martes, 31 de marzo de 2015

Inteligencias Múltiples (IV)


Termino esta entrada múltiple sobre inteligencias múltiples repasando la lista de Howard Gardner y comprobando cuáles son mis puntos fuertes en cada una de las ocho categorías. Vayamos al grano y veamos si soy inteligente sólo en el sentido clásico de la palabra o en un sentido más general.

Lógico-matemática: Ya sabéis que a veces mi memoria me falla para según qué cosas, y no he tenido tiempo de rebuscar entre mis papeles del colegio, de modo que no recuerdo cuál era mi puntuación en los tests de inteligencia que me hacían de pequeño, pero me parece que era buena sin llegar a estar fuera de lo corriente. Sí tengo más a mano mis notas escolares, que eran bastante altas, y mi expediente universitario, que fue excelente, ya que mi carrera, perteneciente a la rama científica, se basaba más en entender los conceptos que en memorizar. Mis padres no tuvieron que preocuparse nunca por pagar las tasas, porque la Universidad me concedía becas por mis buenos resultados; y no se me olvidará jamás el único notable que saqué en todos aquellos años, una mancha imborrable en mi currículum… pero bueno, nadie es perfecto. Actualmente, en mi trabajo, sigo usando la lógica, las matemáticas y el método científico cada día y creo que no se me da nada mal.

Lingüística: Desde que era pequeño he sentido un gran cariño y respeto por mi lengua materna, el castellano, y aprendí bastante pronto a expresarme con propiedad, tanto al conversar como por escrito; creo que este blog es prueba suficiente de ello. Escribir unas dos mil palabras semanales sin errores ortográficos ni gramaticales y además con cierto estilo no es nada fácil… En cuanto a otros idiomas, tengo nociones básicas de latín, francés e italiano y sé cositas sueltas de griego y alemán, pero las que domino de verdad son el valenciano y también el inglés, que uso a menudo en mi trabajo… Ya de paso, aprovecho aquí para pedir disculpas a mis lectores no angloparlantes por los enlaces en inglés que pongo de vez en cuando, pero es que, aparte de que en ocasiones sólo están disponibles en ese idioma, hay otras veces en que con las prisas ni siquiera soy consciente de cómo los pongo.




Espacial: Tengo un buen sentido de la orientación y se me da bien estimar distancias, me muevo con facilidad por las calles de Valencia (excepto por la zona de Abastos… otro día hablamos de eso) y también me hago enseguida con la distribución de las zonas turísticas en las ciudades que visito en mis viajes, hasta el punto de que al cabo de un par de días ya casi no necesito mirar el mapa. Además soy muy buen fisonomista, y puedo reconocer a familiares o actores y actrices de cine en fotos en las que eran muy pequeñitos. Esto es gracias a que sé fijarme en aquellos detalles que cambian menos con los años, como la estructura craneal, la separación entre ojos, la posición de la boca… Precisamente por eso soy muy malo adivinando la edad de la gente: puedo ver por la calle a una chica que me parece atractiva y a veces no sabría decir si tiene veinte o cuarenta y cinco años (podríamos decir que veo a la gente no como son ahora, sino más “a largo plazo”, es decir, también como fueron y como serán). Por último, en fotografía se me da bien encontrar el ángulo más interesante, y en cine suelo captar detalles sutiles que a otros se les escapan.

