El sábado 21, hace una semana, se celebró de nuevo en Valencia la Noche de los Museos
y a lo largo de toda la jornada hubo conciertos, actividades, visitas guiadas y
jornadas de puertas abiertas en muchos museos y monumentos de la ciudad. De
todo lo que hice ese día voy a centrarme en una visita que llevaba esperando desde
hacía mucho tiempo, y que me dejó muy satisfecho: la del interior del Convento de Santo Domingo,
en la Plaza de Tetuán. Este complejo es un fragmento de historia viva de
Valencia ya que fue fundado por el mismo Jaume I en 1239, un año después de la
reconquista, y vivieron entre sus muros personajes tan conocidos como Sant Vicent
Ferrer. En su día pasó a ser sede de la Capitanía General y actualmente sigue
perteneciendo al Ejército, dándose el hecho curioso de que desde 1983 hasta
2010 albergó en uno de sus patios interiores la estatua ecuestre de Franco
que se había retirado de la Plaza del Ayuntamiento, antes llamada Plaza del Caudillo.
La manzana en cuestión alberga varios espacios diferenciados de una gran
diversidad de épocas y estilos y con distintos grados de accesibilidad por
parte del público. A plena vista está la majestuosa torre del campanario, de
estilo barroco, uno de los elementos más llamativos de la plaza junto con el
Palacio de Cervelló y el edificio de la Fundación Bancaja. Después está la
iglesia, en estilo neoclásico, cuyo nombre técnicamente hablando es el de
Capilla de San Vicente; el acceso a ésta es relativamente fácil si se tiene
algo de desparpajo y se aprovechan las bodas y comuniones que allí se celebran frecuentemente
para entrar y echar un vistazo… Algo más difícil es visitar la llamada Capilla
de los Reyes, del S.XV, en la que se halla el hermoso sepulcro de los marqueses de Cenete;
esta maravilla del gótico tardío, en un lateral de la iglesia, suele permanecer
cerrada y en penumbra (y de hecho así estaba el sábado pasado, ya que se celebraban
unas comuniones cuando entré), pero parece ser que desde hace unos meses se puede acceder a ella los jueves por la mañana.
La parte menos conocida del Convento, por estar cerrada al público, incluye
el pequeño patio en el que estuvo la estatua de Franco y un refectorio
transformado en amplia sala de recepciones; pero los elementos de mayor importancia
son el Claustro y el Aula Capitular,
ambos del S.XIV, en estilo gótico. Las hermosas columnas helicoidales del Aula
Capitular, que se abren como palmeras en su parte superior, nos recuerdan mucho
a las de la Lonja, y las tracerías flamígeras de los arcos del claustro son de
una belleza que no se encuentra en muchos otros monumentos de la ciudad… Sería
estupendo que el Ejército pudiese trasladar las funciones que aquí se llevan a
cabo a otra de sus sedes, ya que este lugar debería estar abierto de manera
continuada para que todo el mundo pudiese admirarlo: he aquí otra de las maravillas ocultas de la ciudad, pero esta
vez no sólo por desconocimiento, sino por imposibilidad de visitarlo,
exceptuando un par de míseros días al año. La fachada y el poderoso campanario
están a la vista de todos, sí, pero a escasos metros de distancia se esconde
una auténtica joya del gótico valenciano… tan cerca, y sin embargo tan lejos. Sirva esta selección de las
fotografías que tomé allí como una ventana abierta a la que poder asomarse para
tener al menos un atisbo de la experiencia de pasearse entre las palmeras de
piedra.
Resulta
muy frustrante intentar hacer las cosas bien y moverte por la vida con honradez
para luego descubrir que una y otra vez tus aspiraciones se ven truncadas por
culpa de unos pocos sinvergüenzas, gente que ha llegado al poder mediante
trampas pero siempre aparentando de cara a la galería. Llega un momento en que
no aguantas tanta indignación
y sólo puedes recurrir a protestar de un modo más agresivo, sencillamente porque
con buenas maneras nadie te hacía ni caso… Y si esto tampoco funciona, al menos
habrás podido desahogarte un poco. Es mucho mejor gritar una verdad, si no hay
más remedio, que susurrar una mentira.
