No es la primera vez que dedico estas líneas a hablar del blog y de cómo lo
llevo al día: en su momento os conté cómo la extensión de las entradas semanales,
de menos de 500 palabras inicialmente, fue aumentando hasta el promedio actual de
1500 palabras, habiéndose alcanzado picos de hasta 2750. Ya en la entrada número cien
os comenté que redactar los contenidos para el blog me roba mucho tiempo, y que
a veces me siento tentado de echar un poco el freno, pero después de casi tres
años y habiendo sobrepasado las ciento cincuenta entradas he conseguido mantenerme
fiel al compromiso no escrito con mis lectores de actualizar una vez por
semana.
Los que me seguís habitualmente sabéis que uno de
mis objetivos con La Belleza y el Tiempo es el de encontrar personas afines a mi
forma de pensar para después seguir debatiendo los temas con ellas en persona, lo
cual es siempre más agradable; aquí incluyo no sólo a mujeres (la búsqueda de
afecto es uno de los hilos narrativos de mi Vida, y por tanto del blog) sino
también a hombres (a un nivel estrictamente intelectual). El querer contactar
con gente geográficamente cercana a mí (dejando claro que me parece estupendo
que me lean también desde otros sitios, por supuesto) me ha llevado a renunciar
a algunos medios disponibles
para publicitar La Belleza y el Tiempo a los cuatro vientos a través de
Internet. Mi técnica es mucho más artesanal, refinada y selectiva, haciendo
publicidad casi persona por persona, mediante unas tarjetas de visita
con la dirección del blog que confecciono yo mismo… Cuando me reencuentro con
alguno de mis antiguos conocidos, o cuando ya he roto el hielo con alguna de
mis nuevas amistades que me parece interesante, les doy una tarjetita para que
le echen un vistazo al blog y me digan qué les parece.
Bastantes de
mis amigos y unas pocas personas más que no conozco se han suscrito al blog (véase
la columna de la derecha), de manera que reciben las entradas automáticamente
cada semana, mediante correo electrónico o por otros medios cuyos detalles
ahora mismo desconozco; tengo que ponerme al día y enterarme de cómo se utiliza
exactamente el feed del blog…
Aparte de esto, yo mismo he confeccionado por mi cuenta varias listas de
direcciones de e-mail de amigos que no están suscritos, con distintos perfiles (Cine,
Música, 15M, Ciencia…), y cuando pienso que me ha salido una entrada con un
perfil claramente marcado mando un breve mensaje al grupo correspondiente, por
si les interesa leerla.
¿Qué tal funcionan
estos métodos publicitarios? En cuanto a las visitas, no recibo muchas en
comparación con otros blogs, pero supongo que las que recibo son de calidad… Estoy
contento porque el número ha ido subiendo poco a poco con el tiempo. Al
principio, hace tres años, el día que tenía una o dos ya era una auténtica fiesta.
Después, más y más gente ha ido descubriendo el blog y las visitas han ido aumentando.
Hablo de memoria, pero yo diría que al cabo de un año tenía diez visitas
diarias, a los dos años eran quince y ahora recibo unas veinte al día, aunque en
los meses de verano bajan un poco, otra vez a quince. Parece que la publicidad mediante
entrega de tarjetas en mano funciona, porque las estadísticas indican que más
del 60% de las visitas son desde España, con un 10% de USA, un 5% de Argentina,
un 5% de México y un 20% de otros países, según datos del último mes.
No me importa
que no haya más visitas siempre y cuando los que entren al blog se lean
realmente las entradas y éstas les resulten útiles e interesantes, pero ¿cómo
saberlo a ciencia cierta si casi nadie deja nunca un comentario? Con este tema sí
que tengo una espinita clavada… Hay semanas que me lo curro un montón y me
queda una entrada que a mis ojos ha salido redonda,
y aunque la gente va entrando es duro ver cómo van pasando los días y no comenta
nadie, ni siquiera para decir en tres palabras que le ha gustado… El contador
de visitas no te dice si éstas han durado diez minutos o dos segundos, y la
falta de información al respecto hace que acabes pensando que tal vez nadie ha leído
hasta el final, que lo que escribes no le interesa a nadie aparte de a ti mismo… Ha llegado a haber lapsos de mes
y medio sin un solo comentario, y os aseguro que es una sensación horrible, muy
desalentadora.
Este tipo de
pensamientos tóxicos suelen ser infundados, porque a veces hablo del blog en
persona con amigos y amigas y me dicen que les gustó tal o cual entrega… Hay
quien me dice que la gente no se atreve a comentar porque les echa para atrás
el nivel de las entradas, e incluso de los comentarios que algunos amigos hacen
de vez en cuando (¿Dónde te metes últimamente, Cancro? ¡Te echo de menos,
compañero!), pero no creo que eso sea razón suficiente para no participar… En
primer lugar, hay muchos temas que toco en el blog de los que no controlo ni la
mitad que algunos de los que me leen; y en segundo lugar, aunque supiera más
que vosotros en algún caso concreto no os lo echaría en cara, sino más bien al
contrario, trataría humildemente de resolveros vuestras dudas lo mejor que
supiera, que para eso estamos, y yo no me como a nadie… Otra razón para la
falta de comentarios según mis conocidos es que algunas entradas son tan completas
y exhaustivas que no hace falta añadir nada más: dejadme dudarlo seriamente,
pero aunque así fuera (que no lo es) siempre se agradecen un par de líneas
diciendo que te ha parecido interesante.