Corporal-cinestésica: No soy una persona especialmente fuerte, pero sí bastante ágil y con buena coordinación; he tenido poquísimas lesiones en mi vida, y ya alguna vez os he hablado de mis andares decididos pero a la vez elegantes (yo diría que felinos). También tengo un buen dominio de mis expresiones faciales, tanto cuando estoy serio como cuando hago el payaso. Aunque a muchos de los que me conozcan les parecerá extraño, he coordinado talleres de baile de casi cien personas, y no se me da nada mal; precisamente bailando conocí a mi anterior pareja. Hablando de parejas, y entrando ya en un terreno un poco más personal, soy bastante hábil con las caricias y sé dar buenos masajes; creo que en lo referente al sexo no lo hago nada mal, aunque supongo que esto no deberíais preguntármelo a mí, claro… Aplicando lo dicho al principio a este tema en particular, digamos que lo que me falta de corpulencia o fuerza lo compenso a base de pasión, entrega, dedicación y agilidad. Sin entrar en detalles, os confesaré que soy capaz de estimular a una mujer con cinco partes distintas de mi cuerpo simultáneamente, de forma armoniosa y muy placentera; si tenéis curiosidad y queréis saber más, preguntadme por privado, chicas…




Acústico-musical: Tengo buen sentido del ritmo (esto entronca también con la inteligencia anterior) y buen oído para los timbres, las melodías y las armonías. Durante un tiempo, hace ya muchos años, toqué los teclados en un grupo, aunque hoy en día mis escasas nociones de piano están bastante oxidadas. También tengo una prodigiosa facilidad para reconocer una canción con tan sólo escucharla durante una fracción de segundo. Aunque no me prodigo mucho en público (lo hago sobre todo por casa, principalmente en la ducha), canto bastante bien, sobre todo cuando la tesitura es grave, porque a la parte más aguda me cuesta un poco llegar sin hacer falsete, y por tanto me falla el vibrato. Me gusta pensar que tengo un tono y una cadencia agradables al hablar, y todo el mundo me dice que soy muy bueno imitando voces… Para rizar el rizo, hay un estudio hecho en el Instituto Tecnológico de California según el cual la gente lista escucha, entre otros, a Radiohead, y a mí casualmente me gustan bastante.

Naturalista: Soy consciente de la Belleza natural que nos rodea y de la que formamos parte, y tengo un gran respeto por la Vida en todas sus formas, aunque no sé hasta qué punto a esto se le puede llamar inteligencia (ya os dije en la primera entrega que la naturalista me parece una categoría un poco pillada por los pelos). El único ejemplo con cierto sentido que se me ocurre en este apartado es el de la reacción de las mascotas de mis amigos cuando voy a sus casas: no sé cómo, me las arreglo bastante bien para que los gatos se me acerquen y para que los perros se mantengan alejados de mí… ¿Será que tengo esa famosa energía de la que habla César Millán?




Interpersonal: Para mí esta inteligencia es muy importante no sólo por su relevancia intrínseca sino también porque la utilizo a diario en mi trabajo. Sé usarla para ayudar a aquellos que lo necesitan y también para evitar que los demás se aprovechen de mí o me induzcan a hacer algo que considero injusto o ilógico (de la asertividad, o cómo aprender a decir “no” de buenas maneras y con estilo, también hablaremos otro día). Suelo llevarme bien con todo el mundo y muy raramente me enfado abiertamente con alguien, y cuando lo hago sé resolver el problema de forma rápida y eficaz. A no tener que enfadarme me ayuda bastante un sexto sentido mío que me permite detectar en seguida a los capullos para poder mantenerme alejado de ellos… Por otro lado, sé ser muy buen amigo de mis amigos y, cuando alguien realmente se lo merece, sé estar pendiente de todos esos pequeños detalles que pueden hacer su día un poco más agradable. Mi vida social es muy activa, rica y variada, y tengo facilidad para hacer amistades en entornos nuevos para mí… En cuanto a la calidad de mis relaciones, muchos amigos míos comentan en este blog (de hecho son mayoría), y sus aportaciones dan fe de que todas y todos son sin duda de lo bueno lo mejor, de lo mejor lo superior.