El movimiento 15M,
nacido hace cinco años, no fue el primero de este tipo: se inspiró en la Primavera
Árabe que había aparecido poco antes en el norte de África, y en particular en
la ocupación de la Plaza Tahrir… La Primavera Árabe no ha acabado muy bien, que
digamos, pero ése es otro tema. A su vez, hubo otros movimientos ya en países
occidentales que se inspiraron en los indignados españoles, empezando con Occupy Wall Street en los Estados Unidos. Como puntos
comunes de estos movimientos tenemos la horizontalidad, la ausencia de símbolos
de partidos y organizaciones y el fuerte uso de las redes sociales para comunicarse
y hacer las convocatorias. El más reciente heredero del 15M es el movimiento Nuit Debout de París y otras ciudades
francesas, con acampadas para protestar por la falta de trabajo. La
convocatoria de manifestaciones a nivel mundial bajo el nombre de Global Debout se hizo
precisamente para el pasado 15 de mayo en recuerdo al movimiento español.
Hace siete días vimos cómo las primeras semanas del 15M hicieron que una
parte de la sociedad, sobre todo en las grandes ciudades, se implicase más
activamente en la vida política, reclamando una mayor participación en
la toma de decisiones sobre su propio futuro y pidiendo una mayor transparencia
a los políticos. Las acampadas y asambleas han
servido para forjar amistades entre individuos y por tanto para establecer
nexos entre distintas plataformas sociales
(algunas de ellas creadas al calor del movimiento, otras ya existentes pero que
estaban adormecidas) y generar una red de contactos sólida y organizada.
Tras
esta fase de activación y puesta en común se produjo una lenta dispersión en la
que cada cual, con las pilas ya recargadas, escogió las batallas que quería
librar. Algunos de estos colectivos sociales de los que hablamos han hecho que se
escucharan sus reivindicaciones y han conseguido objetivos que parecían inalcanzables.
Y a raíz de estas pequeñas conquistas,
el 15M ha hecho posible también
una manera diferente de ver la política en el conjunto de toda la sociedad: la
gente en general, y no sólo los que estuvieron en las plazas, ha empezado a
hablar más de política y a interesarse por ella, lo
cual es estupendo. También en los medios de comunicación, que suelen tomar el
pulso de lo que se comenta en la calle, han aparecido muchas tertulias
y programas de análisis político
(algunos más rigurosos que otros, pero siempre es mejor eso que Mujeres y
Hombres y Viceversa). El último eslabón de este proceso a largo plazo, después
de la gente y los medios, es el de los políticos y los poderosos, que en
algunos casos refrenan su ambición y su codicia para no perder el favor del
populacho (porque saben que la mala prensa supone una pérdida de votos o de
beneficios), lo que se traduce en decisiones políticas y económicas más concretas
e importantes, que benefician a mucha gente.
Y los cambios han venido no sólo desde fuera del establishment político, por
vía de los medios de comunicación, sino también desde dentro: uno de los logros
más importantes del 15M ha sido el de dar un vuelco al sistema de partidos,
acabando con el bipartidismo que ya había durado unos treinta años. Me estoy
refiriendo por supuesto a Podemos, que, por más que
digan algunos de sus dirigentes, es heredero directo de la indignación de las
plazas: basta con recordar que el nombre del partido procede claramente del
lema “¡Sí
se puede!”, que a su vez se inspiraba en el Yes We Can del
famoso discurso de Barack Obama en 2008, en el inicio de la crisis.
Recordemos
que la primera manifestación del 15M se hizo a propósito sin símbolos de
ninguna organización o partido, y que el movimiento se consideraba apolítico
(en el sentido de no relacionado con la política que se había hecho hasta entonces).
Por eso, supongo que para muchos indignados supuso un dilema importante, hace
dos años y medio, la posibilidad de crear o no un nuevo partido de cara a las
múltiples elecciones que se avecinaban; sabían que por un lado se arriesgaban a
perder parte de su horizontalidad (como así ha sido), pero que por otra parte
el poder utilizar los canales ya existentes facilitaría mucho la consecución de
los objetivos. Como consecuencia, la gente del 15M original se ha dividido
entre los que ahora militan en Podemos, que quieren convertir la indignación en
cambio político cuanto antes, y los que siguen dudando de que las cosas puedan
arreglarse con el sistema que tenemos ahora, aunque sea con partidos nuevos.
