaza Navarros y la calle Salinas. Girando a la izquierda desde el Tossal iba paralela a la calle Bolsería, pasando por la plaza Horno de San Nicolás y por la calle Danses (detrás del edificio de la Lonja) y llegando a la calle San Fernando para desembocar en la calle San Vicente Mártir, casi en el punto donde empieza la plaza del Ayuntamiento. Después discurría por la alargada plaza peatonal de Mariano Benlliure y por la calle Moratín para girar nuevamente a la izquierda, paralela a la curva de las calles Barcas y Pintor Sorolla, hasta la calle Universidad. Atravesando el edificio de La Nau por su lado este, continuaba por la calle Comedias para desembocar en la plaza de San Vicente Ferrer, conocida también como plaza de los Patos. Seguía entonces por dentro de la manzana entre las calles Trinquete de Caballeros y Gobernador Viejo, y a la altura de la calle Aparisi Guijarro doblaba un poco a la derecha, pasando por la manzana del Temple hasta llegar a la plaza del Poeta Llorente. Girando a izquierda de nuevo desde aquí y siguiendo el lateral del cauce del Turia llegaba, por las calles Pintor López y Conde de Trénor, al punto de partida en las Torres de Serranos.




La muralla de Balansiya tenía siete puertas principales. A continuación daremos una breve explicación de cada una indicando el nombre, su traducción del árabe y entre paréntesis el nombre cristiano posterior, en el caso de que las puertas musulmanas y cristianas coincidieran en cuanto a ubicación.

-Bab Al-Qantara o puerta del Puente (puerta de Roteros o de Serranos): Situada en el centro de la plaza de los Fueros, unos pocos metros al sur de las actuales Torres de Serranos. Era la entrada norte a la medina, y recibía ese nombre porque daba a un puente mandado construir por Abd-al-Aziz, el único de piedra que cruzaba el río Turia.
-Bab Al-Hanax o puerta de la Culebra (puerta de la Morería): Situada en la calle Salinas, muy cerca de la calle Caballeros. Era la entrada oeste de la ciudad. Algo más al sur estaría la puerta de la Calderería antes citada.
-Bab Al-Qaysariya o puerta de la Alcaicería (puerta Nueva): Portal menor que servía de acceso al zoco o mercado árabe, situado extramuros en la parte sur. Estaba en la zona de las actuales calles Mantas y Trench, y muy cerca, por supuesto, del Mercado Central.
-Bab Al-Baytala o puerta de la Casa de Oración (puerta de la Boatella): Entrada sur de la ciudad. Situada en el cruce de las actuales calles de Cerrajeros (o Manyans) y San Vicente Mártir. Seguramente se alzaba en lo que antes había sido la Vía Augusta. Por ella salían las caravanas en dirección a Dènia, Xàtiva y Alzira, y también a la alquería de la Russafa. Estaba protegida por una torre exenta o albarrana a la que Jaume I prendería fuego en su asedio a la ciudad.
-Bab Al-Xaria o puerta de la Ley (puerta de la Xerea): Era la entrada este, y estaba ubicada en la actual plaza de San Vicente Ferrer. Dio nombre al actual barrio de La Xerea. No es mencionada por el cronista Al-Udrí, con lo que tal vez fue realizada ya en el S.XII horadando el muro oriental del circo romano, que tenía un espesor de unos 5 metros.
-Bab Ibn-Sajar o puerta de la Roca (puerta del Real o del Temple): Situada en el lugar donde hoy se encuentra el Palacio del Temple. Según Al-Udrí se construyó orientada directamente hacia La Meca.
-Bab Al-Warraq o puerta de los Libreros (puerta de los Catalanes o de la Trinidad): También llamada puerta del Sol o de Poniente. En 1216 fue chapada en hierro para evitar posibles incendios en caso de asedio. Abierta en la actual calle del Salvador, y por tanto también coincidente con la Vía Augusta, iba a dar a un puente hecho de madera que comunicaba con la actual zona de los Jardines de Viveros y el monasterio de la Trinidad.




Además de las puertas cabría destacar algunas torres de mayores dimensiones, como la de Ali Bufat, que defendía la puerta de Ibn-Sajar en la actual plaza del Poeta Llorente, en la esquina del Temple, y que es muy conocida porque fue en ella donde, según las crónicas del Llibre dels Feyts y el Llibre del Repartiment, se izó el pendón real de Aragón el 28 de septiembre de 1238 en señal de rendición de la ciudad a Jaume I el Conquistador. Al parecer el llamado Pendón de la Conquista se lo dio el propio Jaume a los defensores de Balansiya para que lo mostraran si había acuerdo en la rendición; a partir de ese momento los que quisieran marcharse tenían un plazo de veinticuatro horas para recoger todas las pertenencias que pudieran antes de que el rey entrase en la ciudad. No estamos seguros de si el pendón que hay expuesto en el Museo Histórico Municipal es el verdadero, pero sí sabemos con total exactitud dónde estaba la torre de Ali Bufat porque todavía se conservaba en pie en el S.XIX, unos setecientos años después de su construcción. Cuando se trata de moles de hormigón y piedra de tales dimensiones, los cambios históricos no son tan bruscos y rápidos como nos podríamos imaginar; ésta es una de las ideas clave que manejaremos en la última entrega… De hecho, ya en época cristiana, tras la reconquista, la muralla árabe continuó prestando servicio a la ciudad como principal línea defensiva durante siglo y medio más; la semana que viene hablaremos de la nueva muralla, que no quedó terminada hasta finales del S.XIV.