Intrapersonal: También en este caso me remito a La Belleza y el Tiempo como prueba principal; una gran cantidad de sus entradas suponen un ejercicio de introspección que no muchos sabrían hacer. El blog me ha ayudado bastante a poner en negro sobre blanco lo que me pasa por la cabeza, a aclarar mis ideas, a dar nombre a lo que siento. Siempre he estado a gusto conmigo mismo, pero desde que escribo aquí me siento aún mejor; cada vez tengo menos miedo del Mundo y del Tiempo, cada vez estoy más seguro de estar tomando las decisiones correctas en la Vida… Y en cuanto a la imagen que tengo de mí mismo, ¿qué mejor muestra de autoestima que enumerar uno por uno mis puntos fuertes, tal y como estoy haciendo hoy? Si los demás no hablan de ellos, tendré que hacerlo yo…




La conclusión de todo esto es la siguiente: podré tener pegas en otros aspectos, seguro, pero ha quedado bien claro que soy (modestia aparte) bastante inteligente en todos los sentidos, independientemente de que sean éstas varias inteligencias distintas (veinte, ocho o tres) o bien varias manifestaciones distintas de una sola. Respondamos, a la luz de esta conclusión, a la pregunta que dejamos en el aire la semana pasada: ya sabéis que para mí la inteligencia es sexy, no cabe duda, pero ¿lo es también para ellas? A la vista de mis experiencias de estos últimos años, parece que ser inteligente no ayuda mucho a ligar; ha habido muy pocas mujeres que me hayan interesado en este tiempo, y a las que me han interesado, por una razón o por otra, no les he interesado yo.

La inteligencia es sexy, pero lo es sobre todo para la gente inteligente que sabe intuirla y además se toma después el tiempo y el esfuerzo necesarios para reconocerla claramente, y esto desgraciadamente no ha ocurrido aún en mi caso. Precisamente el hecho de que la inteligencia no abunde es lo que hace que en general esté infravalorada, lo que hace que a su vez haya menos gente que se preocupe por cultivarla… ¡Qué cruel paradoja, qué terrible fenómeno de retroalimentación, qué pescadilla mordiéndose la cola! Algunas de las mujeres que me han atraído últimamente eran inteligentes en varios aspectos, pero quizás no lo eran lo suficiente o quizás iban con demasiadas prisas como para darse cuenta de que yo las podría haber hecho muy felices… Y en otros casos había impedimentos de distinto tipo: algunas simplemente se encontraban en una etapa de su vida en que necesitaban estar solas, y otras ya tenían una pareja… con la que podían estar más o menos a gusto, pero una pareja al fin y al cabo.

Por tanto, podemos decir que ser inteligente ayuda a encontrar la felicidad, pero no basta sólo con serlo. Si recordáis la etimología de la palabra, la inteligencia es la capacidad de tomar las decisiones correctas, pero aunque se haya heredado un buen potencial para desarrollarla y este potencial se haya convertido en una realidad en la primera infancia, después hay que tener acceso a la información adecuada y paciencia para informarse bien de las distintas opciones, de modo que se pueda elegir la mejor… Y para esto a veces es necesario tener un poco de suerte y estar en el lugar adecuado en el momento apropiado. Así que, como veis, son muchos los factores que al final determinan si vas a tener o no una buena vida en general. Y lo mismo pasa con la elección de pareja: saber escoger la mejor opción no sirve de mucho si a uno no se le presentan buenas oportunidades, o si ninguna de las opciones vale la pena… A veces la opción más inteligente consiste en quedarse uno como está y seguir buscando algo mejor, aunque sin agobiarse.




Haciendo una última comparación con el Middle-Earth Role Playing, del que hablábamos en la primera entrega, un personaje jugador con muy buenas bonificaciones en sus características también puede tener mala suerte y sacar una pifia al tirar los dos dados de diez… Pero ésta no es razón suficiente para dejar de jugar; las oportunidades no se presentan si uno no se las crea, así que lo que hay que hacer es seguir tirando los dados hasta tener un golpe de suerte y (¿quién sabe?) quizás sacar un 100… Ésa es la actitud positiva que ha guiado mis pasos últimamente, y la que ha hecho que no me lo piense dos veces a la hora de completar esta entrada (que en principio iba por otros derroteros) con la entrega de hoy… Al planteárseme el dilema pensé: “Nada de lo que vas a contar es mentira, y deberías estar orgulloso de ello, así que ¿por qué no incluirlo? ¡A la porra los complejos de inferioridad!