Podemos
surgió a principios del 2014 y pocos meses después obtuvo buenos resultados en
las elecciones europeas. Su buena racha continuó, incluyendo sus distintas confluencias, en las municipales y
autonómicas del 24 de mayo de 2015, con los importantes triunfos de Manuela Carmena
en Madrid y de Ada Colau
en Barcelona. En Valencia ciudad hubo al final un acuerdo entre PSOE, Compromís
y València en Comú (que incluía a Podemos) para gobernar en equipo, modelo que
ha generado la expresión “gobierno a la valenciana”,
de uso común en toda España en mítines, declaraciones y tertulias políticas. En
la Generalitat se ha llegado a un pacto similar, y parece que en ambos casos el
entendimiento es bastante bueno.
No me extraña que se pusieran de acuerdo, teniendo en cuenta que había que
echar como fuese al PP, que llevaba instalado en el poder casi un cuarto de
siglo. El Partido Popular valenciano ha acabado pagando todas las fechorías que
cometió durante años (es algo que afortunadamente pasa siempre, más tarde o más
temprano) y aparte de tener un bajón de votos y escaños
ha caído también sobre él el peso de la justicia: nueve
de los diez concejales del PP que han salido elegidos en Valencia han acabado
imputados en el caso Taula,
y ante tal caos hasta la dirección nacional ha puesto a una gestora a cargo del
partido en la Comunidad Valenciana. La verdad es que el acuerdo de los partidos
de izquierda era una noticia tan buena que los primeros días no nos acabábamos de creer que fuese real… Y por
cierto: ¿Qué harán los de Cabanyal Z
ahora que ya no está Rita de alcaldesa? ¿Rodarán más capítulos de la webserie?
Veremos…
Como
consecuencia de las últimas elecciones municipales, algunos de los que antes
participaban en las asambleas del 15M ahora trabajan en el Ayuntamiento de
Valencia (tan sólo unos metros más allá), y puedo aseguraros que han cambiado muchas
cosas en la ciudad. Por ejemplo, lo que se cuenta a veces como mera anécdota en
las noticias de que los nuevos políticos viajan en metro o en bici yo lo he
vivido en primera persona… Dejadme que os hable un poco de Giuseppe Grezzi:
este ecologista de origen italiano siempre se ha movido en algunos de los círculos
que frecuento, de modo que me lo encontraba a menudo en conferencias y saraos
varios. Pertenece
a Compromís, que no es el partido más afín a mis ideas políticas, pero (igual
que ocurre con Mónica Oltra) a nivel
individual me parece una persona muy válida. Ahora es concejal delegado
de Movilidad Sostenible del Ayuntamiento, y a pesar de ello me lo sigo
encontrando en charlas o en actividades en la calle; algunas las ha organizado
el propio consistorio, pero a otras simplemente había asistido toda la vida y
por lo tanto sigue asistiendo con total normalidad… Además, siempre está
abierto a tomar nota de los problemas de la gente para hacer después lo posible
por resolverlos.
La anécdota
que os quería relatar ocurrió después de las elecciones municipales, hace unos
meses, un día muy lluvioso. Yo
había sido previsor y había cogido mi paraguas, y pasaba por la Plaza del
Ayuntamiento de camino hacia casa… En eso que me encuentro a Giuseppe, que
también iba hacia el barrio (somos más o menos vecinos) y que había tenido que
bajarse de su bici porque el suelo de la Plaza se pone muy resbaladizo cuando
llueve. No llevaba paraguas, y a pesar de tener capucha se estaba empapando,
así que después de saludarlo le pregunté a dónde iba y le ofrecí compartir con
él paraguas y paseo, y allá que nos fuimos los dos juntos, resguardándonos del
chaparrón, hablando de La Belleza y el Tiempo
y discutiendo sobre las mejoras que necesita el entorno de nuestro barrio y la
mejor manera de llevarlas a cabo… Si esto no es contacto directo con tus
representantes políticos, no sé qué será; desde luego es algo que jamás podría
haber ocurrido en la época del Partido Popular.