No tiene
sentido negar una de las razones principales para la falta de feedback:
los blogs están de capa caída
y la inmensa mayoría de la gente ha migrado hacia las nuevas redes sociales. La
creciente facilidad que nos ofrece la tecnología moderna para conectar
rápidamente con cualquiera, en cualquier sitio y a cualquier hora, ha hecho que
se tienda a acumular el mayor número posible de “followers”
o “amigos” virtuales a costa de sacrificar la profundidad de esas relaciones… La
verdadera comunicación entre personas ha sido sustituida en muchos casos por un
fugaz e impersonal “Me gusta”, porque todo el mundo va siempre liado con mil cosas y sin tiempo
para nada; vivimos en la era de la modernidad
líquida y del zapping constante, en la que todo se difumina y nada permanece…
Y lo que más rabia me da no es que la gente se disperse tratando mil temas
distintos con muy escasa profundidad; lo peor es que muchos de esos temas no
tienen el más mínimo interés desde un punto de vista objetivo. Me repatea ver
cómo algunos pierden el tiempo mandando juegos estúpidos,
chistes ofensivos o fotos de gatitos por el Whatsapp
o el Twitter; y ya os podéis imaginar cuál es mi reacción cuando veo que hay
grupos de Facebook inspirados en auténticas gilipolleces
que reciben decenas de respuestas cada día, mientras La Belleza y el Tiempo permanece
sumida en el más absoluto silencio… Sin comentarios.
Pero las cosas
hay que intentar tomárselas con buen humor: recordaréis que en alguna ocasión me
he comparado a mí mismo en el blog con un náufrago en una isla desierta,
una especie de Robinson Crusoe a la espera de un barco que pase a rescatarme; de
modo que ante la falta de respuestas se me llegó a pasar
por la cabeza el crear un usuario ficticio de Gmail con la foto y el nombre de Wilson,
la pelota de voleibol que Tom Hanks transforma en un improvisado compañero de cautiverio
en la película Náufrago, para poder dialogar con él
en la sección de comentarios como si fuera otra persona… Fuera de bromas, a
veces me da la impresión de que la sopa de trozos de plástico que se acumula en el
centro del océano es más espesa de lo que yo creía, y que las botellas que
lanzo al Mar se quedan atascadas en ella antes de que nadie en una costa remota
pueda leer los mensajes que hay dentro. En este sentido, he de reconocer que a
veces (sólo a veces) me encuentro a mí mismo escribiendo las entradas y
pensando que me apetecería más apartar la vista de la pantalla
e irme a hacer otra cosa… Necesito saber que esto es algo
más que una serie de pajas mentales
que no van a ninguna parte; sólo hay algo peor que vivir para escribir, y es
vivir para escribir palabras que no va a leer nadie.
Dada la actual
situación, últimamente me he preguntado alguna vez qué es lo que haría si en el
futuro inmediato me viese más liado de faena en el trabajo (es bastante
probable que esto ocurra pronto). ¿Clausuraría por completo La Belleza y el
Tiempo? La respuesta es no: escribo sobre temas que me apasionan, así que lo
hago para los demás pero también para mí, y la verdad es que esta función
terapéutica del blog me resulta muy útil… Creo que en mi caso reducir la
longitud de las entregas tampoco sería una opción, porque no me salen más
cortas; y partirlas arbitrariamente por la mitad haría que perdieran parte de
su efecto dramático… Así que, de ser necesario, me plantearía la única opción
que me queda: reducir la periodicidad a una entrada cada dos semanas.
Si el número de
comentarios continúa estancado el próximo par de meses, entonces tal vez
debería deducir que el blog lo escribo sobre todo para mí, y por tanto sólo debo
responder ante mí mismo si alguna semana no me da tiempo a tener lista una
entrada, con lo que no vería ningún problema en publicar al ritmo que me apeteciera… Sin embargo, que aumentara la respuesta de los lectores y lectoras supondría
un importante estímulo para intentar mantener la periodicidad semanal. A aquellos
que me seguís regularmente os pido por favor que comentéis, que me digáis algo de vez en cuando; total, después de
leer mil quinientas palabras escribir dos líneas no os costará nada, y para mí conocer
vuestras opiniones y saber si os ha gustado significa mucho… Un blog se alimenta de comentarios, y si no los
recibe se muere de hambre. Escribimos para saber que
no estamos solos.