Y aquí tenéis el resultado, aquí tenéis una parte de mi carta de presentación… Alguna otra vez he dejado caer ligeras pinceladas de autobombo aquí y allá en el blog, pero con lo de hoy no cabe ninguna duda: me ha salido un anuncio de contactos en toda regla… y además un anuncio de unas dos mil trescientas palabras; seguro que los del Badoo o el Meetic son un poco más cortos… En fin: las chicas que después de leer todo esto aún no tengan ganas de conocerme mejor no saben lo que se pierden, la verdad; y las que todavía no me conocíais bien, por falta de tiempo o de oportunidades, pero ahora estáis intrigadas por lo que habéis leído… ¿a qué esperáis? Estoy deseando que contactéis conmigo y me pongáis al corriente de vuestro currículum de inteligencias múltiples: ¡Deslumbradme!



lunes, 23 de marzo de 2015

Inteligencias Múltiples (III)


Hoy quiero hablaros de la relación entre las inteligencias múltiples y la elección de pareja, pero antes tenemos que viajar atrás en el Tiempo… Todos hemos visto alguna vez la típica escena en la que los protagonistas de una comedia gamberra o de un cómic satírico se dedican a puntuar a las chicas que conocen de acuerdo con criterios bastante sui géneris, basados en uno, dos o incluso tres parámetros… Cuando somos jóvenes, estas películas y estas tiras cómicas de ficción nos hacen sonreír de medio lado, pero la cosa ya no tiene gracia cuando nos hacemos mayores y descubrimos que en la vida real también hay chalados (con pistolas en el cinturón) que se dedican a elaborar teorías matriciales bastante ofensivas o payasos que van por ahí reduciendo las mujeres a meros códigos como TB 8,5 (o lo que es lo mismo, Tía Buena de ocho y medio).




Siendo adolescente, ni siquiera yo me libraba de los dichosos sistemas de calificación de posibles parejas, aunque quiero pensar que mi método era un poco más respetuoso… Constaba de cuatro parámetros, a saber: Inteligente, Simpática, Compatible y Guapa, no necesariamente en ese orden. Ya sé que suena muy feo intentar reducir una persona a cuatro números, pero lo hacía para racionalizar un poco mis sentimientos hacia las amigas y conocidas que me hacían tilín, y así poder pensar más fríamente si me convenía o no realizar avances con alguna de ellas. Por supuesto, yo no iba por ahí comentando mi método con los amigos, como en las películas (o como hacían otros en mi entorno), y al menos intentaba usar descriptores que cubriesen un espectro más o menos amplio de las cualidades de las chicas, evitando centrarme exclusivamente en el aspecto físico. Ya por aquel entonces me gustaba tratar de resumir la Belleza en pocas palabras, tarea harto complicada, como sabéis los que leéis este blog regularmente.

Intentemos relacionar cada uno de mis cuatro parámetros de adolescencia con las inteligencias múltiples de Howard Gardner. El apartado de Inteligente se podría asociar a las habilidades más clásicas, que son la lógico-matemática y la lingüística. El de Simpática podría hacer referencia a la interpersonal. En cuanto al parámetro de Compatible, no se puede asociar a una inteligencia en particular pero tal vez sí al conjunto de todas ellas: está claro que dos personas con perfiles de inteligencias múltiples similares tenderán a coincidir en algunas de sus aficiones… Por ejemplo, si ambos tienen la competencia acústico-musical más desarrollada es probable que ambos prefieran los estilos musicales más sofisticados antes que los excesivamente simples; y se puede hacer un razonamiento similar por ejemplo con la inteligencia naturalista y los paseos por el monte. ¿Qué pasa con el cuarto descriptor, la apariencia física? Algunos recordaréis que ya en su día hablé de lo que más me llama la atención de una mujer al primer vistazo… Podría parecer que la categoría de Guapa no está relacionada con ninguna inteligencia, pero ¿realmente es así? Responderé a la pregunta al final de esta entrega.