Ya la semana pasada os hablé de lo difícil que es ponerse de acuerdo en una
verdadera democracia… Lo que se consiguió en Valencia ciudad y en la Comunidad
no se ha logrado a nivel nacional después del 20 de diciembre pasado, y PSOE y
Podemos no han formado un gobierno conjunto, aunque es verdad que necesitaban a
algún partido más para tener mayoría en el Congreso… El problema de la
izquierda española es que está muy fragmentada
porque las distintas vertientes quieren mantener su identidad propia, mientras
que la derecha está más unida porque su método, mucho más vertical, es el de
escoger un líder, o grupo reducido de líderes, que decide lo que tiene que hacer todo el mundo,
aunque no les guste: por la mañana esta élite se pone de acuerdo en el
argumentario respecto a los temas más candentes, manda un mail con lo que se ha
decidido
y a lo largo del día escuchas a todos los demás en los medios de comunicación
repitiendo las mismas palabras como loros, para tratar de lavar el cerebro a la
gente que no está sobre aviso de estas sucias maniobras… La mayor pluralidad de
la izquierda no sólo hace que pierdan escaños el día de las elecciones
por la escisión en partidos más pequeños, sino que también dificulta que
lleguen a pactos después, como ha pasado con Pedro Sánchez y Pablo Iglesias,
que no han querido dar su brazo a torcer estos últimos meses.
En ese
sentido, creo que el acuerdo alcanzado hace un par de semanas entre Podemos e Izquierda Unida
para la segunda vuelta de las elecciones es una muy buena noticia, sobre todo
porque me parecen las dos formaciones que más trabajarían por la gente si al
final salen elegidas; ya no tengo duda de cuál será mi voto. Ya sabéis que la
unión hace la fuerza, y los sondeos acaban de confirmar que con esta unión se
producirá el tan comentado sorpasso al PSOE
el próximo 26 de junio. Y se trata también de una buena noticia para el 15M, ya
que en las asambleas y comisiones de hace cinco años participaron activamente no
sólo gente de Podemos como Rita Maestre o Íñigo Errejón, sino también Alberto
Garzón, actual dirigente de Izquierda Unida… Un último detalle curioso: tiene
gracia que el nombre que han escogido para la coalición, Unidos Podemos, fuesen precisamente las palabras con
las que concluía el manifiesto fundacional del movimiento 15M.
Permitidme
introducir en la recta final de la entrada un elemento de pesimismo (llámalo pesimismo,
llámalo realismo). Estoy seguro de que ya hemos hablado antes en el blog (creo
que en una comparación con
el campo afectivo) de la paradoja de los gobernantes
de la Polis en la antigua Grecia: Platón llegaba a la conclusión de que los
mejores gobernantes serían precisamente los posibles candidatos que no quisieran
gobernar, los que lo considerasen una responsabilidad demasiado grande, ya que
los que quisieran hacerlo de forma voluntaria seguramente se ofrecerían con
otros oscuros planes en mente… El poder siempre corrompe,
sea a quien sea, y cuanto más tiempo pasas en el cargo más tentado te ves de
hacer trampas y aprovecharte de tu posición. A lo largo de mi vida he visto
bastantes amigos, conocidos y compañeros de trabajo acomodarse y volverse algo
snobs y aburridos, menos idealistas y más egoístas e insensibles a las
desgracias ajenas a medida que se hacían mayores; han dejado de vivir como
piensan y han empezado a pensar como viven…
Así que estoy seguro de que los políticos, con la continua tentación no sólo de
aceptar sobornos o comisiones sino también de aprobarse suculentas dietas y
subidas de sueldo para ellos mismos, suelen abandonar el camino de la honradez
con todavía más frecuencia. Yo mismo me tengo por un hombre decente y de
principios, pero doy gracias por no estar ahí arriba, en una posición de poder,
y por no tener que comprobar si también incurriría a la larga en el mismo
error.