Dejando bien claro antes que nada que ningún sistema es infalible, pienso que a la luz de la Teoría de las Inteligencias Múltiples tenemos un método de clasificación bastante completo y estructurado que nos puede ayudar a escoger a nuestra pareja ideal. Ya hace años, cuando empecé a interesarme por este tema, tenía bastante claro (y lo sigo pensando) que la mayoría de las inteligencias descritas por Gardner se pueden asociar a detalles que hacen que me atraiga una mujer, no sólo a primera vista sino también después de conocerla un poco mejor. Voy a intentar describir para cada uno de los ocho grupos qué es lo que hace que una posible pareja gane puntos a mis ojos.

Respecto a la inteligencia lógico-matemática: que sea lista en el sentido clásico de la palabra, es decir, que sepa razonar de forma lógica y aportar argumentos coherentes a favor o en contra de una propuesta, de modo que sea capaz de cambiar de idea si mis argumentos son más convincentes o de hacerme cambiar de idea a mí si son más convincentes los suyos. Respecto a la lingüística: que sepa expresarse con gracia y con claridad, tanto de forma oral como escrita; que sea ocurrente e ingeniosa, y que sepa hacer juegos de palabras y también captarlos. Por muy guapa que sea una chica, no veas lo mucho que me corta el rollo oírla hablar y descubrir que, más que usarlo, destroza el idioma; o recibir un e-mail suyo y comprobar que se salta los signos de puntuación a la torera. Una mujer que de puertas para afuera usa las palabras correctas enlazadas de la manera correcta seguramente hará lo mismo con las ideas de puertas para adentro… y a mí eso me pone.




Respecto a la inteligencia espacial: ya sabéis que soy una persona muy visual, así que me suelen atraer más las mujeres que también lo son, sobre todo porque con ellas tengo más códigos en común que puedo usar al comunicarme, y más cosas de que hablar (es lo que decíamos antes de la compatibilidad). Por ejemplo, creo que siempre estaré más a gusto charlando con una buena cinéfila que con una amante de la literatura (con todos mis respetos hacia la letra escrita, por supuesto). Respecto a la corporal-cinestésica: le doy mucha importancia a la expresión de la cara, me gusta que transmita serenidad y tranquilidad, pero a la vez seguridad en sí misma… Que baile bien, que se mueva con elegancia y por supuesto (no neguemos lo evidente) que sepa cómo volverme loco en la cama. Respecto a la acústico-musical: que sepa cantar como los ángeles, que tenga sentido del ritmo y buen gusto musical, y también una voz dulce y agradable… y tirando un poco a grave, como ya hemos comentado alguna vez. Os he de confesar que a veces me he enamorado de alguna amiga mía al oírla cantar en un karaoke, y que por alguna razón que no comprendo me dan morbo las chicas que tocan un instrumento (otro día hablamos de mi extraña obsesión por las violonchelistas).

Respecto a la inteligencia naturalista: que le gusten los animales e ir de excursión, que respete la vida en todas sus formas (sin llegar al integrismo crudivegano; hay que aceptar que al fin y al cabo formamos parte de la cadena alimenticia) y que sepa valorar las maravillas de la Naturaleza, no sólo a nivel zoológico y botánico, sino también geológico y cosmológico… y por supuesto que tenga bien claro que desciende de un mono. Respecto a la interpersonal: que sea simpática, comprensiva, atenta y cariñosa. Que sepa ceder si es necesario en los conflictos y sea generosa para dar sin esperar nada a cambio. Que sepa escuchar y encuentre siempre las palabras adecuadas para animarte cuando lo necesitas. Que transmita seguridad y tranquilidad no sólo con su rostro, como decía antes, sino también con sus palabras, con su cuerpo, con su mera presencia, gracias a mil detalles imperceptibles. Y por último, respecto a la inteligencia intrapersonal: que tenga inquietudes a nivel intelectual, que sea optimista y segura de sí misma, sin miedo ante la vida, y también que tenga las ideas muy claras.