Y lo que le ocurre a un político con el paso de los años puede
extrapolarse, en mi opinión, a todo un partido: he sido votante del PSOE mucho
tiempo, pero en estos últimos años en los que me he puesto al día en cuestión
de política me he dado cuenta de que el PSOE de hoy día está anclado en el
centro y no tiene nada que ver con el de los inicios,
y de que por tanto no debería gobernar, al menos no en solitario. Creo que la
mejor opción ahora es votar a Unidos Podemos, como lo fue votar al PSOE a
principios de los 80… También creo que dentro de veinte o treinta años los políticos
de Podemos serán igual de carcas y retrógrados que los del PSOE ahora mismo, y
que no valdrá la pena votarlos. Como regla general, opino que lo más
conveniente a largo plazo es votar a políticos de izquierdas que parezcan
inteligentes y capaces, pero poniéndose siempre en lo peor (piensa mal y
acertarás) y limitando el tiempo que puedan ocupar su cargo, o al menos el
tiempo durante el que darles nuestra confianza en las urnas: así, al principio
harán las cosas bien de corazón; a medio plazo seguirán cumpliendo unos
mínimos, aunque sea sólo por exigencias de su supuesta ideología de izquierdas,
que da importancia a lo social por encima de lo económico; y a largo plazo,
cuando pierdan la vergüenza y ya les dé igual disimular su egoísmo, su
inactividad o su codicia, los tiraremos del gobierno y pondremos a otros
nuevos, para que empiece el ciclo otra vez… o a lo mejor nosotros los
seguiremos votando, pero los tirarán los votantes más jóvenes y progresistas
que vayan llegando por detrás.
Pero no nos preocupemos todavía por lo que pasará o dejará de pasar dentro
de treinta años: lo que importa ahora mismo es que hay grupos políticos más
cercanos a los problemas de la gente que el PSOE y (desde luego) el PP que están
llamando a las puertas del Congreso de los Diputados, y quién sabe si también a
las del Gobierno de España; el 26 de junio decidiremos si realmente se puede o no se puede pasar. Es muy poco
realista pensar que un partido puede hacer bien su trabajo hasta el fin de los
tiempos, pero sí es razonable creer que los partidos de izquierda pueden hacer
un buen trabajo ahora mismo, que es cuando lo necesitamos. ¿Por qué no íbamos a
tener fe en ello, si hay muestras evidentes de que el cambio ya ha comenzado?
Los datos hablan por sí solos, y nos están diciendo que el batir de las alas de una mariposa puede generar un huracán cinco
años después.
Después de informarme un poco sobre el tema durante estos últimos años, podría
decir que hay varios países del norte de Europa en los que la política funciona…
y para de contar. En muchos otros países del Mundo, y sobre todo en los menos
desarrollados, la corrupción está prácticamente institucionalizada
en el ámbito de la política. Incluso una primera potencia mundial como los USA
no está tan lejos del caos de los tiempos del Salvaje Oeste, por mucho que
ellos quieran pensar que sus instituciones son sólidas y justas: por ejemplo,
son famosas a lo largo de todo el S.XX las historias de alcaldes corruptos que
gobernaron durante años ciudades tan importantes como Los Ángeles o Chicago. Para
intentar frenar la corrupción, las presidencias allí están limitadas a dos mandatos
de cuatro años cada uno; pero hecha la ley, hecha la trampa, y ahí tenemos a familias
de presidentes que se van turnando en el cargo, como los Bush…
Un caso similar es el de Bill Clinton y su mujer Hillary, aunque la prefiero a
ella mil veces antes que al imbécil de Trump,
por supuesto. Yendo más atrás en el tiempo también está Nixon, que dimitió (al
menos él dimitió) por el caso Watergate; o Reagan, durante cuyo
mandato en los años 80 todo el mundo pareció volverse gilipollas, iniciándose
una etapa de consumismo, codicia y capitalismo salvaje que desembocó en la
crisis financiera del 2007.