Es posible que a algunas de las que estáis leyendo esto ahora mismo os hayan entrado ganas de estrangularme con vuestras propias manos, pero antes de que os echéis a mi cuello (esto va también por ti, Mamá) quiero aclarar que no busco una mujer perfecta que se ajuste a todas estas características sin excepción, sino una mujer real que al menos reúna algunas de ellas; ya sé que no existe la mujer perfecta, igual que no existe el hombre perfecto… Pero volvamos a la pregunta que antes habíamos dejado en el aire: ¿Está relacionado mi cuarto parámetro de adolescencia, el de Guapa, con alguna de las inteligencias múltiples de Gardner? Pues yo diría que sí, aunque de manera más indirecta, ya que la percepción subjetiva que se tiene del aspecto de una persona depende en gran medida de las cualidades no visibles de la misma, y entre ellas las derivadas de las distintas inteligencias, aquí explicadas. Seguro que a muchos os habrá ocurrido que a primera vista una chica os ha parecido “normalita” pero al conocerla mejor os ha ido gustando más por otros detalles y os ha parecido cada vez más guapa… a mí sí me ha pasado.

No quiero extenderme demasiado en este punto, porque de amores a segunda vista ya hablaremos con detalle más adelante en el blog, incluyendo además otras características no relacionadas con la inteligencia en su sentido más amplio… Pero lo que queda claro es que, por más que intentes simplificar el tema de las relaciones sentimentales, a veces se cruzan en tu vida mujeres inteligentes y complejas que requieren mucho más de ocho parámetros para describirlas… y eso es precisamente lo que las hace tan misteriosas y fascinantes. Voy terminando ya y, como de costumbre en La Belleza y el Tiempo, no hay dos sin tres ni tres sin cuatro, de modo que lo mejor me lo reservo para la última entrega… La próxima semana repasaré de nuevo la lista de las inteligencias múltiples y esta vez me examinaré a mí mismo en cada uno de los apartados, a ver si salgo bien parado. Creo que hoy ha quedado claro que para mí la inteligencia sí es sexy, pero ¿y para ellas? Intentaremos también resolver este enigma. Y por último trataremos de averiguar si para alcanzar la felicidad en la vida basta con ser inteligente o hace falta algo más.



martes, 17 de marzo de 2015

Inteligencias Múltiples (II)


¿Qué es la inteligencia? La etimología de la palabra nos dice que viene del latín y se compone de “inter” (entre) y “legere” (escoger); ser inteligente es por tanto saber escoger la mejor de entre varias alternativas para resolver un problema. Como ya hemos comentado, la inteligencia se ha venido cuantificando durante más de un siglo por medio del cociente intelectual, asignándosele a la mediana de las puntuaciones obtenidas por la población (es decir, lo más normal) el valor 100 y a cada desviación estándar por encima o por debajo de la media un valor de 15, de modo que a los que tienen más de 140 (el 0,1% de la gente, o uno de cada mil) se les considera genios, a los de más de 130 (que son el 2%) superdotados, los de 115 son listos y los de 85 son… bueno, son más bien justitos. Aunque hoy en día hay un acuerdo general en que un número no basta para describir la inteligencia de una persona, todavía no está muy claro cuál sería la definición más apropiada de inteligencia, ni qué porcentaje de ésta es hereditario y cuál es adquirido, ni si hay varios tipos de inteligencia o uno solo descriptible mediante varios parámetros.




Una vez vistas las ocho habilidades cognitivas propuestas por Howard Gardner, es hora de explicar qué entiende él por una inteligencia: es todo potencial biopsicológico para procesar información que puede activarse en un entorno dado para resolver problemas o elaborar productos valiosos dentro de una cultura… Ya sé, ya sé que tiene tela la frase, pero esa es la definición. La Teoría de las Inteligencias Múltiples ha creado bastante polémica desde que se publicó; uno de los problemas que le achacan sus detractores es que no tiene un respaldo experimental claro desde el punto de vista neurofisiológico o psicométrico, es decir, que no se ha cuantificado con números concretos, ni tampoco se ha demostrado la existencia de conjuntos de neuronas diferenciados que se activen por separado cuando se ponen en práctica las distintas inteligencias.

Los especialistas en neurociencias han realizado multitud de estudios sobre qué zonas del cerebro funcionan al realizar distintos tipos de tareas. Se sabe que la sede más importante de la percepción espacial está (para los diestros) en el hemisferio derecho, y que las lesiones en la región posterior derecha repercuten en la habilidad para orientarse, para reconocer caras o escenas o para apreciar pequeños detalles. La percepción y producción musicales radican también, por lo general, en el hemisferio derecho, aunque no están localizadas con tanta claridad como los centros del lenguaje. El control del movimiento corporal se localiza en la corteza motora, en el lóbulo frontal, y cada hemisferio domina o controla los movimientos del lado opuesto. También los lóbulos frontales desempeñan un papel importante en las inteligencias interpersonal e intrapersonal, lo cual se ha podido comprobar tras el análisis de multitud de casos de lesiones o, más atrás en el tiempo, de pacientes lobotomizados: los daños en el área inferior de estos lóbulos pueden producir irritabilidad o euforia, mientras que los daños en la parte superior tienden a producir indiferencia, languidez y apatía, propias de personalidades depresivas.




Sin embargo, la existencia probada de vías de procesado neuronal compartidas para las tareas del lenguaje, la música, el movimiento o las emociones es incompatible con la hipótesis de Gardner de que cada una de sus ocho categorías lleva asociado un camino neuronal propio e independiente. Esto ha llevado a otros psicólogos y neurocientíficos a considerar su propuesta una mera especulación cualitativa no muy rigurosa desde el punto de vista científico, y a afirmar que sus supuestas inteligencias son simplemente habilidades o aptitudes proporcionadas (al menos en parte) por una inteligencia común que ciertos autores llaman inteligencia general o factor g. Según estos detractores, y por la misma regla de tres, si cada categoría de las que describe Gardner comprende distintos tipos de destrezas (como ya vimos la semana pasada) y no es necesario un soporte físico propio para adquirir el rango de inteligencia, ¿por qué no definir veinte o treinta inteligencias distintas, una para cada tarea concreta dentro de esos ocho grupos?

Según investigaciones hechas mediante pruebas de escáner cerebral, se pueden constatar tres componentes cognitivos fundamentales que corresponden a tres patrones distintos de actividad neuronal: memoria a corto plazo, razonamiento y habilidad verbal. ¿Se puede llamar inteligencia a cada uno de ellos? Es un problema complicado, porque seguimos sin saber cómo se define exactamente una inteligencia. Problemas de nomenclatura aparte, lo que queda bastante patente es la naturaleza multidimensional del asunto; de hecho, los tests actuales de cociente intelectual incluyen pruebas pertenecientes a otros campos aparte del lingüístico y el lógico-matemático (por ejemplo, de tipo espacial), y además dan puntuaciones para varios campos diferenciados, no un solo número como antaño. Resumiendo: aunque a nivel fisiológico no sean mecanismos independientes, a nivel funcional las inteligencias múltiples describen grupos básicos de habilidades claramente diferenciados, y es una clasificación que a mí personalmente me parece útil e interesante, sin importarme que se les llame inteligencias, habilidades, competencias o capacidades.