En España, al menos históricamente, somos todavía más susceptibles de caer
en la triquiñuela y el fraude que los protestantes y anglicanos, ya que el
catolicismo incluye el perdón de los pecados cometidos mediante la confesión,
lo que ha sido mal entendido por algunos durante siglos como una carta blanca
para hacer trampas (sin que se notara mucho) aunque esto perjudicase a los
demás. En los últimos tiempos el fervor religioso ha decaído bastante, sí, pero
la picaresca
se ha ido heredando de padres a hijos hasta el punto de quedar entretejida en el
ADN patrio. Esta picaresca es propia tanto de los de arriba como de los de
abajo, con la diferencia de que hay bastante más ruido cuando se pilla a los de
arriba con las manos en la masa… Los políticos, que tienen acceso a
presupuestos muy elevados y por tanto una tentación más fuerte de meter la
proverbial mano, han sido (no todos pero sí bastantes, entiéndase)
los causantes de muchos de los males que aquejan hoy a nuestra sociedad, los
culpables del deterioro actual del estado de bienestar. Junto
a los políticos, que son los corrompidos, están también entre estos
responsables algunos grandes empresarios, en calidad de corruptores; y tienen por
último su parte de culpa los banqueros,
que son los que originaron la burbuja financiera.
La
explosión de la burbuja inmobiliaria
y el inicio de la crisis financiera
han dado lugar en nuestro país a una redistribución de la riqueza, pasando a
ser los ricos cada vez más ricos (por medio de chanchullos) y los pobres (las
víctimas) cada vez más pobres, con una clase media cada vez más reducida. Incluso
en esta época de crisis, mientras políticos y empresarios predicaban la
austeridad seguían llevando una vida de lujos y exceso gracias a sus fortunas
adquiridas de forma ilícita… En los últimos años están saliendo a la luz multitud de casos,
actualmente en los tribunales, que son de auténtica vergüenza.
El que
toda esta corrupción se esté destapando se debe en parte al movimiento 15M, del
que este domingo se celebró
el quinto aniversario. Resulta que yo acabé
por pura casualidad en aquella primera manifestación que se celebró aquí en
Valencia, el 15 de mayo de 2011. La convocatoria se había hecho vía Internet
por Democracia Real Ya, pero a mí no me había llegado ninguna información.
Estaba en casa, seguramente haciendo algo de faena atrasada, y me apetecía
tomar el aire un rato, así que bajé a la calle y me di un paseo por el barrio.
De pronto me di cuenta de que había mucha gente que se dirigía hacia el centro,
algunos de ellos con pancartas, silbatos y disfraces, así que, llevado por la
curiosidad, me decidí a seguirlos, y acabé en la Plaza del Ayuntamiento, que
era el punto de salida de la mani. Las consignas que se coreaban trasladaban un
mensaje de indignación por la situación de entonces y pedían un cambio de todo
el sistema para que fuera más justo y participativo, pero lo hacían de un modo festivo y alegre, muy fresco, que
no había visto nunca antes y que era bastante esperanzador… Recuerdo el final
de la mani, en la Glorieta, frente al Palacio de Justicia, con música y bailes
improvisados bajo los árboles centenarios que duraron un buen rato; recuerdo
también haberme encontrado con algunos conocidos míos allí mismo y haber compartido
impresiones con ellos, y que la sensación general era de muy buen rollo.
Si la
manifestación había sido original y novedosa, lo que ocurrió en la Plaza del
Ayuntamiento (rebautizada como Plaza del 15M) durante las siguientes semanas
fue algo totalmente increíble…
De manera espontánea y desafiando a las autoridades (faltaban pocos días para
las elecciones) se organizó una acampada permanente y se celebraban asambleas
populares en las que participaba todo el que quería para proponer lo que quería…
Se daban charlas, se hacían conciertos y se realizaban debates de las más
diversas temáticas, de los cuales surgieron distintas comisiones
especializadas… El ambiente que se respiraba era muy ilusionante, y me gustaba
pasarme por allí una o dos veces por semana y darme una vuelta por las tiendas
y corrillos para aprender cosas nuevas… Después de estas semanas iniciales se
decidió (de forma asamblearia) suspender la acampada para seguir con la labor
de debate y de realización de acciones concretas en las distintas asambleas de
barrio, así como en las comisiones, mareas y plataformas que se habían creado. De
manera menos frecuente pero regular se seguirían celebrando asambleas generales
en la Plaza a modo de puesta en común, y también se realizarían manifestaciones
o acciones a nivel de toda Valencia en ocasiones concretas… acciones en las que
había de vez en cuando algún susto con las multas, las detenciones y las cargas policiales.
Aunque
he seguido de cerca la evolución del movimiento desde sus inicios, no me
considero ni mucho menos un miembro del 15M a jornada completa; debido a la
falta de tiempo por mi trabajo, el blog y los otros fregados en los que estoy
metido, no he querido involucrarme mucho, y más que colaborar he proporcionado
algo de apoyo, pero siempre desde la barrera, como en tantos otros ámbitos.
Asistía a las asambleas de barrio e intentaba ir a las manifestaciones que me
parecían importantes, pero por ejemplo no quise liarme en ninguna de las
comisiones, que quedaban más a menudo, porque no me daba el horario para más.
Inicialmente,
sobre todo en la Plaza las primeras semanas, el movimiento era algo muy
heterogéneo en cuanto a perfil político y condición social de los asistentes, pero
a medida que fueron pasando los meses y se fue reduciendo el número de personas
que venían se hizo más evidente que los que quedaban (incluido yo) eran sobre
todo de izquierdas, y que una buena parte de ellos se ajustaban a determinados
clichés, algo que a mí no me va mucho,
como ya sabréis. Me resultaba curioso comprobar que la mitad de la gente era vegetariana
y hacía pedidos semanales a algún huerto urbano, y la otra mitad estaba
constantemente con el cigarro en la mano (en algunos casos concretos los había
que pertenecían simultáneamente a ambos grupos, cosa bastante contradictoria),
mientras que yo he estado siempre en el punto medio entre ambos extremos. En
cuanto a las manifestaciones y asambleas, nunca he sido especialmente devoto de
llevar pancartas ni de las batucadas que te impiden hablar con tus compañeros, y
no me gustaba sentarme en el duro suelo de la Plaza porque después de dos horas
acababa con el culo dolorido… Toda esta lista de pequeños detalles me ha hecho
sentir algo fuera de lugar en alguna ocasión, pero nada demasiado serio, desde
luego… Y puestos a caer en lo gregario, tengamos en cuenta que podría ser mucho
peor: prefiero cien veces a alguien con una seudopersonalidad de izquierdas que
a alguien con una estilo PP.
En el
15M se ha dicho siempre eso de que “Vamos despacio porque vamos lejos”, y es
verdad que resulta muy difícil poner a todo el mundo de acuerdo sobre algo; la
verdadera democracia supone un esfuerzo titánico por parte de todos, y muchos
se fueron descolgando porque después de meses no apreciaban que de las
asambleas saliera ningún avance concreto…
Si bien es verdad que había gente que al participar daba gusto oírlos, nunca tuve
mucha paciencia para escuchar a los que hablan sin saber, o a los que se enrollan como una persiana
yéndose por las ramas, o a los pelmazos que están siempre con el mismo tema
aunque a nadie más le interese, o a aquellos a quienes se les nota a la legua
que son trepas, oportunistas y manipuladores…
También
había, en mi opinión, algunos compañeros con ideas demasiado radicales, gente a
la que las injusticias sufridas en el pasado o la ideología mamada desde
pequeños les habían nublado el buen juicio… Y otros eran gente bastante
razonable en cuanto a sus ideas pero luego por ejemplo no sabían elegir bien
los lemas y consignas en las manifestaciones, no sabían hacer llegar su mensaje
a los transeúntes de manera serena y calmada. Están por ejemplo el famoso “¡No nos mires, únete!” y su variante “¡Únete,
a ti también te roban!”, que me parecen ambos muy bien, pero recuerdo que había
quien se empeñaba en repetir a voz en grito “¡No nos mires, a ti también te
roban!”, con lo que se perdía la parte más importante del mensaje. También entiendo
que decir algo como “Queremos tener la posibilidad de abortar en caso de que
sea necesario por violación o malformaciones, aunque suponga para nosotras un
episodio muy traumático y no lo hagamos por gusto” queda demasiado largo, pero
de ahí a corear “¡Queremos abortar!” como quien defiende su derecho a la paella
de los domingos va un trecho… Es necesario encontrar una frase a medio camino, que
tenga ritmo y rima pero a la vez transmita correctamente la idea. Creo que la vehemencia,
la falta de tacto en las formas en estos y otros casos, ha puesto en ocasiones a
algunos sectores de la sociedad a la defensiva y poco receptivos a las ideas de
fondo del 15M. Como conclusión general de estos dos párrafos, siempre he
pensado que la democracia real que estamos buscando sólo nos hará avanzar y
progresar de verdad si viene de la mano de una educación de calidad
(tanto en el plano intelectual como en el emocional) y accesible para todos.