Desde que Howard Gardner propuso su teoría han surgido varios métodos de enseñanza basados en sus ideas, que defienden que no todos los alumnos aprenden, piensan o crean de la misma forma. Los mismos contenidos se pueden transmitir por distintos medios a chavales con perfiles de inteligencias múltiples diferentes: hay quien capta mejor los conceptos mediante diagramas, gráficos o mapas conceptuales, o bien en forma de tonadilla, o por medio de obritas de teatro… Esta atención personalizada permite aprovechar los puntos fuertes de cada alumno para que la asimilación de los contenidos y el desarrollo de las competencias necesarias sean los óptimos de acuerdo con sus capacidades, y que cada cual vaya avanzando a su manera. Por otra parte, los defensores de este nuevo tipo de sistema educativo se preguntan si un currículum académico basado principalmente en ciertos subconjuntos de tan sólo dos tipos de inteligencia es el más adecuado a la hora de preparar a los alumnos para vivir en un Mundo cada vez más complejo.

Yo en principio comparto estas ideas, pero quiero hacer un par de puntualizaciones que ya han puesto de manifiesto algunos detractores de la teoría de Gardner. Las inteligencias múltiples no deben usarse para excusar a aquellos alumnos que no se hayan esforzado por ser competentes en los campos lógico-matemático o lingüístico, arguyendo que seguramente sí lo serán en alguna de las otras competencias; esto haría que entraran a la sociedad muchos chavales a los que les faltarían habilidades imprescindibles para manejarse en la vida. Ha de quedar bien claro, por tanto, que las otras inteligencias deben potenciarse además de las clásicas, y no en vez de éstas. En un sentido más amplio, no debe alentarse a los alumnos a que desarrollen sólo las inteligencias que más les apetezca, sino a que intenten mejorar en todos los aspectos, ya sean éstos tres, ocho o veinte. Y por último, no engañemos a los chicos y chicas diciéndoles que con este método todos llegarán a ser igual de inteligentes (en el sentido amplio de Gardner) si desarrollan al máximo su potencial, porque lamentablemente no es así; el componente genético heredado de sus padres marcará la diferencia, y siempre habrá algunos más espabilados y otros un poco más torpes.




Hechas estas puntualizaciones, considero la lista de ocho competencias de Gardner como una buena referencia para profesores y maestros a la hora de lograr una educación integral de los chicos y chicas en el colegio… Y antes del colegio, los padres deben tenerlas también en cuenta desde el primer momento, incluso antes del parto. Aunque el cerebro siga cambiando y evolucionando a lo largo de toda la vida, es de sobra conocida la importancia de los seis primeros años, y lo mucho que determinan lo que vendrá después. En esa etapa del crecimiento la red neuronal del cerebro es mucho más maleable, pero después se va anquilosando poco a poco y cada vez resulta más y más difícil cambiar lo que se haya hecho mal anteriormente. En estos primeros años se sientan las bases de todo, toma forma la personalidad y se decide en gran medida hasta dónde va a poder desarrollar sus capacidades el niño… Aquí os dejo una lista de sugerencias para criar bien a vuestro hijo (o a vuestra hija) basada en las inteligencias múltiples:

Lógico-matemática: Enséñale a razonar, cuéntale acertijos y juegos de lógica.
Lingüística: Explícale las palabras que no entienda, cuéntale cuentos antes de dormir.
Espacial: Cómprale juegos de construcción, dibuja con él.
Corporal-cinestésica: Corre y baila con él, hazle muecas, regálale besos y caricias.
Acústico-musical: Ponle música bonita, cántale nanas y después canciones.
Naturalista: Llévale al campo a ver las estrellas, hazle consciente de la Belleza que nos rodea.
Interpersonal: Enséñale a amar, a respetar y a compartir.
Intrapersonal: Anímale a expresar sus propios sentimientos y a tener confianza en sí mismo.

Y si hemos hablado de qué hacer al tener un niño, la semana que viene consideraremos una etapa anterior del proceso: os enumeraré los pequeños detalles que me suelen atraer de una mujer clasificándolos de acuerdo con esta lista de ocho competencias y trataremos de averiguar si la inteligencia es o no sexy.