Al
problema de encontrarse algún que otro palurdo mezclado con la gente más válida
se unía, en mi caso particular, una desafección innata por todo aquello
relacionado con la política y la economía.
La retórica que suele ir asociada a estos debates me cansaba bastante; muchos
de los temas de conversación me parecían demasiado abstractos como para
despertar mi interés y al final se me mezclaban en la cabeza todas las iniciativas,
conceptos, ideologías y facciones de las que se hablaba… vamos, que esto no es
lo mío. Aun así, era consciente de que durante mucho tiempo se habían cometido
grandes injusticias hacia los más desfavorecidos y de que, aunque a mí la
crisis no me hubiera afectado directamente, había que reaccionar de alguna
manera; aun siendo aburrido era un tema importante, y había que intentar
ponerse al día para ver si se podía hacer algo… Yo siempre he asimilado mejor
las ideas abstractas cuando me las ha explicado alguien que me cayera bien, de
manera que cuando llegaba a las asambleas de la Plaza o del barrio lo primero
que hacía era buscar con la vista entre la multitud las caras conocidas de
gente concreta con la que poder tener después charlas más productivas en petit
comité… Este trato más directo con las personas de mi elección ha sido siempre
lo que más me ha gustado del 15M, porque charlando con ellas no he tenido esa
sensación tan frustrante de pérdida de tiempo; es así como he llegado a
comprender mejor los conceptos básicos para poder tener una opinión informada
sobre los asuntos básicos.
Con el
paso de los años el grupo del 15M de mi barrio ha ido perdiendo impulso,
quedando cada vez menos gente y haciéndose menos cosas, aunque se lleva a cabo
algún proyecto puntual de vez en cuando y solemos coincidir en las
manifestaciones más importantes… Es curioso que casi todos los integrantes de
este núcleo duro que fue quedando con el tiempo estaban entre aquellos
compañeros de los que mi instinto me había dicho inicialmente que podían
aportarme algo útil: personas agradables, inteligentes, cultas
(independientemente de que tengan o no un título universitario) y sobre todo
generosas, dispuestas a ayudar y a organizar actividades sin esperar nada a
cambio, sólo por amor a los ideales que defienden…
personas, en definitiva, que me enorgullezco de poder llamar mis amigos. A algunos
de ellos los sigo viendo de vez en cuando (de hecho los vi este fin de semana)
y algunos de ellos comentan de vez en cuando en el blog… ¡Un saludo, gente!
Aunque
parezca, por lo que he contado hasta ahora, que el movimiento se ha ido
diluyendo y no ha sido de ninguna utilidad práctica, nada más lejos de la
realidad… Me consta que en otros barrios hay mucha más actividad, y que varias
de las plataformas creadas al calor del 15M, después de algunos avances y
retrocesos, han conseguido bastantes de sus objetivos. También es obvio que
mucha de la gente que abandonó las asambleas no lo hizo para volverse a su
casa, sino que siguieron moviéndose y trabajando, explorando otras vías… A los
últimos resultados electorales me remito. La semana que viene os enumeraré varias
importantes consecuencias de la aparición del 15M, os
hablaré del día en que compartí mi paraguas con un concejal del Ayuntamiento y os
contaré un par de cosas sobre Podemos.